De nuevo la guerra
Sergio Sarita Valdez
De nuevo la guerra. Ciento sesenticinco (165) años antes de nuestra era cristiana Publio Terencio Africano anotó: “Soy un hombre, nada humano me es ajeno”. Tal parece que dos guerras mundiales acaecidas en el siglo XX no resultaron ser suficientes para enseñarnos lo dañino que son para los pueblos las conflagraciones armadas.
Las bombas atómicas detonadas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki fueron el episodio luctuoso que marcó el fin de la segunda contienda bélica mundial. Cuatro años más tarde se crearon las alianzas bélicas de la OTAN integrada por Los Estados Unidos y la Europa occidental, en tanto que el Pacto de Varsovia arropaba a los países de la Europa del Este que comprenden la Unión de Repúblicas socialistas soviéticas. El 25 de junio de 1950 estalló la Guerra de Corea la cual duró 3 años y terminó con la división de la península de Corea en dos naciones: Corea del norte y Corea del sur.
La siguiente confrontación de carácter internacional fue la guerra librada por Vietnam y los Estados Unidos, la cual se extendió por casi dos décadas entre 1959 y 1975. Después le seguiría la guerra del golfo pérsico, Irak, Afganistán y Siria. No han dejado de rugir los cañones para beneficio casi exclusivo de la industria bélica.
Ingenuamente creímos que la pandemia del coronavirus unificaría a todas las naciones en una lucha frontal de todos los continentes para combatir la covid-19.
Las tensiones en la frontera que separa a la parte occidental de la Federación Rusa de la porción oriental de Ucrania derivaron en la entrada del ejército ruso en territorio ucraniano.
La producción y exportación de cereales, fertilizantes, petróleo y gas natural se han visto obstaculizada debido a la contienda militar.
Los Estados Unidos y la Unión Europea han respondido con una serie de sanciones económicas contra el gobierno ruso, las cuales no han conseguido detener la escalada militar. ¿Cuál ha sido uno de los efectos colaterales inmediatos del enfrentamiento entre estas naciones eslavas? Sacar de la agenda de prioridades el tema de la covid-19.
Simultáneamente se ha generado un aumento en los precios internacionales del petróleo y sus derivados, dando lugar a una subida en el precio de los combustibles naturales con la consabida resultante inflacionaria general.
Ningún país se puede vanagloriar de ser autosuficiente en sentido general. El mundo moderno es cada vez más interdependiente por lo que un desequilibrio en un área repercute sobre las demás.
Lo que acontece entre Rusia y Ucrania resuena negativamente en el flujo turístico de la República Dominicana, nación esta última que tiene cifrado sus ingresos en la industria sin chimenea. Estados Unidos, Canadá y toda Europa representan un alto porcentaje de la población turística con que contamos.
Confiemos todos en que al final la diplomacia se impondrá por encima del humo de los cañones y del ruido de la metralla. ¡Triunfará la paz sobre la guerra más temprano que tarde para bien de toda la humanidad!