Cuando el sistema no te da oportunidades, créalas tú
Por Anthony Franco Montero
Constantemente recibo mensajes de jóvenes que anhelan un empleo digno. Son muchachos y muchachas desesperados por concluir su carrera universitaria, pero que no encuentran los medios económicos para hacerlo. Madres solteras que desean brindar una mejor calidad de vida a sus hijos se nos acercan o escriben por redes sociales en busca de una oportunidad para crecer y salir adelante.
Otros jóvenes sí han logrado terminar sus estudios universitarios, pero se enfrentan al difícil panorama de la falta de vacantes. En muchos casos, para obtener un empleo se les exige una carta o recomendación de un político, aun cuando poseen las destrezas y habilidades necesarias para desempeñar sus funciones con excelencia. Esta realidad duele y desanima, porque el mérito y la capacidad deberían ser suficientes para abrir puertas.
Conozco jóvenes que, aun con empleo, devengan salarios que no superan los 30,000 pesos dominicanos. Ingresos que no les alcanzan para tener una vida digna, pues la canasta familiar está muy por encima de esa cifra, sin contar el pago de la electricidad, el teléfono o el internet. Otros, con salarios entre 15,000 y 20,000 pesos mensuales, se han dejado arrastrar por el mal uso de las tarjetas de crédito. Ven en ellas una oportunidad inmediata, pero terminan endeudados, sin educación financiera ni proyección de futuro.
Recientemente, una joven me confesó que todo lo que ganaba en la quincena lo utilizaba para pagar su tarjeta de crédito. No compraba alimentos, ni libros, ni invertía en su formación. Solo pagaba deudas. Me entristeció profundamente escucharla, porque refleja una realidad común: la falta de visión, de propósito y de planificación.
Me preocupa la dirección que lleva nuestra sociedad, pero aún más, la ausencia de visión emprendedora en la juventud. Muchos han enterrado sus talentos y se han conformado con esperar que el sistema los sostenga. Falta autonomía, determinación y la valentía de crear sus propias oportunidades.
Creo firmemente que debe levantarse una generación que emprenda, lea, se cultive, no se detenga, brille y sea excelente. No puedo entender cómo un joven que domina el inglés no está generando ingresos ofreciendo tutorías, clases en línea o creando comunidades educativas en plataformas digitales. Tampoco comprendo cómo quienes estudiaron contabilidad o comunicación se conforman con un salario mínimo, cuando pueden emprender un medio informativo digital, un canal o brindar servicios profesionales por cuenta propia.
El mundo está cambiando, y con él las oportunidades. Hoy no basta con esperar un empleo; hay que crear el propio camino. Emprender no solo significa tener un negocio, sino convertir tus talentos, conocimientos y pasiones en herramientas que generen valor y bienestar.
Por eso, urge que desde las iglesias, las escuelas y el Estado se implementen políticas públicas que vayan más allá de la asistencia social. Necesitamos programas de orientación, capacitación y motivación, que impulsen a los jóvenes a ser productivos, innovadores y a tomar el control de su destino.
La juventud dominicana tiene talento, creatividad y energía. Solo necesita visión, guía y fe para descubrir que emprender es la verdadera alternativa para transformar su futuro y el de la nación.

