Cuando la geopolítica domina
Nelson Encarnación
Es muy probable que en circunstancias distintas a las que prevalecen actualmente en materia de geopolítica, el presidente Luis Abinader no hubiese complacido a los Estados Unidos con la concesión de dos aeropuertos para sus operaciones “contra el narcotráfico” en el área del Caribe.
Sin embargo, la realidad geoestratégica actual mediatiza de manera significativa las decisiones de países como el nuestro, bajo la influencia de la principal potencia militar, cuyas políticas condicionan la autodeterminación de las naciones débiles. En ese contexto, la actuación del jefe del Estado tiene una justificación geopolítica que no se puede soslayar, aunque no se esté de acuerdo con ella.
Ahora bien, imaginamos que la autorización concedida para el uso del aeropuerto internacional de Las Américas y el militar de dan Isidro, ha sido condicionado a que desde estas terminales no se lancen ataques contra ningún otro país.
Uno no imagina que la República Dominicana preste su territorio para agredir a otra nación, luego de nosotros haber sufrido dos invasiones en el siglo XX, una de las cuales duró ocho años.
Es decir, podemos apostar, resueltamente, que la autorización es sólo una contribución a lo que la administración de Trump asegura lucha contra el narcotráfico internacional, sobre todo para tratar de evitar el ingreso de drogas a los Estados Unidos.
Aunque muchos recelan de la alegada lucha, de ser real esta cruzada, hay que estar de acuerdo, pues es deber de las autoridades estadounidenses evitar por todos medios posibles, el ingreso de sustancias prohibidas que tienen una incidencia devastadora sobre millones de personas.
Existen estadísticas no desmentidas que cifran sobre los 35 millones el número de la población que, de algún modo, consumen drogas, algunas de manera recreativa, pero la inmensa mayoría son dependientes crónicos-considerados enfermos-quienes no pueden vivir sin su dosis.
Esta realidad explicaría que, pese al inmenso poderío militar y tecnológico de los Estados Unidos, no se haya podido -o querido- evitar el ingreso de grandes cantidades de sustancias controladas.
El otro factor es esencialmente económico, pues miles de magnates del narcotráfico internacional blanquean sus gruesos capitales en bancos de las grandes potencias.
Son los hechos fácticos que condicional el comportamiento de siempre, pese a cualquier otro argumento.

