¿Cuál es la verdad de la Reforma Fiscal?

 Julián Padilla

Todo el mundo se enfoca en la necesidad de más ingresos o de menos gastos para poder cubrir un déficit fiscal creado por el crimen financiero a la nación. Se hace énfasis en los últimos cinco años pues es el lapso donde ha operado la eficiente y aplaudida gestión del cambio.

Con la enorme cantidad de obras públicas, han quedado más que justificados los préstamos aprobados por un congreso totalmente equilibrado y con un firme propósito pro nación. El uso correcto del dinero está a la vista, y se reconocen los meritos y el progreso que ha sumado la presente gestión a la nación dominicana. No se entiende como con tanta efectividad y eficiencia operativa, se puede tener algo cercano a un déficit fiscal.

Pero saliéndonos un poco de esta tragicomedia de las finanzas públicas, hay elementos que llaman poderosamente la atención y que parten de un enunciado que pretende influir en los diferentes sectores de la población y es la reciente declaración del ministro de hacienda cuando dice: “no tenemos una crisis fiscal hoy, por eso el mejor momento es ahora para la reforma”.

Aunque la terminología que se utiliza en estos temas casi siempre van dirigidas a técnicos, vale la pena que se replanteen los conceptos y los contextos, de forma tal, que la justificación del bombazo sea asimilada y apoyada por la población.

Veamos algunos ejemplos. Los colmados hablan de una caída en las ventas de un 37% y adjudican a este comportamiento a la existencia de una recesión.

El director de PROCONSUMIDOR por otro lado, le dice a la población al referirse al incremento abrupto de precio de un Botellón de agua potable: compren donde le venden más barato.

Aunque anclamos en el terreno de lo particular, podemos caer en cuenta, de que el poder radica totalmente en los consumidores.

Comprar donde le vende más barato es una teoría y una práctica inteligente, para hacer rendir el dinero. Es que si usted compra en un colmado una leche que le cuesta a usted en un supermercado 80 pesos, usted tiene que pagar 125 pesos.

Entonces paseamos por el terreno de la elasticidad precio de la demanda. Es algo que se verifica claramente en la práctica. Suben los precios, cae la demanda de un porcentaje importante de bienes pues reaccionan al precio. Y hasta en los productos de extrema necesidad como lo podría ser un medicamento, si usted usa un medicamente de marca y viene un súper aumento, entonces, cambia de marca o se va a los productos genéricos.

Y ¿cuál es el resultado para el volumen de las ventas del producto de marca?, caen las unidades vendidas.

En eso no hay secretos. Pero en el caso de los comestibles, la traición al consumidor es múltiple y de eso hemos ya hablado varias veces, con el caso de la reduflación, un engaño en el peso neto y hasta en el cambio de formulaciones, para abaratar aún los costos, dañando la calidad del producto, pero con un alza en el precio.

Y ¿quién defiende al consumidor?, que solo le queda, buscar productos sustitutos, dejar de comprar esos productos y ¿cuál es la consecuencia?, caen las unidades vendidas de esos productos y se tienen que bajar los precios o se dañan los mismos en el almacén. Pero no tenemos aún esos niveles de conciencia colectiva.

Pero vámonos del lado del gobierno, ¿qué sucede en las finanzas publicas cuando la inflación crea caída en las unidades vendidas?, es posible que no se dé una relación directamente proporcional en las recaudaciones y que estas tengan una merma, pues con menos unidades vendidas, se tendrían menos itbis y también con menos ventas netas se tendrían menos anticipos que pagar y si no se tienen mayores beneficios entonces, también habrá una menor recaudación con el impuesto sobre la renta.

Pero si en adición se tiene también, una nomina con mucho menos personal, por aquello de la inteligencia artificial, entonces también se tienen menos contribuciones en todo lo que es seguridad social y lo que son las retenciones a empleados por los impuestos a pagar.

De ahí, que podría ser contraproducente insistir en la indexación salarial por el lado de los impuestos en estos momentos y en cambio, se ve más como un “apoyo irresponsable e indirecto” de una oposición que calla con la reforma fiscal, pues si mañana alcanzan el poder, mañana manejarían más recursos para el reparto del botín.

Pero algunos puntos más son relevantes. No se le ha dicho al pueblo dominicano en detalle ¿cuáles son los cambios que se quieren hacer específicos en la llamada Reforma Fiscal y cómo esto le puede afectar en lo personal y familiar?

Tampoco se percibe transparencia, pues llama mucho la atención, que una clase empresarial siempre renuente a más impuestos, ahora promueva abiertamente la denominada Reforma Fiscal. ¡Aquí hay gato entre macuto, es lo que se percibe!

Si los empresarios solo piensan en función de crear más riquezas, ¿cuál es el valor agregado que tendrían con una reforma fiscal?, ¿o es que de repente se han convertido en filántropos ó filósofos propulsores de la mayéutica socrática?.

Y una pregunta más, rescatando el tema de la elasticidad aplicable totalmente al menú tributario. ¿Por qué no se habla de un impuesto único con una tasa baja? ¡Apliquemos la curva de Laffer!. En algunos países se ha logrado mejorar la productividad y además la atracción de la inversión extranjera directa, eliminando los 1200 impuestos que muchas veces la gente ni comprende.

Pero lo más importante, ¿Por qué no dejamos que un Referéndum decida qué hacer para aumentar los ingresos fiscales, incluyendo la recuperación de lo saqueado en los últimos 25 años por funcionarios corruptos y testaferros?. Me parece que la verdad de la reforma fiscal debe develarse y que el Soberano Mandante decida, que hacer y cómo hacerlo para aumentar los ingresos del estado.

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