Coherencia, credibilidad, confianza

Guillermo Caram

En política nacional e internacional ha de haber coherencia en ejercicio de funciones públicas para que los responsables de ejercerla, gobernantes, adquieran credibilidad necesaria para generar confianza que ciudadanos endosen Y así obtener resultados positivos y satisfactorios.

La coherencia se mide por relación de lo que se dice y hace. Entre relación de actuaciones pasadas y presentes.

Ejemplo: Putin ataca a Ucrania para defender integridad territorial y soberanía rusa. Israel agrede a Irán bajo el mismo argumento. Occidente repudia a Putin pero apoya a Israel. Incoherencia.

Incoherencias no hacen creíble ni generan confianza de posiciones enarboladas por occidente. Primando desconfianza no se obtienen resultados satisfactorios.

Anuncios incoherentes, sin sentido, guiados por euforia, afán de protagonismo, pretendiendo concitar esperanzas vanas y efímeras, terminan desvaneciéndose, generando frustraciones para encontrar soluciones efectivas, verdaderas.

Coherencia, credibilidad y confianza son vitales en la política doméstica.

Sorprende la pasividad e indiferencia con que nuestro gobierno está tomando conflictos bélicos en zonas petroleras.

Se limita a declarar preocupaciones y de vigilancia sin tomar acciones previsoras, contundentes.

Nos entretiene con giros a la izquierda y culpando motoristas, testimoniando una vez mas improvisación y que la soga se rompe por lado mas débil.

Nada se habla de disminuir la movilización urbana, reducción vehicular, prohibir importaciones de vehículos, restablecer trabajo a distancia, alternar circulación de vehículos según placas nones o pares, dejar en libertad a empresas y trabajadores establecer horarios.

De liberalizar comercialización de combustibles para que la competencia determine precios, no el gobierno, manteniendo impuestos y eliminando márgenes de comercialización. Que empresas importen combustibles al precio que mejor obtengan y los oferten al público en función de las reglas del mercado.

De revisar el distorsionante sistema de precios de compraventa de energía que privilegia generadores ineficientes.

De rediseñar gasto público, apoyando la producción nacional para alcanzar economía más autosuficiente que disminuya dependencia externa ante estas coyunturas.

Si no se adoptan previsiones como estas, nada vale que gobernantes se preocupen. Sus lamentos no serán creíbles, generando desconfianza ante gobernados sobre estos y otros temas.

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