Cadena de comerciantes afectados por el cierre de la frontera haitiana
Santo Domingo, 2 de octubre – La reciente decisión del presidente Luis Abinader de advertir sobre el cierre de la frontera si la construcción del canal sobre el río Masacre en Dajabón no se detenía ha desencadenado una serie de eventos que están teniendo un impacto significativo tanto en la economía como en el bienestar emocional de los dominicanos y haitianos que residen en la zona fronteriza.
La cadena de afectados se extiende desde exportadores hasta comerciantes de mercados, y las secuelas se están sintiendo a gran escala en la economía. La parte más evidente de este daño se encuentra entre los empresarios que envían mercancías al por mayor a los mercados binacionales y a aquellos que las transportan directamente a Haití. Sin embargo, la cadena de afectados es mucho más amplia.
Los camioneros que solían transportar mercancía hasta las provincias fronterizas se han visto obligados a detener sus operaciones, lo que ha resultado en semanas sin ingresos y una sensación de desesperanza. Los mercaderes que solían contar con una clientela haitiana constante han visto disminuir drásticamente sus ventas, afectando gravemente su sustento.
En el Mercado Nuevo de la capital, las ventas han disminuido de manera significativa, lo que ha llevado a un declive económico en la zona. Los comerciantes locales expresan su preocupación por la falta de ventas y la pérdida de sus clientes haitianos habituales.
El impacto económico es innegable, pero también existe una dimensión emocional que no debe subestimarse. Los migrantes haitianos que se ven obligados a abandonar sus comunidades, amigos y escuelas, y que viajan con hijos nacidos en la República Dominicana, enfrentan una serie de desafíos emocionales.
La sicóloga Estela Ocampo destaca que el efecto en el estado de ánimo puede manifestarse en forma de ansiedad, insomnio, y dificultades académicas, especialmente en los niños que deben adaptarse a un nuevo entorno y separarse de sus amigos y compañeros de clase.
No obstante, los dominicanos también sufren las consecuencias emocionales de esta situación. Los lazos establecidos con sus vecinos haitianos generan nostalgia y añoran la convivencia que compartían.
En palabras de María Rosario, una residente local: «Los que vivían en este sector eran decentes, tranquilos. Es una pena que esto haya desencadenado una crisis que lastima a tantos». La situación actual ha dejado cicatrices en ambas comunidades, destacando la importancia de encontrar soluciones que permitan restablecer la normalidad en la zona fronteriza.