Alegría y tristeza se mezclan en el primer día de clases en Ucrania

BUCHA, Ucrania, 2 sept — En el pequeño patio de una escuela en Bucha, escenario de algunas de las peores atrocidades cometidas por los soldados rusos durante la guerra, los niños ucranianos se reunieron el viernes para celebrar el primer día del nuevo año escolar.

Los estudiantes de primer grado, vestidos con camisas ucranianas bordadas conocidas como vyshyvankas, bien peinados y sosteniendo ramos de flores, se alinearon vacilantes a lo largo de un escenario improvisado. Sus padres, muchos de ellos luchando para contener sus emociones, sonrieron, saludaron entre la multitud y tomaron fotografías constantemente.

Pero el ambiente festivo cambió rápidamente cuando se escuchó el himno nacional ucraniano, seguido de un solemne minuto de silencio en memoria de los soldados ucranianos caídos. En el escenario, los niños permanecieron en silencio y, entre el público, algunos padres se secaron las lágrimas en silencio.

“¡No tenemos miedo a la guerra ni a los misiles, porque lo superaremos todo!”, gritó un estudiante de último año desde el escenario.

Esta atmósfera de alegría mezclada con tristeza marca la pauta para el inicio del nuevo año escolar en Ucrania.

A pesar de que muchas escuelas están siendo renovadas, el proceso educativo aquí está lejos de ser normal. Debido a las constantes amenazas de misiles y sirenas de ataque aéreo, los estudiantes se ven obligados a aprender parcialmente en refugios antiaéreos y de forma remota.

Muchas escuelas en Ucrania no tienen la capacidad de brindar un espacio seguro para todos los estudiantes, lo que las lleva a implementar un modelo de aprendizaje híbrido. Bajo este enfoque, los estudiantes alternan entre aprender en la escuela una semana y en casa la siguiente. Esto permite que los niños se turnen para que cada uno de ellos tenga la oportunidad de asistir a clases presenciales durante al menos dos semanas al mes.

Las escuelas que ofrecen clases presenciales, incluso en un modelo híbrido, tienen su propio refugio o refugios cercanos que pueden utilizar.

Los continuos ataques a la educación dentro de Ucrania y el bajo nivel de matriculación en los países anfitriones han dificultado que muchos de los 6,7 millones de niños ucranianos de entre 3 y 18 años puedan aprender, dijo Regina De Dominicis, directora regional de UNICEF para Europa y Asia Central.

Según UNICEF, los niños en Ucrania experimentan una pérdida generalizada de aprendizaje en el idioma ucraniano, la lectura y las matemáticas debido al impacto combinado de la pandemia de COVID-19 y la guerra, lo que resulta en un cuarto año de educación interrumpida.

En la escuela de Bucha, en los suburbios de Kiev, sólo los alumnos de primer grado, los de último año y sus padres asistieron a la celebración del regreso a clases del viernes, para minimizar las multitudes.

“Comenzamos el segundo año en condiciones de guerra”, dijo Mykhailo Nakonechnyi, el director de la escuela, cuando se dirigió a los niños durante la ceremonia.

El techo, que fue dañado por metralla durante las primeras etapas de la guerra, cuando Bucha estaba ocupada, fue reparado. Pruebas gráficas de asesinatos y torturas surgieron tras la retirada de las fuerzas rusas en la primavera de 2022.

Una vez que los rusos se fueron, la vida en esta escuela, que ahora educa a más de 1.700 estudiantes, comenzó a recuperarse gradualmente. La institución educativa ha acogido a aproximadamente 200 niños desplazados internamente de las regiones de Járkov, Jersón, Luhansk y Donetsk —cercanas a la línea del frente—.

Nakonechnyi dice que teme que los rusos puedan atacar la infraestructura energética de Ucrania de la misma manera que lo hicieron el invierno pasado.

“Y bajo esas condiciones, no estamos preparados para enseñar”, anunció, explicando que la escuela carece de un número adecuado de generadores para garantizar su autonomía durante los apagones.

“Aprender por turnos es más manejable, pero no es un aprendizaje real”, dijo Anna Chornobai, de 16 años, y estudiante de último curso.

Calificó la guerra como una “catástrofe” que ha alterado sus planes presentes y futuros. Antes de la invasión rusa, tenía planes de estudiar diseño en Kiev. Ahora le resulta difícil concentrarse y le cuesta terminar siquiera un dibujo.

“Ahora solo tengo una opción: irme al extranjero y estudiar allá, porque aquí hay guerra y sirenas de ataques aéreos”, agregó.

Nakonechnyi también mencionó a aproximadamente 500 estudiantes de su escuela que huyeron de la guerra a otros países.

“Los estamos esperando”, dijo en voz alta, pero con un dejo de tristeza.

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