Calamidades de una ciudad que requiere intervención

Felipe Ciprián

Las lluvias desproporcionadas que afectaron la ciudad de Santo Domingo el 4 de noviembre de 2022 y el 18 de noviembre de 2023 dejaron daños cuantiosos, incluidas cerca de 40 muertes de dominicanos y extranjeros.

El daño más visible a la infraestructura fue el derrumbe de la loza en el paso soterrado de la avenida 27 de Febrero en su aproximación a la avenida Máximo Gómez, en el corazón de la capital.

Su reparación tardó meses, lo que complicó el tránsito más de lo que estaba, pero finalmente fue reabierto a la circulación de vehículos de motor.

Pero otras zonas afectadas no han merecido la atención del Ayuntamiento del Distrito Nacional y del Ministerio de Obras Públicas.

La más importante es encarar el serio problema del drenaje pluvial y sanitario de la ciudad, una trampa que solo con esas dos jornadas de lluvias, inundaron casas, apartamentos, ahogaron personas, vehículos, dañaron muebles y espacios de recreación.

Como es natural, cuando sobrevienen estos percances los gobernantes y funcionarios prometen que se va a iniciar la construcción de “un moderno sistema de drenaje” para superar los riesgos y calamidades de las inundaciones urbanas.

Hasta ahora, son silbidos de ocasión para botar la presión ciudadana, pero en la realidad no se da un paso adelante y mucho menos se disponen los fondos para una obra vital para una ciudad que cada día se convierte en menos amigable para sus habitantes.

Desde el año 1969 existe un plan maestro para el manejo del drenaje pluvial y sanitario de Santo Domingo, actualizado en varias ocasiones, pero hasta ahora sigue siendo una carta de buenas intenciones que nadie inicia su implementación.

El litoral sur

Con el fuerte oleaje de los últimos fenómenos atmosféricos, una parte significativa de la autopista 30 de Mayo ha quedado desprovista de árboles y muros de contención para evitar que vehículos que eventualmente salten el contén, se vayan al acantilado y caigan al mar Caribe.

El tramo de mayor peligro de descarrilamiento de camiones, autobuses, camionetas y jeepetas se localiza en la autopista entre la calle Perimetral Oeste y la Urbanización Velazcasas.

Por ahí los vehículos que van en dirección oeste-este pasan a escasos metros de una pendiente pronunciada que concluye en las aguas profundas del mar Caribe.

Ahí no hay árboles ni muros tipo New Jersey. Un contén de unas 10 pulgadas de altura solo sirve para canalizar las aguas de la avenida, no para detener un vehículo accidentado.

Poner protección a ese tramo de la autopista no representa un gasto mayor para el Ayuntamiento del Distrito Nacional y mucho menos para el Ministerio de Obras Públicas.

Dejarlo al descubierto como está desde hace tres años representa un peligro que en cualquier momento se puede convertir en una tragedia.

Ahora eso se puede evitar siempre que las autoridades se ocupen de prestar atención a este peligro inminente en una de las vías más transitadas de la capital dominicana.

Eduardo Estrella

El nombramiento de Eduardo Estrella como titular de Obras Públicas representa un salto de calidad para el gobierno de Luis Abinader, porque el anterior “ministro” Deligne Ascención (tan buen padre y tan buen tío) sencillamente era ineficaz, era el hombre de los tramos y las tramoyas, la publicidad incontrolada y los aspavientos.

En la hoja de trabajo de Eduardo Estrella está su paso por ese mismo ministerio en el período de los últimos diez años del gobierno de Joaquín Balaguer, donde me lo encontré en horas de la noche en poblados de la frontera cumpliendo con su deber.

Es de esperar que con su disciplina de trabajo, su formación familiar donde destaco la grandeza de su tía Ely Estrella, con quien compartí un tiempo cuando yo era Jefe de Redacción de El Caribe en los años noventa y ella lideraba los esfuerzos de establecer OMG Datos, Eduardo eche adelante proyectos empantanados largo tiempo como la circunvalación de Baní, el puente de Los Hierros, elimine todos los policías acostados en carreteras que solo sirven para embotellar el tránsito.

Ascención deja a Obras Públicas con las dos salidas hacia el Norte y el Sur congestionadas.

Da vergüenza decir y escribir que en la avenida 27 de Febrero con Isabel Aguiar, donde se construye la esperada solución vial, Obras Públicas solo dejó un carril para evacuar el tapón que se forma desde la avenida Luperón.

No hay que ser ingeniero para saber que con solo quitar un poste secundario de energía eléctrica y llevarlo a cinco metros de distancia en la acera, se puede habilitar otro carril para una circulación más fluida.

Un principio elemental es que cuando se está reacondicionando una vía existente, el constructor tiene que garantizar la fluidez del tránsito por vías alternas.

Otro elemento que Eduardo Estrella debe establecer como una norma que había ignorado Ascención es la señalización a distancia cuando el tránsito sea bloqueado por reparaciones.

Hay que disponer avisos a distancias y policías de tránsito para que los conductores no queden atrapados a bocajarro.

Listín Diario

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