Carmen Posadas novela cómo el espionaje femenino influyó en la historia

Madrid, 25 oct (EFE).- La profesión de espía es la más vieja del mundo y las mujeres que la ejercieron a lo largo de la historia tienen la cualidad de que son más discretas que los hombres, asegura la escritora hispanouruguaya Carmen Posadas (Montevideo, 1953).

«Si ellos usan el sexo, son James Bond; si lo hacen las mujeres, ya sabemos…», dijo este martes la autora en la presentación de su última novela.

«Licencia para espiar» (editorial Espasa), según Posadas, está dedicada a algunas de las mujeres que, desde el Antiguo Testamento a la actualidad, se dedicaron a esa actividad e influyeron de forma decisiva en la historia, ya fueran «señoritas de alta sociedad, apacibles amas de casa, bailarinas, princesas indias o cantantes».

El interés de Posadas -autora de doce novelas, quince libros infantiles, dos biografías y varios ensayos- por el mundo del espionaje viene de lejos, aunque ella no serviría para ejercerlo, confesó, ya que sentiría «pavor» a que la descubrieran.

Cree que estamos rodeados de espías, «no solamente de altos vuelos, sino por todas partes», y comparte, al igual que una agente anónima, a la que entrevista al final del libro, que las mujeres en general son más sutiles a la hora de analizar los diferentes elementos de información.

Además, despiertan menos sospechas al introducirse en ciertos ambientes y son «sumamente discretas».

FASCINADA POR EL MUNDO DEL ESPIONAJE

Desde la bíblica Rahab, cuya intervención fue decisiva para conquistar la Tierra Prometida, Catalina de Médicis y su «escuadrón volante» o Mata Hari y princesas que pusieron su talento al servicio de Hitler o españolas que se vieron implicadas en algunos de los complots más importantes del siglo XX, como Caridad Mercader, son algunas de las protagonistas.

El silencio es el término que mejor sintetiza la labor de un espía, constató la escritora, que recordó cómo nació su interés por este mundo junto a sus padres, destinados en el Moscú soviético de los años 70, cuando «las embajadas extranjeras, incluso la de un país tan poco estratégico como el Uruguay, eran un nido de espías».

Su fascinación «por aquellos que eligen ver sin ser vistos» llevó a Posadas a este libro, que dedica esencialmente a mujeres espías occidentales a lo largo de la historia, a excepción de las de la India, a las que se conoce como «doncellas venenosas».

Jóvenes a las que desde niñas, explicó, se les daba pequeñas dosis de veneno para inmunizarlas, lo que las convertía en un «frasco de veneno ambulante», de tal forma que incluso con un beso podían llegar a matar.

Espías conocidas como Mata Hari, Josephine Baker o Hedy Lamarr y otras que fueron tan secretas como «la reina de corazones», que solo fue descubierta una vez muerta.

Era Larissa Swirski, agente doble en el Estrecho de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial, primero al servicio de los alemanes pero luego, al tener conocimiento de las atrocidades de los nazis, se ofreció a los aliados.

Otra de las espías a las que Posadas recuerda en el libro es Caridad Mercader, que intervino en una de las operaciones más famosas del siglo XX, el asesinato ordenado por Stalin de su enemigo León Trotski en México.

O la española África de las Heras, alias «Patria», que fue coronel de la Unión Soviética, aunque procedía de una familia amiga del dictador español Francisco Franco, y que tejió una red de espías por toda América del Sur.

Por Carmen Naranjo

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