Adiós al antirreeleccionismo peñagomista
Adiós al antirreeleccionismo peñagomista. Antonio Guzmán no pudo repostularle en las elecciones de 1982, tampoco pudo hacerlo Salvador Jorge Blanco en 1986, a pesar de que en ambas ocasiones la Constitución de la República Dominicana lo permitía de manera continua e indefinida.
¿Qué lo impidió? Que el PRD, bajo el liderazgo de José Francisco Peña Gómez, había levantado el antirreeleccionismo como bandera política contra el contrincante reeleccionista Joaquín Balaguer.
Esta referencia histórica viene al caso porque mucho se dijo en los últimos meses sobre la necesidad de que el PRM modificara sus estatutos para ajustarlos a la Constitución actual que permite una repostulación consecutiva, facilitando así que Luis Abinader se repostule en el 2024 sin mayores conflictos para el PRM. Guzmán y Jorge Blanco no tuvieron esa misma suerte; Peña Gómez lo impedía.
Muerto el líder, Hipólito Mejía desafió el antirreeleccionismo peñagomista al promover un cambio constitucional en el 2002 para reportularse. La crisis económica de 2003-2004 le impidió materializar su deseo de seguir gobernando.
La reciente convención para la reforma estatutaria del PRM pasó sin mayores escarceos y, en lo adelante, la maquinaria reeleccionista irá tomando forma de manera abierta o encubierta. Por ejemplo, la burocracia estatal se hará cada vez más perremeísta, ya que, la pandemia y la inexperiencia obligaron a una aplanadora más lenta.
Que quede claro, ningún sistema de repostulación es perfecto. Permitir una repostulación es adecuado porque cuatro años es muy poco para dejar una impronta positiva en el Estado, y más de ocho sería demasiado, especialmente, en países con tradición caudillista y clientelar como la República Dominicana. Por su parte, el sistema de repostulación no consecutiva, que se adoptó en la reforma constitucional de 1994 y de 2010 es problemático porque perpetúa el caudillismo sin dar oportunidad a desarrollar una gestión gubernamental de impacto.
En la actualidad, la modificación de los estatutos ofrece una ventaja importante al PRM: ayudará a reducir los conflictos internos producto de rivalidades por la candidatura presidencial.
Debe recordarse que en el período 1978-1986, el PRD vivió sometido a la llamada lucha de tendencias que generaba la competencia entre distintos aspirantes a la candidatura presidencial.
Si Guzmán hubiese podido repostularse en 1982 (la Constitución se lo permitía), Jorge Blanco no hubiese montado una oposición férrea durante todo ese período de gobierno. Y de haberse repostulado, lo más probable es que hubiese ganado las elecciones de 1982 y el PRD no hubiese vivido bajo tanto estrés. Luego, en medio de las dificultades económicas de principios de la década de 1980, Jorge Blanco hubiese podido emerger como una opción a Guzmán, evitándose así el retorno de Balaguer a la presidencia en 1986.
Pero esas son suposiciones del pasado. Lo evidente ahora es que, al aprobarse la repostulación en los estatutos del PRM, el virtual candidato para las elecciones de 2024 es Abinader.
Así, las confrontaciones entre potenciales aspirantes presidenciales perremeístas quedarán pospuestas hasta después de las próximas elecciones, cuando Abinader no podrá repostularse nuevamente, asumiendo que no cambien más la Constitución en este aspecto.