¿Así terminará usted, doña Milagros Ortiz Bosch?
Felipe Ciprián
Santo Domingo, 14 Ene -No hay día que pase sobre mí, sin recordar al inmenso ser humano, sinigual estratega militar y recio comandante táctico, Máximo Gómez Báez, el banilejo héroe de la independencia dominicana y libertador de Cuba.
Y lo recuerdo cada día casi con obsesión por su integridad, coherencia y disposición del sacrificio por las causas que asumió, sin medir peligros, penurias y sin esperar nada particular a cambio de su servicio excepcional a dominicanos y cubanos.
Solo me duele que no pueda yo colocarme debajo de la bota de ese gigante y desde allí, no defraudarle porque no sueño siquiera con ser fiel a su ejemplo, aunque realmente , lo envidio.
Hay una estampa inigualable de su talladura moral y su acerada dignidad que lo marcó para entrar a la historia como un ser extraordinariamente humilde e intransigente con los principios, que aprendió primero al lado de la sotana del padre Andrés Rosón y luego en los campos de batalla, en Santomé, las lomas de Ocoa, en los llanos de Sabana Buey, Baní y luego en Camagu¨ey, Villa Clara, Santiago, Matanzas, Guantánamo, La Habana…
Cuando el gobierno cubano insurrecto aceptó el Pacto del Zanjón que le envenenó España –Antonio Maceo no– en una rendición innecesaria y fatal, el “vencedor” mariscal Arsenio Martínez Campos, exigió y obtuvo, verse personalmente con el héroe mambí, generalísimo Máximo Gómez.
El objetivo principal de Martínez Campos era claro: conocer de forma directa cuál era la actitud del jefe militar cubano ante la capitulación de los políticos y del general Vicente García ante España, y de paso, forjar una dependencia o gratitud de Gómez hacia España en general, y a Martínez Campos en particular.
El diálogo del 27 de marzo de 1878, discurrió así: — Pida, pida por esa boca, porque, excepto la mitra del arzobispo, todo se lo puedo dar”, dijo Martínez Campos a Máximo Gómez, luego de reprochar que se presentara con camisa y pantalón raídos y haraposos por la tempestad de la guerra y las carencias de los cubanos en armas.
Máximo Gómez, hombre gentil y respetuoso a la máxima expresión, respondió a Martínez Campos: — General, no cambio yo por dinero estos andrajos que constituyen mi riqueza y son mi orgullo; soy un caído, pero sé respetar el puesto que ocupé en esta Revolución, y le explicaré.
No puedo aceptar su ofrecimiento, porque sólo se recibe, sin deshonor, dinero de los parientes o de los amigos íntimos, y entre nosotros, General, que yo sepa, no hay parentesco alguno, y, por la otra parte, es ésta la primera vez que tengo el honor de hablarle”.
Con ese honor es que se debe vivir siempre, nunca cambiando de ropaje según gire el viento del poder o la pretendida esperanza de seguir en él.
Y todo esto viene a cuento porque cuando el señor Luis Abinader anda raudo buscando –pero aparentando que no- la reelección en una Presidencia que le dio la división del PLD, Milagros Ortiz, advertida de que ganar en primera vuelta es muy difícil, habla ahora de que se debe modificar el 50% más uno que estipula la Constitución para que un candidato-partido, gane en primera vuelta.
¿Qué propone, Milagros? ¿Reducirlo a 40 o llevarlo al 60%? ¡Oh!, Milagros, ese 50% que han superado fácilmente Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader –Hipólito Mejía pasó en el año 2000 (con usted de vice) con solo el 49% y estuvo bien- es ahora un incordio para que la reelección de Abinader pueda pasar.
