De la Doctrina Reagan a la Doctrina Trump: dos visiones del poder estadounidense

Julio E. Diaz Sosa

La política exterior de Estados Unidos ha oscilado durante mucho tiempo entre el intervencionismo y la contención, el idealismo y el realismo. Pocas doctrinas han definido con tanta claridad una postura intervencionista durante la Guerra Fría como la Doctrina Reagan, poderosamente articulada por el comentarista conservador Charles Krauthammer en la década de 1980. Décadas después, bajo el segundo mandato del presidente Donald Trump, la política exterior estadounidense ha adoptado un tono marcadamente diferente, centrado menos en batallas ideológicas y más en un nacionalismo transaccional. Sin embargo, ambas doctrinas comparten un objetivo común: reconfigurar el orden mundial en favor de Estados Unidos. Las diferencias críticas radican en los medios y supuestos que sustentan cada una.

La Doctrina Reagan: intervencionismo idealista

La Doctrina Reagan, tal como la expuso Charles Krauthammer en su influyente ensayo de 1985 en la revista Time, era tanto una estrategia como una visión moral. Declaraba el apoyo de Estados Unidos a las insurgencias anticomunistas en todo el mundo, no solo para contener la influencia soviética, sino para revertirla. Krauthammer presentó esta doctrina como un «retroceso» del comunismo: no simplemente una postura defensiva, sino una ofensiva ideológica agresiva.

Lo que distinguía a la Doctrina Reagan era su respaldo a los “luchadores por la libertad” en todo el mundo: los Contras en Nicaragua, los muyahidines en Afganistán, UNITA en Angola, entre otros. La claridad moral con la que Krauthammer defendía estos compromisos se derivaba de su creencia en el excepcionalismo estadounidense y en la lucha global entre la libertad y el totalitarismo. En su enfoque, Estados Unidos tenía la obligación moral de extender la libertad más allá de sus fronteras, y el realismo de la Guerra Fría se fusionaba con el idealismo democrático.

Krauthammer también veía esta doctrina como una forma de restaurar la confianza estadounidense tras el desastre de Vietnam. En lugar de intervenciones militares directas, la administración Reagan proporcionaba apoyo financiero, material e inteligencia a grupos de resistencia locales. Este modelo de bajo costo, basado en actores por poder, permitía a EE. UU. ejercer influencia sin sobreextenderse.

La Doctrina Trump: retirada estratégica y nacionalismo económico

Avanzando hasta el segundo mandato de Trump, la política exterior estadounidense resulta casi irreconocible en comparación con la era Reagan. Aunque Trump rara vez articuló una doctrina formal, sus políticas y su retórica se han consolidado en un enfoque coherente, aunque poco convencional.

La Doctrina Trump se define por cuatro pilares clave: America First, nacionalismo económico, moderación militar y diplomacia transaccional. A diferencia del énfasis ideológico de la Doctrina Reagan, la política exterior de Trump está impulsada por intereses nacionales concretos y es escéptica respecto a las alianzas internacionales. Intervenir por razones ideológicas se considera costoso e improductivo.

Trump ha buscado desvincular a EE. UU. de compromisos extranjeros prolongados. Sus retiradas aceleradas de Siria, y tras el fracaso de las guerras de Irak y Afganistán, reflejan un deseo de evitar lo que él denomina “guerras eternas”. También ha reducido drásticamente la presencia estadounidense en regiones como África y América Latina, en contraste con el apoyo activo de Reagan a actores por poder.

Además, Trump prioriza el apalancamiento económico como herramienta de política exterior, aplicando aranceles, sanciones y amenazas comerciales tanto a adversarios como a aliados. Su enfoque hacia China, por ejemplo, está motivado menos por una rivalidad ideológica o democrática, y más por el deseo de proteger la industria estadounidense y contrarrestar el ascenso de Pekín mediante aranceles y restricciones tecnológicas.

Puntos clave de divergencia

1. Ideológico vs. transaccional

La diferencia más fundamental radica en la cosmovisión. La Doctrina Reagan estaba basada en la creencia en la universalidad de la democracia liberal y la obligación moral de promoverla. Trump, en cambio, ve la política exterior con un enfoque transaccional. Su administración apoya regímenes no por afinidades ideológicas, sino por lo que pueden ofrecer a cambio—ya sean acuerdos armamentistas, cooperación antiterrorista o influencia regional.

