CATALEJO: Los sueños en la niñez

Por ANULFO MATEO PEREZ

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Cuando un niño o niña durante la noche se despierta llorando, ese estado puede deberse a causas distintas, pero debo enfatizar que hay que tener presente si se trata de “terror nocturno”, que es un estado de miedo, en que el impacto del material onírico desborda la realidad.

El infante, entre los 3 y los 12 años, se mantiene temeroso en un estado intermedio, entre la vigilia y el sueño, sin poder despertar y hacer contacto con la realidad, a pesar de los estímulos de los padres o tutores.

El niño con los ojos abiertos no logra reconocer con claridad a quienes le rodean y no tienen la significación real frente al impacto de lo soñado. En ese momento, puede presentarse sudoración profusa.

Pero, además, y es muy importante, la desorientación, alucinaciones visuales; suelen orinarse en la cama involuntariamente, debido al estrés y confusión que en ese momento le afecta.

Son frecuentes las alucinaciones hipnagógicas (muy común al inicio del sueño), y las hipnopómpicas (al final del sueño), en la fase crepuscular, entre el sueño y la vigilia.

Las pesadillas también atormentan a los niños, más frecuentemente en la edad escolar, con manifestaciones menos intensas, y al despertar pueden recobrar el sentido de realidad. Y en la mayoría de los casos no requieren tratamiento médico.

Contrario a los adultos, los niños tienden a buscar el apoyo de sus padres, y en su ausencia el del hermano mayor o adulto más próximo, dificultando la reconciliación del sueño por temor a repetir la experiencia.

Algunas de las alteraciones de las descritas se vinculan a inmadurez cerebral, epilepsia, disritmias cerebrales o a importantes lesiones orgánicas del encéfalo, por ser producto de un parto distócico, trauma craneal o infecciones a ese nivel, entre otras.

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