Cuba en la oscuridad: hambre, represión y un pueblo al borde del colapso social

La Habana, Cuba – 7 de diciembre de 2025 (Agencias). – Cuba atraviesa hoy una de las crisis más profundas de su historia reciente: apagones recurrentes, escasez de alimentos, deterioro generalizado en los servicios básicos, precariedad económica y creciente descontento social, todo bajo un régimen que aparenta mantener el control, mientras la mayoría de la población vive al filo de la sobrevivencia.


Apagones interminables, vida sin luz

El suministro eléctrico es ya una pesadilla cotidiana. En 2025 se han multiplicado los apagones diarios, algunos prolongados por más de 16 a 20 horas. En un episodio reciente, una falla en una línea de transmisión dejó sin electricidad a la capital y varias provincias occidentales por casi 12 horas.

Este problema no es nuevo: en 2024 la isla sufrió su quinto apagón general en menos de un año. En esos eventos, se dejó sin energía a cerca de 10 millones de personas — la mayoría de la población —, afectando hogares, servicios médicos, suministro de agua y transporte.

Las autoridades atribuyen la crisis energética a la infraestructura envejecida, la escasez de combustible — agravada por la reducción de importaciones de aliados como Venezuela, Rusia y México — y al impacto de fenómenos naturales.

Pero para millones de cubanos, los cortes eléctricos son más que una incomodidad: son sinónimo de una vida al límite, donde no hay luz para cocinar, estudiar, trabajar o simplemente vivir dignamente.


Hambre, escasez y pobreza extrema

La crisis no se limita a la electricidad. El abastecimiento de alimentos y bienes esenciales — así como el acceso a medicinas y productos básicos — es catastrófico.

Según el más reciente informe del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), alrededor del 89 % de los hogares cubanos vive en pobreza extrema.

Ese informe revela también que una mayoría significativa de familias han tenido que saltarse comidas debido a falta de dinero o de comida.

Entre las principales preocupaciones de la población hoy aparecen, por primera vez, los apagones por encima de la crisis alimentaria (72 % vs. 71 %). Les siguen el costo de la vida, los bajos salarios y la salud pública.

Los ingresos reales son paupérrimos. En un análisis de 2025 se señala que el 74 % de los hogares tiene ingresos mensuales por debajo de 23 000 pesos cubanos (CUP).

Aunque no hay cifras oficiales actualizadas públicas sobre el salario mínimo para profesionales, reportes independientes mencionan que muchos cubanos perciben ingresos equivalentes a — según una referencia reciente — apenas unos pocos dólares mensuales, insuficientes para cubrir necesidades básicas.

Un artículo señala que en el contexto actual — donde un cartón de huevos puede costar más de lo que gana un profesional en un mes — la sobrevivencia depende de remesas, mercado informal o trueque.


Desindustrialización, caída agrícola e impacto en la producción

La incapacidad de garantizar una producción agropecuaria suficiente para alimentar al país es otro factor clave de la crisis. Sectores tradicionales como la agricultura, la ganadería, la industria azucarera y tabacalera — antaño pilares de la economía cubana — han sufrido un colapso productivo en los últimos años.

Este desplome se ve agravado por la depreciación de la moneda, la falta de insumos, la ausencia de inversión en infraestructura y la limitación para importar recursos, lo que reduce drásticamente el rendimiento del agro y la industria nacional.

Aunque el régimen de Miguel Díaz‑Canel asegura recibir ayuda de países aliados — como petróleo de Venezuela, Rusia o México —, esto no ha sido suficiente para revertir la crisis energética ni impedir el derrumbe productivo.

La consecuencia: escasez crónica de alimentos, dependencia del mercado informal o de remesas, y un deterioro del nivel de vida generalizado.


Represión, éxodo y desesperanza social

El colapso económico convive con un régimen autoritario que limita las libertades civiles, reprime el disenso y controla férreamente los medios de comunicación.

Las protestas — aunque cada vez más raras — han reaparecido cuando la situación se vuelve insostenible. Por ejemplo, en marzo de 2024 estallaron manifestaciones en varias ciudades para exigir electricidad y alimentos.

Sin embargo, muchos cubanos sienten que no hay salida posible mientras el régimen mantenga el control, y más de tres cuartas partes de la población — según el informe del OCDH — considera emigrar del país.

Para cientos de miles, el éxodo ya comenzó: se calcula que desde 2022 la isla ha registrado un aumento dramático en salidas de ciudadanos, huyendo de la pobreza, la represión y la precariedad.


Entre culpar al embargo y asumir la realidad

El gobierno cubano suele culpar al embargo impuesto por los Estados Unidos — y al bloqueo económico internacional — por los problemas estructurales de la isla. Sin duda, esas sanciones han dificultado el acceso a insumos, combustible y financiamiento externo.

Pero una revisión cuidadosa revela que muchas de las causas son internas: deterioro prolongado de la infraestructura, falta de inversión, políticas económicas erráticas, ausencia de reformas profundas al modelo productivo, burocracia, corrupción y mala gestión.

La caída de la industria azucarera, la producción tabacalera, la agricultura, la energía, el frenazo del turismo — todo eso no depende exclusivamente del embargo, sino de décadas de estancamiento y agotamiento de un modelo que no ha sabido renovarse.

Comentarios
Difundelo