Crece la crisis humanitaria en Gaza mientras Blinken busca apoyos para un alto el fuego temporal
RAFAH, Franja de Gaza, 4 nov. — El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se reunió el sábado con ministros de Exteriores árabes para buscar vías para aliviar la creciente crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Su misión se ve complicada por la insistencia de Israel en que no habrá un alto el fuego temporal hasta que se libere a todos los rehenes en manos de Hamás.
Con un lenguaje inusualmente directo, el secretario general de Naciones Unidas dijo que las condiciones en Gaza son “horribles” mientras los combates siguen intensificándose. Ante la escasez de alimentos, agua y combustible — crucial para los generadores que hacen funcionar los hospitales y otras instalaciones —, António Guterres pidió un alto el fuego inmediato para permitir la entrada de ayuda humanitaria en el enclave.
“Toda una población está traumatizada, ningún lugar es seguro”, afirmó el viernes.
Guterres dijo que no ha olvidado la matanza de civiles a manos de los insurgentes de Hamás durante su asalto a Israel hace casi un mes, pero apuntó que hay que proteger a los civiles y la infraestructura civil. Además, los civiles no deben ser utilizados como escudos humanos, agregó al tiempo que pidió al grupo insurgente que deje libres a los alrededor de 240 rehenes que tiene.
Las fuerzas israelíes han rodeado la Ciudad de Gaza y han pedido a la población que se marche al sur para evitar quedar atrapada en los combates a medida que su campaña terrestre gana fuerza.
Un hombre que siguió la orden de evacuación dijo que ni en el sur se sentía seguro.
Raed Mattar, que se refugiaba en una escuela en la ciudad sureña de Khan Younis tras marcharse del norte del enclave al inicio de la guerra, dijo que escuchaba explosiones de forma habitual, causadas aparentemente causadas por ataques aéreos.
“La gente nunca duerme”, dijo. “El sonido de las explosiones no para nunca”.
Alrededor de 1,5 millones de personas en Gaza, el 70% de su población, han huido de sus hogares, dijo la ONU el viernes.
El del viernes a Tel Aviv fue el tercer viaje de Blinken a Israel desde que comenzó la guerra. El funcionario reiteró el llamado del presidente Joe Biden a un breve cese de los combates para abordar una crisis humanitaria cada vez más grave. Pero el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que no habrá ninguna pausa humanitaria hasta que Hamás libere a los rehenes.
Esta postura complica el diálogo que mantiene Blinken en Amán con diplomáticos de Jordania, Egipto, Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y la Autoridad Palestina, que siguen enojados y recelan profundamente de Israel.
Además de la distribución de ayuda, de permitir la salida de extranjeros y de la liberación de los rehenes, Blinken pretende que Jordania y otras naciones árabes comiencen a pensar en el futuro de Gaza si Israel consigue arrebatarle el control de la Franja a Hamás.
Hasta ahora, los líderes árabes se han resistido a las sugerencias estadounidenses para que desempeñen un papel más importante en la crisis, expresando su malestar por las bajas civiles en las operaciones militares israelíes pero creyendo que Gaza será un problema creado por Israel.
Pese a esto, los funcionarios estadounidenses creen que el respaldo árabe — por modesto que sea — será crítico en los esfuerzos encaminados no solo a mejorar las cada vez peores condiciones de vida en Gaza sino para sentar las bases para lo que sustituirá a Hamás como autoridad gobernante si la campaña israelí tiene éxito.
Más de 9.200 palestinos han perdido la vida en Gaza desde el inicio de los combates, en su mayoría mujeres y menores, y más de 32.000 resultaron heridos, según el Ministerio de Salud de la Franja, que está dirigido por Hamás y no diferencia entre víctimas civiles y combatientes.
En el lado israelí han perdido la vida más de 1.400 personas, principalmente civiles asesinados durante la letal incursión insurgente, y había alrededor de 5.400 heridos. Veinticuatro soldados han muerto en Gaza desde el inicio de la campaña terrestre israelí.
AP