Bajo gasto social estanca la pobreza y la desigualdad
Por JUAN LLADO
Nuestra democracia recién comienza a entronizar la transparencia y la institucionalidad. Sin embargo, en materia de pobreza y desigualdad los avances han sido débiles, especialmente porque la pandemia empeoró la situación. En América Latina estos flagelos acusan un retroceso y los reportes de algunas agencias internacionales se contradicen respecto a nuestro país. Lo revisado aquí no permite regocijarnos y la política pública está retada para mejorar el gasto social y su configuración.
Entre las fuentes de datos en materia de pobreza aturden las discrepancias. La grafica #1 ilustra una apreciable diferencia para el 2020 entre los estimados del gobierno y los de CEPAL. Sorprende que en la gráfica #2 otra fuente oficial reporta que el nivel de la pobreza en 2022 ha bajado al 18.6%.
Gráfica #1
Gráfica #2Fuente: https://twitter.com/HomeroFigueroaG/status/1586799462416060416
Por su lado, el Banco Mundial dice: “A pesar de un aumento en el gasto social para mitigar el impacto de la crisis por la pandemia, las estimaciones oficiales de pobreza aumentaron en 2,4 puntos porcentuales a 23,4 por ciento en 2020. La tasa de pobreza mantuvo su tendencia creciente durante 2021, alcanzando 23,9 por ciento, lo que significa que más de 300 mil personas cayeron en la pobreza desde que comenzó la crisis de la pandemia.” Resulta imposible, entonces, que de 23.9% en el 2021 la pobreza haya caído al 18.6% en el 2022 como dice la fuente gubernamental.Pero comparando la pobreza nuestra con la de América Latina podemos disminuir la alarma.
Gráfica #3Fuente: https://www.larepublica.co/globoeconomia/la-pobreza-extrema-en-america-latina-aumento-a-13-8-en-2021-por-la-crisis-sanitaria-3293001
La grafica #3 muestra que en el 2021 el porcentaje pobre era de 22%, otorgándonos una posición favorable frente al resto de los 11 países de la gráfica. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) apunta que la pobreza en América Latina se ha estancado: “América Latina y el Caribe sigue estando entre las regiones con los índices de pobreza más altos del mundo. El boom económico de la primera década de este siglo logró reducir la pobreza del 45,5% en 2004 al 27,8% en 2014, pero desde entonces la región enfrenta un estancamiento, principalmente debido a estructuras económicas poco productivas y a la rampante informalidad, que roza al 50% de la población.”
La CEPAL concuerda: “En la región de América Latina, la pandemia revertió una tendencia a la baja de la pobreza que se registraba en la primera década del siglo. La pobreza y la pobreza extrema alcanzaron en 2020 niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente, así como un empeoramiento de los índices de desigualdad en la región y en las tasas de ocupación y participación laboral, sobre todo en las mujeres, debido a la pandemia de la COVID-19 y pese a las medidas de protección social de emergencia que los países han adoptado para frenarla.” Para el presente año la organización alemana DW dice lo siguiente: “La pobreza aumentaría del 29,8 por ciento en 2018 al 33,7 por ciento en 2022, y la pobreza extrema del 10,4 por ciento en 2018 al 14,9 por ciento este año. Esto significa un incremento en la pobreza extrema por sexto año consecutivo.”
Frente a la región de América Latina, entonces, la situación del país en materia de pobreza es mucho menos gravosa. Las gráficas #4 y 5% así lo demuestran. En la primera solo Chile y Uruguay tienen porcentajes menores entre los países para los que la CEPAL proyecta la pobreza en el presente año, mientras en la #5 se estima que la pobreza extrema bajara dos decimas en este ano. Sin embargo, cuando se ponderan esas proyecciones respecto al estimado del Banco Mundial de que la tasa de pobreza en el 2021 era 23.9% y la reportada por el gobierno para este año de 18.6%, las proyecciones de la CEPAL parecen pecar de optimistas. Solo el significativo aumento de la protección social en estos dos últimos años podría explicar lo proyectado en la gráfica #5.
Gráfica #4Fuente: https://www.larepublica.co/especiales/crisis-en-ucrania/pobreza-extrema-en-america-latina-subiria-a-14-9-en-2022-por-guerra-en-ucrania-3378109
Gráfica #5Fuente: https://www.cepal.org/es/notas/menor-crecimiento-mayor-inflacion-aumento-la-pobreza-america-latina-caribe-como-enfrentar
En materia de desigualdad social nuestro país también parece posicionarse ventajosamente respecto al resto de América Latina. La grafica #6 muestra que en el periodo 2000-2017 el Coeficiente Gini, la medida mejor aceptada sobre la desigualdad social, nuestro país disminuyo desde un coeficiente de 51.36 a 43.80.
