Campañas electorales y MCF
Pablo McKinney
Como el desamor a los amantes o el poder a los políticos, las campañas electorales desnudan a los partidos.
En las campañas electorales los partidos presentan sus mejores y sus peores credenciales. En ellas, la moral, la familia, las buenas formas, e incluso las leyes, -si son electorales-, pueden esperar y esperan, que para algo las hicieron/aprobaron ellos, sus beneficiarios.
Durante los tres meses de campaña el país es una chercha. Las campañas son el striptease de la política.
La búsqueda de votos sin freno ni prigilio todo lo justifica. Aunque es bueno anotar que las campañas electorales no corrompen, sincerizan. Así vemos que, quienes en sus programas de gobierno claman por la decencia y la institucionalidad, alcanzan orgasmos electorales cuando logran que el más perverso, corrupto y marrullero espécimen de la selva política les apoye.
Entonces, preparémonos para lo que viene, pues el lunes 20 de mayo más de uno tendrá que explicar a su financiador, inversionista lavador de activos, al narco solidario y al sicario de malos juegos dónde están los votos, dónde las curules prometidas que aseguró tener ganadas.
El lunes 20, eso que podríamos definir como Mini Crisis de Justificación (MCF), y que el pueblo llano reconoce como el “derecho al pataleo”, está asegurado. Para colmo de males, los dominicanos andamos tan desamparados que, por no tener, no tenemos ni siquiera un embajador gringo, que durante toda nuestra reciente Edad Media democrática tenía como costumbre la noche del domingo electoral visitar al presidente de la Junta Central para, a su salida, declarar a la prensa, que, aunque con las tradicionales irregularidades de nuestra cínica cultura política, las elecciones son válidas y que el imperio del áspero norte reconoce sus resultados y apoya a la Junta. A partir de ahí, todo comenzaba a fluir. Como ven, lo de ser colonia o patio trasero de un imperio conlleva sus humillaciones, pero también tiene sus ventajas.
En plan Joan Manuel Serrat, digamos que entre buenas gentes de buen corazón y generosa vocación de servicio, como Chanel Rosa, las campañas presentan al país “lo peor de cada casa”, “macarras de la moral” a quienes erráticamente acusamos de tenerla doble, cuando carecen de ella, según Raúl Rivero. Entonces, tócala otra vez, Nano, tócala otra vez: “Son el alma de la alarma/ son la salsa de la farsa/ los chulapos del gazapo/ los macarras de la moral”
Listín Diario