Alemania se implica en la guerra con más suministros, embargos y refugiados

Berlín, 3 mar (EFE).- Alemania ha incrementado en cuestión de días su implicación en la guerra de Ucrania, lo que va de la aprobación de nuevos suministros de armas a los embargos de propiedades de oligarcas, mientras llegan al país los primeros trenes con miles de refugiados.

El cambio de paradigma en la «timidez» en materia de Defensa alemana se produjo el domingo, con el anuncio del canciller Olaf Scholz del incremento al 2 % del PIB del gasto militar. Ya entonces se aprobó un primer envío a Ucrania de 1.000 lanzagranadas antitanque y 500 misiles antiaéreos, a lo que siguió hoy otra partida -2.700 misiles antiaéreos de producción soviética «Strelá», procedentes de la extinta República Democrática Alemana (RDA).

El cambio de rumbo alemán se calificó de giro de 180 grados y se ha materializado en varios pasos. El primero consistió en la aprobación de un envío -a través de Países Bajos- de 400 lanzagranadas, a lo que siguieron nueve obuses también de la RDA -vía Estonia-.

Los primeros transportes de suministros partieron ayer de Alemania hacia Ucrania. Asimismo ayer se procedió a inmovilizar algunos bienes de oligarcas incluidos en las sanciones de la Unión Europea (UE). El más llamativo fue el yate de Alischer Usmanov, confidente del presidente Vladímir Putin, por orden de las autoridades portuarias de Hamburgo.

Se trata, según medios alemanes, del «Dilbar», el yate privado más largo del mundo -156 metros de eslora-. Otras dos embarcaciones de multimillonarios sujetos a sanciones están asimismo inmovilizadas en Hamburgo, ciudad donde Usmanov tiene asimismo varias villas.

Las medidas se extienden asimismo en la empresa privada. El consorcio automovilístico Volkswagen anunció la interrupción de la producción y exportaciones en Rusia, mientras BMW y Mercedes han suspendido asimismo sus negocios en ese país.

LOS PRIMEROS TRENES DE REFUGIADOS

La estación central de Berlín, la Hauptbahnhof, desplegó este jueves un amplio operativo para acoger a los miles de ucranianos que empezaron a llegar en tren a la capital alemana. Si el lunes habían llegado unos 350, el miércoles la cifra había superado ya los 2.000, según datos de la Cruz Roja alemana.

Aproximadamente la mitad de ellos se quedan en Berlín, mientras que el resto sigue hacia otras ciudades del país. El viaje es gratuito para todos los ciudadanos ucranianos o personas de otras nacionalidades que puedan acreditar que residían, de forma fija o temporal, en Ucrania.

Son atendidos tanto por la Cruz Roja como por voluntarios de organizaciones como «Unterkunft Ukraine» -«Alojamiento para Ucrania»-, que gestiona ofertas privadas para acogerlos en casa y, a ser posible, por un mínimo de dos semanas.

El gobierno regional de la capital está habilitando alojamientos provisionales para los 20.000 desplazados que se espera lleguen hasta principios de la próxima semana. Se estudia reacondicionar los pabellones utilizados entre 2015 y 2017, con la crisis migratoria derivada del conflicto en Siria.

El Ministerio del Interior considera prematuro hacer pronósticos sobre cifras de desplazados por el conflicto que recibirá Alemania. Se parte de la base de que la gran mayoría serán acogidos en Polonia, Hungría, Rumanía o Eslovaquia, los países fronterizos.

Pero también que serán muchos quienes seguirán hacia Alemania, sea porque tienen ahí a familiares o amigos o por considerar que en la primera economía de la UE tienen mejores perspectivas laborales.

Solo Polonia había recibido hasta ayer, en la primera semana desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia, unos 575.000 refugiados, según datos de las autoridades fronterizas polacas. La ONU estima que el conflicto puede generar unos cuatro millones de desplazados, entre ucranianos o extranjeros residentes.

Desde el gobierno alemán se ha asegurado que se acogerá a cuantos lleguen al país. La ministra de Asuntos Exteriores, la verde Annalena Baerbock, se reunió este jueves con los representantes de los «Länder» -estados federados- para canalizar esa acogida, tal como se hizo en anteriores grandes crisis migratorias -la de 1992-1996, generada por la guerra de los Balcanes, o la que de 2015-2019, por el conflicto sirio-.

Gemma Casadevall

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