Gráfica #6Fuente: https://mepyd.gob.do/Pobreza-monetaria-y-desigualdad-de-ingresos-disminuyen-en-RD
En el 2019 el MEPyD afirmó que “no hay evidencias estadísticas que permitan sustentar que la desigualdad de ingresos haya aumentado en el país, y que tanto los datos de la CEPAL como los del MEPyD muestran que la desigualdad en la distribución de los ingresos ha estado disminuyendo en la última década.” Del mismo modo, la grafica #7 muestra que en el 2020 solo Argentina, Uruguay y la RD tuvieron un coeficiente de 40 mientras el promedio de los países del grafico fue 46. Eso podría interpretarse de que estamos entre los países menos desiguales de América Latina.
Gráfica #7Fuente: https://www.cepal.org/es/publicaciones/48242-desigualdad-ingreso-la-republica-dominicana-2012-2019-revision-partir-la
En materia de la desigualdad, el CAF nos advierte: “La desigualdad en América Latina y el Caribe es muy alta y se mantiene constantemente por encima de lo observado en otras regiones. Hoy, en la región, mientras que el 10% más rico se queda con el 55% de los ingresos y el 77% de la riqueza, el 50% más pobre recoge el 10% de los ingresos y tan solo el 1% de la riqueza.” “América Latina y el Caribe es desde hace décadas y quizá siglos, una de las regiones más desiguales del mundo. Esto sigue siendo cierto a pesar de los progresos económicos y sociales de los últimos veinte años, que no han bastado para deshacer las raíces profundas que tiene la desigualdad en nuestra región. Las disparidades se extienden también a las oportunidades educativas y laborales a las que acceden los latinoamericanos y caribeños. La falta de movilidad social tiende a alterar los incentivos al esfuerzo y a distorsionar la asignación del talento humano, afectando la productividad y el crecimiento.”
Entre los componentes del gasto social debería recibir la máxima prioridad la protección social. Respecto a eso, la CEPAL acaba de advertirnos: “El gasto público social del Gobierno central en República Dominicana alcanzó 8,9% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2021. Es el segundo país de la región con menor nivel de gasto, ya que la media de América Latina fue de 13%. Los países con niveles más bajos son Guatemala, Honduras, México, Paraguay y República Dominicana. En RD el gasto social en 2021 se distribuye así: 25.2 % para protección social; 40.4 % educación; 27.1 % salud; 4.4 % vivienda y servicios comunitarios; 1,4 % Recreación, cultura y religión y 1,5 % Protección del medio ambiental.”
A pesar de que el gobierno declaró que el gasto social del 2021 fue el más alto de la historia porque alcanzo un 9.4% del PIB, nuestro país “se queda corto en aplicar programas dirigidos a hacer eficientes los servicios de educación, salud, cultura, recreación y que provean soluciones habitaciones saciando necesidades materiales y espirituales.” La CEPAL “aboga por consolidar sistemas universales, integrales, sostenibles y resilientes de protección social en el marco de un Estado de bienestar. Este es un desafío para todos los países de la región y donde existe espacio para seguir expandiendo en cobertura, suficiencia y sostenibilidad las actuales políticas que hacen parte de estos sistemas. “En particular, es importante avanzar en el sistema no contributivo del sistema de pensiones en el país como parte de los desafíos que podrían repercutir en incrementar la cobertura total del sistema de pensiones y que podrían mejorar la calidad de vida de las personas mayores en la región.”
Como colofón conviene reproducir aquí lo señalado por Antonio Isa Conde: “Disminuir la desigualdad no es quitarle al rico para darle al pobre, sino establecer una serie de políticas públicas que permitan aumentar el salario real de los trabajadores. Es decir, los bienes y servicios que pueden adquirir con su salario nominal en momentos en que la inflación “crece, sube por el ascensor, pero los salarios por la escalera, y nosotros no hacemos nada”. Mejorar la salud, la educación, el transporte, el agua potable, la electricidad, etc. y reducir su costo, son de las cosas que contribuyen al incremento de salario real.” “Si se lograse aumentar en un 50% la reducción de la desigualdad con respecto a la observada en el último año pre-pandemia, se podría reducir la pobreza general en 500,000 personas.”
La breve reseña anterior sugiere que, según las agencias internacionales, la pobreza y la desigualdad en nuestro país no están entre las peores de la región latinoamericana. Pero eso no es ningún consuelo cuando el objetivo nacional de desarrollo es lograr un estado de bienestar general. De ahí que la tarea del venidero Pacto Fiscal deberá emplearse a fondo para mejorar el gasto social a fin de elevar las condiciones de vida y financiar consumos. El gasto social es uno de los pilares más importantes de la lucha por mayor equidad del gasto publico y, en consecuencia, por mayor justicia social