2. Compromiso vs. retirada

Mientras que Reagan buscaba un compromiso global proactivo—aunque a través de terceros—Trump adopta una postura de repliegue y reducción de la carga exterior. Reagan expandió el papel global de EE. UU. para confrontar a la URSS; Trump lo ha reducido para preservar recursos internos.

3. Multilateralismo vs. bilateralismo

Reagan, pese a su retórica anti-ONU, operaba dentro de alianzas como la OTAN y la OEA para promover los intereses estadounidenses. Trump, en cambio, ha cuestionado sistemáticamente los acuerdos multilaterales, retirándose de la OMS, del Acuerdo de París (aunque volvió a ingresar con reservas en su segundo mandato) y debilitando compromisos con la OTAN.

4. Uso del poder militar

Reagan usaba la amenaza de fuerza como disuasión, pero evitaba despliegues a gran escala. Trump continúa esta tendencia, aunque con una aversión aún mayor al uso militar. La Doctrina Trump se basa más en sanciones económicas, ataques con drones y guerra informativa que en tropas sobre el terreno. Para ambos presidentes, el enfrentamiento directo era indeseable, pero Trump va más allá al deslegitimar incluso las guerras por poder.

Convergencias y continuidades

Pese a las diferencias, existen paralelismos interesantes. Tanto Reagan como Trump enmarcaron sus políticas exteriores en torno a una misión de “restaurar” la grandeza estadounidense. Reagan buscaba superar el desencanto post-Vietnam; Trump respondía al declive percibido tras Irak y la emergencia de China.

Ambas doctrinas también aprovecharon el clima político interno para consolidar una identidad nacional más afirmativa. El anticomunismo de Reagan gozaba de apoyo bipartidista en la Guerra Fría; el America First de Trump apeló al descontento populista con la globalización y los compromisos exteriores.

Otro punto de convergencia es su escepticismo hacia las burocracias internacionales. Reagan criticaba a la ONU por su ineficacia y hostilidad hacia EE. UU.; Trump hizo afirmaciones similares, aunque con mayor hostilidad, reduciendo financiamiento y participación.

El trasfondo geopolítico

Las doctrinas también reflejan las realidades geopolíticas de sus respectivos tiempos. La Doctrina Reagan surgió en el apogeo de la Guerra Fría, en un mundo bipolar donde la URSS era el antagonista principal. La Doctrina Trump opera en un mundo multipolar con amenazas difusas—competencia económica con China, guerra cibernética con Rusia, tensión nuclear con Corea del Norte e inestabilidad en Medio Oriente.

La doctrina de Reagan fue diseñada para ganar una guerra ideológica; la de Trump busca navegar la competencia entre grandes potencias sin agotar el capital estadounidense. Esta diferencia de contexto explica, en parte, la divergencia estratégica.

Conclusión: dos visiones del poder

La Doctrina Reagan y la Doctrina Trump representan dos visiones muy distintas del poder y la responsabilidad de EE. UU. La de Krauthammer-Reagan articuló una misión moral: Estados Unidos, como “la ciudad brillante en la colina”, debía expandir la democracia y resistir la tiranía. La política exterior de Trump, en contraste, ve el moralismo con escepticismo y sostiene que las alianzas y las intervenciones deben servir a intereses económicos o de seguridad inmediatos.

Ambas doctrinas responden a percepciones de declive: la de Reagan, al trauma de Vietnam y la crisis de los rehenes en Irán; la de Trump, al desencanto post-Irak y al ascenso de China. Pero sus recetas son radicalmente distintas: Reagan propuso más compromiso bajo banderas ideológicas claras; Trump ha optado por una retirada selectiva, realismo y nacionalismo pragmático.

Estados Unidos, como potencia mundial preeminente, continuará debatiéndose entre estos polos: valores vs. intereses, intervención vs. contención. Hacia dónde se incline el país dependerá de los desafíos que enfrente—y del apetito del público por el liderazgo global. Hoy

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