Claudia Sheinbaum y el M-19: Reivindicación histórica o controversia política en América Latina
Santo Domingo, 2 de octubre – El presidente de Colombia, Gustavo Petro, volvió a encender el debate público tras afirmar con orgullo que Claudia Sheinbaum, recientemente posesionada como presidenta de México, tuvo vínculos con el grupo guerrillero colombiano M-19, al igual que él.
Petro no solo lanzó una declaración polémica, sino que reabrió viejas heridas relacionadas con el Movimiento 19 de Abril, mejor conocido como M-19, un grupo armado con una historia marcada por secuestros, asaltos y asesinatos, aunque también defendía ideales de nacionalismo y socialismo democrático.
El M-19 tenía como objetivo principal instaurar una democracia en Colombia, pero sus métodos violentos lo convirtieron en un actor temido tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Una de las acciones más recordadas y condenadas internacionalmente fue la toma de la embajada dominicana en Bogotá el 27 de febrero de 1980, un hecho que resonó a nivel mundial y afectó directamente las relaciones internacionales de Colombia.
La toma de la embajada dominicana: un escándalo internacional
Ese día, mientras la República Dominicana celebraba su Día de la Independencia, el embajador dominicano en Colombia, Diógenes Mallol Burgos, organizó una recepción en la sede diplomática, invitando a 16 diplomáticos de distintos países. Lo que debía ser una ocasión de celebración terminó en un acto terrorífico cuando miembros del M-19 irrumpieron en la embajada y tomaron a los diplomáticos como rehenes.
Tres guerrilleros lograron infiltrarse en la recepción, mientras otros 13 aseguraron el perímetro de la embajada. Liderados por el comandante Rosemberg Pabón, los guerrilleros tomaron el control del edificio y rápidamente lanzaron una amenaza: «Mataremos a dos de los rehenes cada 10 minutos si nuestras demandas no son escuchadas».
Esta toma, que duró 61 días, fue bautizada como «Operación Libertad y Democracia» por el M-19 y puso al gobierno colombiano, dirigido por Julio César Turbay, bajo intensa presión internacional.
Las demandas del grupo guerrillero eran claras: la liberación de más de 300 presos políticos y una suma millonaria en efectivo. Los diplomáticos rehenes incluían embajadores de Austria, Brasil, Costa Rica, Egipto, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Israel, México, Suiza, Uruguay, Venezuela y el Nuncio Apostólico. En total, más de 20 personas, entre diplomáticos y personal de la embajada, fueron retenidos durante la toma.
Negociaciones tensas y su desenlace
El gobierno colombiano intentó varias veces tomar el control de la situación por la fuerza, pero los esfuerzos resultaron infructuosos. En el proceso, uno de los guerrilleros murió, una mujer del M-19 resultó herida y el embajador de Venezuela también fue herido. Sin embargo, la presión internacional y el delicado manejo de la crisis forzaron al gobierno a optar por la negociación.
Las conversaciones entre el gobierno y el M-19 comenzaron nueve días después de la toma de la embajada y se extendieron durante 52 días más. Finalmente, se llegó a un acuerdo en el que los guerrilleros exigieron ser transportados a Cuba junto con los rehenes.
Fue en La Habana donde los diplomáticos fueron liberados. Aunque los guerrilleros no lograron la liberación de los presos políticos como habían demandado, sí obtuvieron un pago de tres millones de pesos, aparentemente facilitado por el gobierno de Israel.
El evento fue uno de los episodios más recordados de la historia reciente de la guerrilla colombiana. Aunque finalmente el gobierno colombiano otorgó una amnistía a los presos políticos dos años después, tras un acuerdo de paz firmado por el entonces presidente Belisario Betancur, las cicatrices de aquel evento continúan siendo recordadas.
La transformación del M-19 en partido político
El grupo guerrillero M-19 dejó las armas en 1990, como parte de un proceso de paz que culminó con su transformación en el partido político Alianza Democrática M-19. Gustavo Petro, quien fue parte del grupo durante su juventud, se convirtió en uno de los líderes más prominentes de esta nueva organización política. Décadas después, Petro asumiría la presidencia de Colombia, marcando un cambio radical en la historia del país.
Las declaraciones recientes de Petro sobre Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia de México, han generado controversia. Según Petro, Sheinbaum tuvo un rol indirecto en el M-19, ayudando a albergar guerrilleros colombianos perseguidos en México durante los años de conflicto. Sin embargo, Sheinbaum no ha comentado públicamente sobre esta vinculación, y en su biografía disponible en Wikipedia y otros portales no se menciona ningún vínculo con el M-19.
En un evento en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Petro declaró: «Claudia fue miembro del M-19. Muchos colombianos vinieron a parar a México porque siempre dio abrigo y cobijo a los perseguidos». Sus palabras fueron interpretadas como un intento de reivindicar la historia del M-19, destacando cómo México brindó refugio a muchos perseguidos políticos, incluidos escritores como Gabriel García Márquez.
El legado del embajador Diógenes Mallol Burgos
Diógenes Mallol Burgos, el embajador dominicano que fue tomado como rehén en 1980, falleció hace seis años. Mallol Burgos dedicó más de 25 años de su vida a la administración pública y su nombramiento como embajador de la República Dominicana en Colombia ocurrió durante el gobierno del fallecido presidente Antonio Guzmán Fernández. En 2005, el Senado dominicano aprobó una pensión de 30 mil pesos en reconocimiento a sus años de servicio.
A más de cuatro décadas de la toma de la embajada dominicana en Bogotá, el M-19 sigue siendo un tema de debate. Para algunos, fue un movimiento que luchó por ideales democráticos en tiempos de represión. Para otros, fue un grupo terrorista cuyas acciones violentas dejaron una marca imborrable en la historia de Colombia y en los países que se vieron involucrados en sus actividades.
Las declaraciones de Gustavo Petro sobre Claudia Sheinbaum han vuelto a poner en el candelero al M-19, recordando al mundo las complejidades y las heridas aún abiertas de los movimientos guerrilleros en América Latina.
Mientras tanto, el legado del M-19 sigue siendo objeto de controversia en la política regional, dividiendo opiniones sobre si debe ser recordado como un grupo que buscó el cambio social o como uno que utilizó el terror para avanzar su agenda.