¡Caramba Milagros, la hija de Virgilio y la hermana de Virgilito, a quien tanto quiero y nunca dejaré de admirar! ¿Me va a decir usted que hay que hacer un traje a la medida para intentar reelegir a su líder? Ay no doña, puede usted proponer y hacer pasar por un Congreso que a su vez pasará a la historia como el más genuflexo y entreguista que conoce este país, pero no se olvide que al final es el voto de la gente que decide, salvo que alguienquisiera que nos matáramos aquí como tábanos, a lo que no me opongo en absoluto, porque ya me pesan mucho estas cadenas y disparar y acertar al pecho, no es un enigma para mí, se lo confieso, y agradezco a los dioses que me enseñaron esa técnica junto con una fe inclaudicable en la defensa de los pueblos, no importa cómo se llamen y dónde supervivan hoy.
Cuando veo a Milagros tratando de confeccionar un traje a la medida de la reelección de Abinader, siento pena y vergu¨enza ajena, porque ella no merece terminar así.
Milagros: Abinader ha estado gobernando firmemente en favor de los negociantes con el Estado y esa es su libre elección.
Cuando el turismo no existe en el mundo, en República Dominicana es el sector que más apoyo gubernamental recibe y yo lo entiendo: Sosúa, Miches, Punta Cana…
En el único país del mundo que bajo el Covid están permitidos los cruceros atracando y paseando libremente, sin tener vacunas, ni pruebas anticovid negativas, es en República Dominicana.
Vea los contagios de Puerto Plata y dígame, dama, ¿a qué se deben? Para entrar por un aeropuerto dominicano no hay, absolutamente, ninguna restricción; para salir es obligatorio llevar una prueba negativa de Covid de menos de 48 horas.
Estamos en un puerto libre para entrar con Covid y desde aquí nadie puede salir con Covid.
En el medio de la pandemia, el negocio de los laboratorios ha sido espléndido porque las pruebas de antígeno son tan costosas como inútiles para hacer un diagnóstico del virus SARS-CoV-2.
La reelección que intenta Abinader –luego, como es mi estilo, diré mi pronóstico del desenlace- y que trata de pavimentarle la pista la doctora Milagros Ortiz, tiene que afrontar algunos retos muy visibles.
La inflación más alta de América Latina y no para de subir porque aquí no se está haciendo nada por la agropecuaria, sino por el turismo. ¿O es mentira?
Se deja desangrar a la población ante el Covid-19 para que los negocios florezcan, y sepa usted, doña Milagros, que sin salud nadie toma aguardiente, baila bachata, nada en playa, asciende montañas, monta caballos ni cena en restaurantes. Este es un país enfermo, pero aun así, las ganas de motorizar negocios llamaron a Educación presencial en las escuelas públicas, exactamente cuando el Ministerio de Salud pidió a oficinas y empresas que acudan al teletrabajo por la alta incidencia del Covid-19. ¡Avemaría purísima!
Lo ve, doña Milagros. ¡Negocios sí, aunque se contagien y se mueran los más estúpidos!
El gobierno ha estado jugando a que mucha gente se contagie con la variante Ómicron porque estima – Santo Dios– que con la vacuna que nadie busca y la “infección leve”, obtendrá la “inmunidad de rebaño”. Vana ilusión. El Covid no es sarampión ni polio que con una vacuna protege de por vida a la persona.
El Covid es un virus mutante por vocación y cada dos o tres meses vendrá con una variante más mortal o más infecciosa, o ambas a la vez, a la que las vacunas mirarán con indiferencia porque nadie puede prever cómo se camuflará el virus para infiltrar los cuerpos donde vive, se reproduce y muere.
¿Inmunidad de rebaño? Estáis loco, chico. Si con enfermarse “leve” fuera suficiente para evitar una nueva infección, ¿qué explica que la Ómicron ataque indistintamente a vacunados, no vacunados y a vacunados a los que les ha dado Covid?
No seamos tontos. Cada nueva variante es un potencial contagio para cualquier persona que no use mascarillas, que esté en un cuartel o una cárcel, que se meta en un resort, que vaya a un restaurante, a un estadio, a una sinagoga, a un billar, a un gimnasio… y luego se lo lleve a su casa y se fuñan todos.
No termine así, doña Milagros, que yo y otros la queremos mucho.