Cuando la legítima defensa se torna ilegítima

César Pérez

El reciente ataque del movimiento político-religioso Hamás a Israel y las acciones militares que este ha asumido como respuesta, son acontecimientos que han puesto en vilo a gran parte del mundo, al tiempo de conmover la conciencia de influyentes pensadores del mundo intelectual y político. Pocas veces tantos eminentes pensadores árabes han condenado tan duro una acción de una organización árabe contra Israel, mismo que pensadores israelíes y simples judíos sean tan categóricos en su condena a una acción militar del israelí. Consternados, todos han expresado que el principio de “legítima defensa” tiene límites inviolables de carácter moral y político.

Esto obliga a situar el tema en una perspectiva histórica. Durante 75 años Israel ha sido sistemático en la apropiación de lo que les queda a los palestinos de su territorio ocupado en 1948, teniendo que emigrar hacia diversos países, viviendo muchos en condiciones de apátridas, sin pasaporte y sin poder viajar a otros lugares para ejercer, entre otros, su derecho a la reunificación familiar. Israel ha violado resoluciones de la ONU para que devuelva los territorios palestinos ocupados durante la guerra de 1967 y los Acuerdos de Oslo de 1993 para detener la ocupación de terrenos como condición para la paz.

También, a pesar de eso, 22 miembros de la Liga Árabe en el 2002 acordaron reconocer la existencia de Israel a cambio de que este abandonase los territorios ocupados y reconociese un Estado Palestino, algo en que están de acuerdo grandes figuras israelíes y los árabes que han tenido la seriedad y valor para condenar la reciente acción de Hamás y que son reprimidos por su oposición a esas satrapías político/religiosas árabes financiadoras de los grupos fundamentalistas. Mientras exista la política de acoso y exterminio existirán esos grupos, solo la paz podría reducirlos a la insignificancia política, lo saben, los señores de la guerra de los EEUU y de algunos países europeos que sabotean los acuerdos orientados hacia la paz.

Pero ¡cuidado!, nos advierte Amin Maalouf, a veces los que han sufrido la arrogancia colonial, el racismo, la xenofobia, también cometen su propia arrogancia, su racismo y su xenofobia y nos olvidamos de la suerte de sus víctimas dentro y fuera de sus territorios. Comprender esto es vital para tener la fuerza moral que logre articular el abanico de conciencias de esos árabes que desean la paz y de esos judíos que no quieren que en su nombre Israel extienda su holocausto en Gaza y para encontrar una solución sostenible a los conflictos en esa región. Por mis profundas raíces en la cultura de izquierda, en esa perspectiva sitúo mi apoyo al pueblo palestino.

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