Cómo pueden hacer los países para diversificar las exportaciones
Por Gonzalo Salinas
Fondo Monetario Internacional (FMI)
Cuatro factores que alcanzan a toda la economía —gobernanza, educación, infraestructura y política comercial— se encuentran estrechamente vinculados con una mayor variedad y complejidad de las exportaciones de todos los países.
Chile, el mayor productor de cobre del mundo, satisface alrededor de un tercio de la demanda internacional, y esos envíos representan aproximadamente la mitad de sus exportaciones de bienes.
Pero más allá del predominio en la industria minera, los flujos comerciales de Chile son más variados y complejos de lo que puede parecer, con significativas exportaciones de vehículos, productos farmacéuticos y equipos de telecomunicaciones. Y según un reciente estudio del personal técnico del FMI, la economía andina es un modelo ejemplar en términos de políticas de diversificación.
Al ir más allá de las materias primas, el estudio muestra que las políticas que alcanzan a toda la economía, como la gobernanza y la educación, contribuyen a fomentar la diversidad de las exportaciones más que las políticas industriales muy focalizadas, una observación que puede servir de mejor guía a las naciones que buscan expandir el comercio internacional.
El examen de 201 países y territorios no se limita a los índices de complejidad económica tradicionalmente utilizados por los economistas. Esas variables representativas de la capacidad productiva de un determinado sistema económico son muy sensibles a las materias primas, lo cual puede distorsionar su precisión.
Para producir un panorama más matizado, el análisis preparado por el personal técnico del FMI propone nuevas maneras de medir la diversidad y la complejidad de las exportaciones nacionales y plantea cómo pueden fomentar esa variedad las políticas que abarcan toda la economía. Los economistas las conocen como políticas horizontales, porque pueden aplicarse de manera amplia a todo un país, en lugar de centrarse en determinados sectores. El enfoque también tiene en cuenta la proximidad geográfica de una economía a sus socios comerciales y cómo afecta ese factor a las exportaciones, excluidas materias primas como los metales y el petróleo.
Esta perspectiva les ofrece a las autoridades lecciones para poder respaldar mejor un comercio exterior más multifacético, un objetivo común en las economías emergentes y en desarrollo porque está asociado a una menor volatilidad de la producción económica y una aceleración de la expansión a largo plazo.
Cuatro factores claves
La metodología muestra un vínculo claro entre las exportaciones ajenas a las materias primas que promueven la diversificación y la complejidad y cuatro variables que alcanzan a toda la economía y que ayudan a respaldarlas: gobernanza, educación, infraestructura y apertura del comercio exterior. Las mejoras en esos ámbitos contribuyen a la diversificación, porque crean condiciones que permiten estimular una exportación compleja o de mayor valor agregado.
Esto es significativo, ya que demostrar cómo las políticas que afectan a toda la economía explican efectivamente la diversificación pone en tela de juicio la creencia de que las políticas industriales que apuntalan determinados sectores son la mejor manera de ampliar el comercio internacional.
El análisis demuestra que, excepto por sus abundantes reservas de cobre, el perfil económico de Chile es sorprendentemente similar al de Malasia. La nación asiática también tiene un alto nivel de educación e instituciones sólidas, pero se beneficia de una proximidad mucho mayor a núcleos de la cadena de suministro mundial como China, Corea y Japón.
Los destacados exportadores asiáticos y europeos, desde Hong Kong y Singapur hasta Irlanda y Dinamarca, se caracterizan por embarques más diversos y complejos y por políticas horizontales más pronunciadas.
Las buenas políticas pueden influir mucho
Para los gobiernos que aspiran a tener flujos comerciales más variados, el nuevo enfoque utilizado para explicar la diversificación subraya la necesidad de acortar efectivamente la distancia geográfica realzando la conectividad entre naciones. Mejorar la logística del transporte, en los puertos marítimos por ejemplo, acorta efectivamente la distancia al reducir el tiempo de viaje de los bienes. Otras políticas útiles consisten en flexibilizar las barreras comerciales, mejorar la facilitación del comercio, promover la difusión de tecnologías mediante programas de intercambio educativo e invertir en tecnologías de comunicaciones que apuntalan la economía digital, como la banda ancha.
Fortalecer las políticas horizontales puede parecer difícil, especialmente para países con ingresos más bajos. Sin embargo, varios países tienen políticas mucho más sólidas de lo que cabría esperar teniendo en cuenta su nivel de ingresos: Rwanda en términos de gobernanza; Georgia y Ucrania en términos de logro educativo; Malasia, en términos de infraestructura; y Mauricio y Perú en términos de aranceles. Estas economías pueden servir de modelo.
Indudablemente, eso no niega la posible eficacia de un respaldo más focalizado en determinados sectores. Sin embargo, las palancas de la política industrial pueden resultar menos eficaces, o incluso perniciosas. Entre los posibles obstáculos cabe mencionar una capacidad fiscal disminuida, una carrera destructiva en el ámbito de la tributación y una erosión del multilateralismo. Su eficacia tampoco está comprobada a nivel estadístico y multinacional.
En cambio, las estrategias de diversificación elaboradas en torno a una conectividad y políticas más amplias son menos polémicas y más propicias desde el punto de vista de la diversificación y la complejidad de las exportaciones.