Colombia, un semillero global de mercenarios: La migración de exmilitares y sus implicaciones

Bogotá, Colombia, 22 diciembre (Diario El País, España). – Durante las últimas décadas, Colombia ha ganado un lugar destacado como uno de los principales exportadores de mercenarios en el mundo.

Miles de exmilitares colombianos, muchos de ellos entrenados durante el conflicto armado interno que marcó al país durante más de medio siglo, han encontrado en los conflictos extranjeros y en el sector de la seguridad privada una fuente de sustento económico que no hallaron en su nación de origen.

Yeison Sánchez, un exsoldado del ejército colombiano de 31 años, es uno de los muchos casos que ilustran este fenómeno. A pesar de haber trabajado como vigilante y enfermero tras retirarse del servicio militar, Sánchez decidió apostar por un nuevo camino: enlistarse como voluntario en el ejército ucraniano para luchar contra la invasión rusa.

La motivación principal fue económica, alimentada por videos en redes sociales donde compatriotas prometían salarios de hasta 4.300 dólares al mes, muy por encima de lo que cualquier exmilitar colombiano podría aspirar en su país.

Con un ahorro de 2.300 dólares, Sánchez emprendió el viaje desde Bogotá hasta Ucrania, pasando por Madrid y Polonia. Sin embargo, la realidad que encontró en el frente de batalla en Zaporiyia estuvo lejos de las expectativas.

El sueldo real era inferior a lo prometido, y las condiciones laborales eran abusivas. Tras seis meses, Sánchez desertó, junto con otros 40 soldados de la legión internacional. “Éramos voluntarios, no rehenes”, recuerda, criticando las condiciones que enfrentaron, como castigos físicos y restricciones de comunicación.

El caso de Sánchez no es aislado. La experiencia acumulada durante años en combate ha hecho que los exmilitares colombianos sean altamente valorados en el mercado global de mercenarios y seguridad privada. Según expertos como Laura Lizarazo, de la consultora Control Risks, “Colombia tiene uno de los ejércitos más entrenados del mundo en tácticas de contrainsurgencia, lo que los hace atractivos para ejércitos extranjeros y empresas de seguridad privada”.

Desde el año 2000, se ha documentado la presencia de mercenarios colombianos en conflictos de países como Yemen, Libia, Somalia, Afganistán e incluso en operaciones polémicas como el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, en 2021.

La atracción del dinero y la desprotección del Estado

Muchos exmilitares colombianos reciben pensiones insuficientes para sostener a sus familias, lo que los empuja a buscar mejores oportunidades en el extranjero. Dante Hincapié, un suboficial retirado de la Armada, es uno de ellos.

Con 21 años de servicio, Hincapié optó por ir a Emiratos Árabes Unidos como parte de un batallón compuesto exclusivamente por colombianos. En su caso, la promesa económica fue cumplida: en tres años como mercenario, ganó cerca de 70.000 dólares, mientras que en Colombia su salario de retiro acumulaba apenas 15.000.

“Es una salida para muchos soldados retirados. El único culpable de que tantos se vayan es el Gobierno, que es indolente y no valora a sus militares”, critica Hincapié, quien también estuvo en Yemen escoltando buques en una zona infestada de piratas.

Sin embargo, no todos los exmilitares tienen experiencias positivas. Empresas de reclutamiento, como A4SI, han sido acusadas de engañar a sus contratados. Jaime Henao, exsargento del ejército colombiano, trabajó en Afganistán bajo la compañía Blackwater (ahora Academi) y más tarde en Emiratos Árabes Unidos. Aunque cumplió misiones de alto riesgo, como proteger a un expresidente afgano asilado, Henao señala que muchos de sus compatriotas han sido engañados y enviados a conflictos como el de Sudán bajo falsas promesas.

“Nos dicen que seremos escoltas privados, pero terminamos en zonas de guerra sin poder salir”, denuncia Henao. La falta de regulación en este mercado permite que empresas cambien de nombre y operen en países con frágiles economías, lo que dificulta rastrear sus operaciones.

El costo humano de esta industria es alto. Según la Cancillería colombiana, más de 300 colombianos han muerto en la guerra de Ucrania, mientras que otros permanecen detenidos en países como Rusia y Venezuela. Ante esta situación, el Gobierno colombiano ha impulsado una ley que busca prohibir completamente la actividad mercenaria, siguiendo un convenio de la ONU de 1989.

Jovana Ranito, presidenta del grupo de trabajo sobre mercenarios de Naciones Unidas, considera que la legislación es un paso importante, pero advierte que sin implementación efectiva, el problema persistirá. “El verdadero desafío es combatir a las empresas reclutadoras, que operan en un vacío legal en muchos países del Sur Global”, señala.

Un futuro incierto

A pesar de las iniciativas legales, el fenómeno no parece tener fin. Alfonso Manzur, fundador de Veteranos por Colombia, estima que miles de exmilitares colombianos seguirán ingresando al mercado global de mercenarios debido a las precarias condiciones económicas y la falta de programas efectivos de reintegración.

“Muchos de estos soldados vienen de entornos de pobreza y no tienen otra opción más que seguir en esta industria”, advierte Manzur. Aunque el Gobierno ha prometido aumentar las pensiones de retiro y crear programas de reintegración, estos esfuerzos todavía son insuficientes para contrarrestar la atracción de los salarios ofrecidos en el extranjero.

Los mercenarios colombianos consultados coinciden en que su motivación principal sigue siendo el dinero. Sánchez, de vuelta en Medellín, evalúa nuevas oportunidades en México o África. Henao, ahora instructor militar en Libia, admite que a pesar de los riesgos, el salario de 4.000 dólares que recibe le permite sostener a su familia. Hincapié, aunque retirado, sigue siendo un activista por los derechos de los veteranos.

“Uno es soldado desde que jura bandera hasta el fin de sus días”, concluye, resumiendo el sentimiento de muchos de sus compatriotas, que, ante la indiferencia del Estado, han encontrado en el mercado global de mercenarios una forma de sobrevivir y, en algunos casos, prosperar.

La historia de los exmilitares colombianos en el extranjero es un reflejo de las complejas dinámicas entre la economía, la política y la seguridad en un mundo globalizado. Mientras tanto, la pregunta sobre quién debe asumir la responsabilidad de proteger a estos veteranos sigue siendo un tema de debate, tanto dentro como fuera de Colombia.

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