Crisis y perspectivas

Anulfo Mateo Pérez

El ejercicio de la política se ha hecho cada vez más difícil y complejo, por el predominio del pragmatismo y voluntarismo en el accionar de los partidos y sus élites dirigenciales, evadiendo así la discusión de temas esenciales que deben ser debatidos a profundidad, con sentido analítico y crítico.

Por supuesto que esa conducta tiene su matriz en la crisis de las ideologías, degradadas a un nivel en que las fronteras entre unas y otras son cada vez más frágiles y permeables a intereses corporativos.

Partidos políticos, sindicatos, asociaciones y gremios de distintas corrientes, se expresaban respondiendo a intereses de clases, ahora borrados de un plumazo por mezquinos manejos lucrativos de sus cúpulas. 

Hasta hace poco, las organizaciones políticas del sistema eran una expresión pura de las clases dominantes, para devenir en grupos marginales gansterizados que se sustentan a sí mismas en el Estado.

La partidocracia de nuestro país, con un capitalismo salvaje, dependiente y atrasado, está en una crisis irreversible, como lo está el sistema político y las instituciones que integran los tres poderes del Estado.

Por eso, el transfuguismo, clientelismo, cohecho, defraudación del erario, estafa e impunidad han tomado el escenario de la actividad política, a un nivel que es imposible controlar dentro del orden establecido.

Los sustentadores de este pervertido sistema político se han convertido en sus sepultureros, cuyos gobiernos y representantes partidocráticos en los poderes públicos son cada vez más ilegítimos y repudiados.

Y para evitar “ralentizar” los cambios verdaderos frente a todo esto, las izquierdas deben retomar el rumbo y capacidad de respuesta, perdidos desde la caída de la URSS y el imperio de un mundo unipolar.

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