Aseguremos la frontera
La seguridad de la frontera ha sido tan débil desde hace muchos años que ha permitido el paso fácil de personas y bienes, sin que se de cumplimiento a los requerimientos legales vigentes. Esa situación se ha ido agravando con el paso de los años, de manera que en estos momentos los indocumentados son tantos, que las quejas por sus delitos y comportamientos violatorios de las normas de comportamiento social y de las costumbres más elementales son tantas, que hay un clamor nacional, no solo para poner fin a ese problema sociopolítico, sino también para eliminar el contrabando de mercancías y personas por la frontera.
Establecer oficinas de aduanas con capacidad para hacer el registro de toda mercancía y persona que entre o salga por la frontera, y que permita también cobrar los impuestos correspondientes, puede ayudar a cubrir los costos que generaría esta decisión política tan importante en este momento histórico. Otra decisión importante, además de continuar y concluir el muro fronterizo lo antes posible, debe ser la creación de un cuerpo militar y policial nuevo, organizado bajo un nuevo paradigma, donde el amor por la patria, la defensa de la soberanía nacional, el respeto a las leyes y la cultura nacional, así como el desarrollo integral de la frontera y de sus habitantes sean su ideales.
El momento requiere también que se tomen las decisiones políticas que faciliten el sano desenvolvimiento de los planes de desarrollo de la frontera, algunos de ellos en etapa avanzada de diseño en las Provincias de Pedernales, Independencia y San Juan.
Para asegurar el éxito de estos proyectos es necesario que se tomen las decisiones que garanticen un suministro estable de energía eléctrica a largo plazo, teniendo en cuenta la volatilidad de los precios de los combustibles importados, debido a los conflictos geopolíticos. Esta seguridad energética sólo puede ser provista por recursos energéticos renovables como el sol, el viento y la biomasa. Los dos primeros disponibles abundantemente en las provincias fronterizas, y la biomasa, con un potencial también significativo en esa zona, tanto en el sur como en el norte del país, tiene la ventaja sobre los otros dos, que crea mucha mano de obra y puede facilitar el establecimiento de otras industrias, que se establecerían para beneficiarse de los incentivos existentes para las empresas que se instalen en la frontera.
Como las Fincas Energéticas y los programas de reforestación aumentarían eventualmente la cobertura boscosa en la frontera, estos proyectos contribuirán en el futuro en la protección de arroyos y ríos, y por tanto, a recuperar el recurso agua, tan necesario para la preservación de la vida en toda la isla de Santo Domingo.
Todo lo anterior promoverá el retorno de los dominicanos que nacieron en las provincias de la frontera y migraron a las del este, al Cibao y al Distrito Nacional, por falta de oportunidades de trabajo. Así mismo, eliminará el deseo de abandonar la región que actualmente existe en los niños y adolescentes.
En el caso de los proyectos energéticos a base de biomasa producida en lo que denominamos Fincas Energéticas, que son plantaciones forestales de especies de rápido crecimiento en terrenos no aptos para la producción de alimentos, complementadas con la instalación de los aserraderos necesarios para producir briquetas de madera, que es el combustible para generar electricidad en centrales térmicas, que operarían como centrales de base, garantizando la estabilidad de las redes, pues el comportamiento de las centrales fotovoltaicas y eólicas es aleatorio, como lo son esos recursos naturales, a menos que, con inversiones adicionales, se instalen parques de baterías que almacenarían energía para ser utilizada en los periodos de ausencia de radiación solar o viento.
Funcionarios del gobierno y el empresariado dominicano deben gestionar con sus homólogos haitianos que del otro lado de la frontera se desarrollen Fincas Energéticas para crear empleos y el combustible necesario para operar centrales eléctricas, que facilitarían la creación de zonas francas en ambos países. Estas inversiones producirían una abundante cantidad de empleos, lo que disminuiría la necesidad de la población haitiana de migrar a otras naciones y favorecería el desarrollo y la estabilidad económica y social del vecino país.
La propuesta parece difícil y compleja, pero los problemas complejos y difíciles como los que padece Haití necesitan soluciones complejas y difíciles. Ojalá nuestro gobierno y la comunidad internacional la incluyan en el paquete de medidas que requiere el rescate de Haití.
El momento demanda acciones oportunas, teniendo en cuenta que el país dispone de las leyes que promueven el aprovechamiento de las energías renovables, las inversiones en la frontera y las alianzas público-privadas