ALERTA. Última parte de los juicios sobre Tomás Bobadilla
Juan Freddy Armando
Vaya mi agradecimiento al historiador Alejandro Paulino Ramos. Aquí finalizan sus ponderaciones sobre Tomás Bobadilla:
Pero también dice Lugo Lovatón, que es el más importante biógrafo de Tomás Bobadilla, lo que sigue, rastreando su vida desde la época en que el gobierno haitiano también gobernaba la parte dominicana: “Tomás Bobadilla ha adquirido renombre dentro del gobierno que con mano recia dirige Borgellá” y ascendió, complacido su protector, a cargos públicos importantes”.
Luego, sigue anotando Lovatón, “pasan algunos años y en la época de la Reforma, Bobadilla forma parte de una Comisión Investigadora que pone en jaque los primeros intentos separatistas y en estado de acusación a sus más notables mantenedores. (…). Santana y Bobadilla, hombres igualmente terribles; parejos en el ejercicio del mal y en la voluntad de ser ellos sus adalides; se hermanan con lazos sagrados y crean entre ellos tres eslabones maquiavélicos: la ambición de poder que los encumbra; el equilibrio de sus fuerzas, que los atemoriza de ellos mismos; la sangre de las víctimas, que los ata, más allá de las fronteras de la vida”.
En otro escrito de Lugo Lovatón, titulado “Don Tomás de Bobadilla”, publicado en el Listín Diario del 27 de febrero de 1931, señala también su destacado biógrafo, la forma en que el “ministro universal”, se autotitulafundador de la República, que a nombre de un exaltado “Yo”, que parece no le reconocían, reclamaba ser él el más importante patriota de los dominicanos, por encima de las figuras señeras de Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez. Y al ritmo del “yo”, “yo”, “yo”, se reclama como el máximo líder del movimiento independentista, al decir: “Yo en la noche del 27 de febrero me encontraba a la cabeza del pueblo”.
“Yo fui el autor del manifiesto del 16 de enero”. “Yo fui el presidente de la Junta Gubernativa”. Yo soy “un buen dominicano sin ambición ni aspiraciones a empleos ni a dignidades”; pero amarrado a importantes empleos sirvió durante sesenta años casi interrumpidos, como la principal rémora del Estado, sin excluir gobiernos nacionales y extranjeros, siendo también servidor, asesor y cómplice de gobiernos corruptos, represivos y asesino de opositores.
Muchos de los que caminaron cabizbajos al patíbulo, primero tuvieron que escuchar la sentencia emitida por Bobadilla, que firmaba la sentencia de muerte.
Por último, permítame tomar del historiador Roberto Cassá, en la documentada biografía que sobre el “ministro universal” (universal porque fue servidor de todos), fruto de fuentes irrebatibles contenidas en los ”Apuntes de Rosa Duarte”, el ”Compendio de historia de Santo Domingo”, de José Gabriel García, “Duarte y otros temas”, de Alcides García Lluberes, el “Diccionario biográfico dominicano”, de Rufino Martínez, además de las conocidas obras de Emilio Rodríguez Demorizi, “Discursos de Bobadilla”, y “Tomas Bobadilla y Briones”, de Ramón Lugo Lovatón:
Visión del historiador Roberto Cassá
Las conclusiones a las que llega Cassá, pueden ser sintetizadas en los siguientes planteamientos:
Bobadilla fue uno de los artífices de la independencia, “en calidad de representante de los conservadores”.
“Llegó al extremo de declarar a Boyer como “Ángel de la paz”.
A Bobadilla “se le rodeó de una aureola de maquiavélico inescrupuloso”.
Se “adaptaba a los cambios, sin importar su naturaleza, y lograba mantener su posición de pieza indispensable en el engranaje del Estado”.
“Para él solo contaba lo posible y conveniente, y nunca principios ideales ajenos a las peculiaridades del medio dominicano”.
Era “físicamente fuerte, espiritualmente acerado, es sereno y calculador como una máquina de sumar aplicada a la política”.
“No cejaba en depositar sus esperanzas en el establecimiento de un protectorado de Francia”.
“La noche del 27 de febrero, Bobadilla se encontraba fuera de la ciudad en gestiones para obtener nuevos apoyos”.
“Juan Pablo Duarte, víctima de sus maquinaciones, lo calificó como Pandora, mote que inauguró una visión que combinaba el odio con el recelo a sus habilidades”.
Calcó la constitución de los Estados Unidos.
Fue “adherente del fugaz Estado Independiente de Haití Español en 1821, servidor de los haitianos hasta meses antes del fin de su dominación, relacionado a casi todos los gobiernos posteriores a la “Separación” de 1844, funcionario de la anexión de 1861 hasta el final, y, por último, partidario delos gobiernos liberales presididos por José María Cabral”.
“Cuando estalló la guerra de Restauración se mantuvo inconmovible en el respaldo de la dominación española”.