Abinader reitera invitación a Trump para asistir a la Cumbre de las Américas en medio de crecientes tensiones regionales

Por Manuel Jiménez

Santo Domingo, 27 de septiembre de 2025 – En medio de un escenario regional marcado por tensiones diplomáticas y divisiones políticas entre gobiernos latinoamericanos y Estados Unidos, el presidente Luis Abinader reiteró personalmente la invitación a su homólogo estadounidense, Donald Trump, para que participe en la X Cumbre de las Américas, que se celebrará en Punta Cana los días 4 y 5 de diciembre de este año.

La reiteración fue realizada durante una recepción ofrecida por Trump en el marco de la 80.ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada esta semana en Nueva York.

A través de su canal oficial de WhatsApp, Abinader compartió una imagen junto a la primera dama, Raquel Arbaje, acompañados por el presidente estadounidense y su esposa, Melania Trump. El mandatario dominicano expresó su deseo de contar con la participación directa de Trump en el evento hemisférico, destacando la importancia del diálogo regional.

La Cumbre de las Américas, considerada el foro político más relevante del continente, reunirá a jefes de Estado y de gobierno para abordar temas clave como la democracia, los derechos humanos, la cooperación regional, el desarrollo sostenible y, este año, con particular énfasis, la seguridad humana en sus dimensiones ciudadana, alimentaria, energética e hídrica, según informó el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez.

Sin embargo, la celebración del encuentro está precedida por un ambiente regional complejo y lleno de incertidumbre. Países como México, Colombia y Honduras habrían condicionado su asistencia a que todos los líderes latinoamericanos sean invitados a la Cumbre, sin excepciones políticas ni ideológicas, según ha trascendido de diversas fuentes, aunque sin confirmación oficial.

Esa postura representa un desafío directo para Estados Unidos, que tradicionalmente ha excluido de estos foros a gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, a los cuales considera no democráticos.

En el caso de Venezuela, Washington mantiene sanciones económicas severas y ha emitido órdenes judiciales que incluyen recompensas por la captura de altos funcionarios del régimen de Nicolás Maduro. Cuba, por su parte, continúa bajo un embargo histórico y sin relaciones diplomáticas plenamente restablecidas, mientras que Nicaragua ha abandonado formalmente el sistema interamericano tras múltiples cuestionamientos a la legitimidad de su gobierno y sus procesos electorales.

Otro punto de tensión se manifiesta en la incertidumbre sobre la participación de líderes clave. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no asistió recientemente a la Asamblea General de la ONU, una decisión interpretada por analistas como un distanciamiento en medio de tensiones diplomáticas y comerciales con Washington, especialmente en torno a la seguridad fronteriza y las relaciones económicas en el marco del T-MEC.

También está en duda la presencia del presidente de Colombia, Gustavo Petro, a quien el Departamento de Estado de EE.UU. revocó recientemente el visado, tras sus declaraciones consideradas inapropiadas por Washington, en las que instó a la desobediencia militar en un país aliado de Estados Unidos. La relación entre ambos gobiernos atraviesa momentos difíciles, pese a la histórica alianza bilateral.

En paralelo, la región enfrenta señales de militarización que aumentan la desconfianza. La reciente presencia de buques de guerra estadounidenses en aguas del Caribe, bajo el argumento de reforzar la lucha contra el narcotráfico, ha sido vista por algunos gobiernos como un gesto hostil, en un contexto de creciente polarización geopolítica.

La República Dominicana, como país anfitrión, asume una delicada labor diplomática. La administración de Abinader deberá actuar como mediador para garantizar una cumbre representativa y constructiva, sin convertirse en escenario de exclusión o confrontación.

La gestión de las invitaciones, las exigencias de inclusión y el manejo de las presiones cruzadas definirán no solo el éxito del evento, sino también la imagen internacional del país caribeño.

Los preparativos del evento avanzan con una agenda que incluye encuentros paralelos, como el Foro de la Sociedad Civil los días 1 y 2 de diciembre, y la Cumbre Empresarial, del 3 al 4 de diciembre, en la que se espera la presencia de altos ejecutivos del continente.

A medida que se acercan las fechas, se mantiene la expectativa sobre si los principales actores políticos de América Latina estarán dispuestos a superar sus diferencias ideológicas para participar en un foro que pretende, justamente, fomentar el entendimiento y la cooperación regional.

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