De candidaturas, discursos y democracia

Por César Pérez

Nuestro país vive en estado de permanente campaña electoral. En medio de una, se está preparando la próxima. Por consiguiente, concomitantemente con la instalación de los gobiernos nacionales y locales, se instalan los equipos de campaña de los candidatos para los próximos comicios, casi todos funcionarios del gobierno de turno. Es la norma. Esta vez, los candidato o precandidatos para las elecciones del 2028 tienen que referirse y definirse frente temas que son cruciales para el futuro del país en términos políticos, sociales y económicos y que, además, están al centro del debate político a nivel mundial. De la posición que tome un determinado candidato frente a esos temas dependerá su futuro, el del partido postulante y el de nuestra democracia.

Y es que, nunca como ahora se había producido a nivel mundial una ofensiva tan generalizada, agresiva y corrosiva contra los principios básicos en que se asienta la democracia política como la que actualmente llevan a cabo ese amasijo de grupos, partidos y colectivos con integrantes venidos de matrices ideológicas de toda suerte, pero mayoritariamente de la derecha tradicional, escépticos y desclasados que forman lo que algunos actores llaman nueva derecha. El relato/lenguaje basado en la simplificación, el mito para crear el miedo que induce al odio negador de derechos, la exclusión y a veces a las guerras y las matanzas, juega un papel fundamental en la táctica de esos grupos para alcanzar el poder, teniendo en vilo la democracia.

Con la teoría/mito del “reemplazo”, que afirma que los inmigrantes no blancos remplazarán la población “originaria”, la blanca, porque aquellos se “reproducen más rápido”, se justifica el rechazo toda política de regulación de los inmigrantes (lo que aquí se buscó con la sentencia 168-.13), y producir deportaciones masivas, indiscriminadas esencialmente al margen de la Ley. Incluso de algunos regularizados, como se hace en los EEUU. Se busca envenenar el alma nacional de muchos países con el fanatismo religioso, elitismo, clasismo y racismo, la vuelta a la educación tradicional en el sistema educativo, como la lectura obligatoria de la biblia y los diez mandamientos en las escuelas del gobierno trumpista (lo mismo quieren imponer aquí algunos diputados), la masculinidad tóxica, el rechazo a la libre opción sexual.

Con esos mitos, cabalgan en la bestia de la intolerancia diversos partidos políticos, movimientos, colectivos y figuras que se piensan mesiánicas. Esas fábulas, con las que se construye el relato político en la actualidad, constituyen el contexto en que discurrirán las próximas elecciones en nuestro país, del cual es difícil sustraerse, pero muy fácil asumirlas en parte y hasta totalmente. Por eso, como expreso en el aserto inicial de este texto, de cómo los precandidatos y candidatos partidarios o de movimientos capeen este tormentoso contexto de fábulas e intolerancia dependerá el futuro inmediato, quizás mediato, de las conquistas democráticas que tenemos y de los partidos, sus candidatos y los movimientos mismos.

Es muy posible que algunos precandidatos o candidatos quieran aprovechar el clima de miedo y hasta de odio con se está llevando el tema migratorio en el mundo y aquí. Es posible que algunos asuman las partes más escabrosas en que discurre esta cuestión para tratar de sumar voluntades/votos para su causa. En ese sentido, ya despuntan las intenciones. De hacerlo, estarían demostrando su incapacidad de superar los factores que hacen convulsos estos tiempos, de los factores que tienen en estado casi comatoso la democracia. Aquellos que pretenden puestos de mando en las diferentes instancias del poder en las próximas elecciones tienen que definirse en torno a cuestiones cruciales, entre otras: el carácter laico del Estado para garantizar la pluralidad, libertad religiosa y separación de lo público y lo privado.

Igualmente, saber que la negación de derechos erosiona los pilares que sostienen la sana convivencia ciudadana y el desarrollo económico y político; definirse ante el tema de la regularización de la población migrante que demanda sus derechos adquiridos a lo largo del tiempo y de sus vivencias en el país produciendo riqueza y de la mano de obra que demandan determinados sectores productivos del país. A ese propósito, recordar a los precandidatos y candidatos del PRM, sobre todo, que quien apoye la negación de esos derechos deshonrará la memoria de Peña Gómez, a quien, según Hugo Tolentino, de alguna manera, a pesar de su condición de prócer nacional, también póstumamente fue despojado de su nacionalidad con la Sentencia 168-13.

Recordar a los candidatos, y a otros, que asumir el discurso construidos sobre la fofa base de los mitos y las falsificaciones por los neotrujillistas, al final sólo conduce a la ruina política y moral.  Que, a pesar de los golpes a la democracia en todo el mundo, las protestas multitudinarias siguen produciéndose en su defensa y contra el retroceso. Son notorias y expandidas las que actualmente se desarrollan en los EEUU contra las políticas represivas del trumpismo. De esos acontecimientos no somos ajenos. Lo enseña esa otra parte de la historia que se hace no “para hacernos sentir bien ni para borrar lo incómodo, sino para ayudarnos a crecer y aprender”, como dice john a. power.

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