Ahora que vuelvo Ton (Crítica de teatro)

Francis Cruz se inserta en la piel de Del Risco, adopta gestualidad, pose y actitud, modula la voz, entorna mirada y desarrolla los giros que subrayan las palabras para dejar en escena la figura del escritor. Tiene dominio del personaje, de sus planos subjetivos, encamina con firmeza los giros y tonalidades del argumento

José Rafael Sosa

Llevar al teatro piezas originarias en la literatura es una gestión artística que demanda talentos y condiciones especiales, además de una conciencia definida sobre la importancia de cuanto se tiene como objetivo. Es una labor que demanda criterio.

Dunia de Windt, luego de haber producido La Fiesta del Chivo (2023) y El coronel no tiene quien le escriba (Gabriel García Márquez (2024), se enrumbó hacia Ahora que vuelvo Ton (René del Risco Bermúdez), faena que ha demandado exigencias particulares que le imprimen, de la cual han salido exitosamente.

Del Risco plasma una de las grandes narraciones de sabor provincial y valor universal al describir el encuentro de un joven médico egresado de psiquiatra en España con un humilde poblador limpiabotas de oficio, y con ese junte, brotan las reflexiones ricas en formas expresivas que llevan lo social, lo personal y lo cotidiano a un nivel del cual emanan inspiración y respeto. Ahora que vuelvo Ton, es una de las lecturas más gráciles, profundas y hermosas de la literatura breve dominicana:

“ERAS REALMENTE pintoresco, Ton; con aquella gorra de los Tigres del Licey, que ya no era azul sino berrenda, y el pantalón de kaki que te ponías planchadito los sábados por la tarde para ir a juntarte con nosotros en la glorieta del parque Salvador, a ver las paradas de los Boy Scouts en la avenida y a corretear y bromear hasta que de repente la noche oscurecía el recinto y nuestros gritos se apagaban por las calles del barrio…”

La aguda veteranía del director Manuel Chapuseaux añade al texto tres poemas y números de danza y actuación gestual : María Emilia García Portela y Erick Roque que complementan el rol central de Francis Cruz, que sigue creciendo en caracterización teatral su trayectoria, cuando aún nos resuena su actuación en El Gallo, espectáculo unipersonal tan atrevido como desafiante en torno a la figura del doctor Balaguer, para ahora encarnar el poeta, el revolucionario, el publicista y el extraordinario narrador firmante de este cuento.

Francis Cruz se inserta en la piel de Del Risco, adopta gestualidad, pose y actitud, modula la voz, entorna mirada y desarrolla los giros que subrayan las palabras para dejar en escena la figura del escritor, ido de este mundo tan prematuramente.

Tiene dominio del personaje, de sus planos subjetivos, encamina con firmeza los giros y tonalidades del argumento, baila junto a García Portela, con quien logra una sincronización notable, y complementa en paso arrítmico de Erick Roque como Ton.

Apropiado el vestuario de época de los tres personajes en escena, reproducida la moda de las clases sociales representadas, fidelidad de los peinados y en especial los de la bailarina y el de Cruz, factores que hilvanarán con corrección al montaje, enriqueciendo el espectáculo y reforzando sus líneas dramáticas.

La escenografía de concepto simple, efectivo y buenamente efectista, permitiendo el marco adecuado para el desarrollo de las acciones dramáticas, acentuando espacios o locaciones, sirviendo de plataforma para el ser teatral. Fidel López vuelve a hacerlo.

Un espectáculo a partir de un argumento localista que se crece en su humanidad, que se luce por los elementos y talentos que intervienen para que este narrativo se nos quede en la percepción como uno de los nobles recuerdos teatrales de 2025. Bien vale todo empeño tratar de disfrutar este trabajo en el fin de semana que le resta en la sala Ravelo, Teatro Nacional.

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