Apagón sin dueño

Por Carmen Imbert Brugal

Más que las contradicciones y las declaraciones imprudentes para tratar de explicar las causas que provocaron la interrupción del suministro de energía eléctrica en el territorio, el pasado martes, notable ha sido la cautela del presidente.

Locuaz, casi logorreico, la gravedad del percance obligó al silencio. Los magos de la estrategia comunicacional ordenaron retirada.

Otro martes para el espanto colectivo. En la memoria está “EL trancazo” ocurrido el martes 21 de octubre. La diferencia con la ocurrencia del día 11 es que no había fenómeno atmosférico amenazando, ni aguaceros provocando aquel atasco impresionante que secuestró durante horas a la población, encerrada en sus vehículos sin posibilidad de avanzar para llegar a su destino.

La falla comenzó minutos después de la una de la tarde. La reacción inicial fue de aceptación a la rutina del corte de electricidad. La actitud cambió cuando “el efecto cascada” afectó el norte, el sur, este y oeste del país.

Entonces la incertidumbre, la angustia de los usuarios del metro, el miedo de los encaramados en el teleférico, de los atrapados en los ascensores. La multitud errante descubriendo caminos jamás transitados, el atasco multiplicado por la inoperancia de los semáforos y la impericia de los agentes de DIGESSETT proporcional al irrespeto de la población a sus mandatos.

Las explicaciones urgentes, las llamadas a los medios que podían transmitir gracias a sus plantas. Arrogancia y cinismo presentes.

Antes de asumir la responsabilidad del desastre fue obligada la mención de apagones anteriores para inculpar administraciones pasadas. Recitaban la lista de blackouts para repartir culpas: Cuatro en el período 2000-2004; cinco del 2004 al 2009, dos del 2009 al 2012 y uno en 2015.

Se multiplicaron arriesgadas hipótesis para atribuir a sabotaje y conspiración la contrariedad. ¿Cómo olvidar el apagón ocurrido en la pista de aterrizaje del AILA en mayo del 2021? Ese “acto vandálico” “intencional y planificado” que cortó los cables eléctricos del circuito que alimenta el sistema de luces. Los más osados endilgaron el hecho a la resentida oposición.

Antes de las manos criminales difundieron el relato de un incendio. Un diputado calificó la acción como “terrorismo”. Pero, apareció Chiricui y declaró que él y su hermano cortaron y sustrajeron 800 pies de alambres, además de transformadores y conectores para venderlos.

El exdirector técnico de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana, Bernardo Castellanos pregunta: ¿Por qué no actuaron debidamente las protecciones del sistema que provocó el blackout del martes? Añade que el colapso eléctrico reciente no puede atribuirse únicamente a un descuido aislado, “en las subestaciones existen protocolos estrictos, equipos identificados y rutinas de operación que deben cumplirse sin excepción”. Esta tarde habrá despliegue en LA Semanal. Funcionarios repitiendo excusas, compartiendo el esbozo del pliego de defensa que deberá ser potable para la inteligencia de conocedores de los meandros eléctricos, que no están dispuestos a callar para complacer. La población conocerá el protocolo diseñado para entender el apagón sin dueño. Mientras tanto, la oscuridad cubrió la epístola del arzobispo, aunque una lámpara alumbró la misiva de la magistrada Jiménez Ortiz, dirigida al Consejo Nacional de la Magistratura.

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