De nuevo la Policía

Por FRANKLIN BÁEZ BRUGAL 

De nuevo la Policía hace de las suyas. Sé que lo que voy a decir lo he dicho antes, que es llover sobre mojado, repetir más de lo mismo, etc.; pero ante la gravedad de los hechos ocurridos en los últimos días en algunos Destacamentos policiales, en donde más de una persona perdió la vida después de ser maltratados por agentes de la uniformada, necesariamente tenemos que volver a tratar este tema.

Después de esperar por las recomendaciones elaboradas por un nutrido grupo de representantes de la ciudadanía, el inicio de la tan esperada reforma policial, fue anunciado con bombos y platillos por el Presidente de la Republica, designándose para su implementación a un ciudadano español experto en la materia. Después de estos hechos poco se ha sabido sobre la marcha de la reforma, que se iniciaría con una evaluación a todo el personal que integra a la mencionada institución, mientras este largo proceso transcurre, lo que sí sabemos es que el » modus operandi» a lo interno dé la Policía, continúa siendo prácticamente el mismo, se tiene que pagar por todo: ascensos, traslados, turnos, etc, etc, la modernidad no ha llegado a los » entresijos» de esa organización, que continúa operando con las mismas mañas del pasado.

Sabemos que en la Policía existen personas buenas y bien intencionadas, pero como es muy difícil hacer » vinos buenos en odres viejos», no será fácil lograr actuaciones diferentes con los mismos integrantes.

Es evidente que el Lic. Abinader está preocupado por esta insostenible situación y quisiera que las actuaciones policiales fueran distintas, pero para lograr esto el proceso de reforma tiene que acelerarse.

Hasta el momento, no se aprecia disminución alguna de la delincuencia y la criminalidad, la ciudadanía continúa temerosa, pues la osadía y la violencia de los antisociales aumenta cada día, existiendo algunas zonas en donde estos son ley, batuta y constitución.

Las actuaciones cavernarias de los agentes encargados de mantener el orden público, no cesarán hasta que ese cuerpo esté integrado por personas diferentes, reclutadas desde el inicio con características propias para esos propósitos y entrenados como se debe, la Policía no puede ser un lugar para » buscársela». Si no, una organización que inspire confianza y respeto a los ciudadanos y cumpla con su deber sin tener que atropellar a nadie.

Recuerdo que le comenté hace años a un jefe de la Policía que el cuerpo estaba plagado de delincuentes y me dijo que así era, pero que allí los tenían controlados. El caso es sabido y conocido desde hace tiempo y muchas de las actuaciones incorrectas cuentan con la anuencia de mandos superiores quienes se benefician de ellas.

Dicen que el que espera lo mucho espera lo poco, pero en este caso no se puede esperar más, la sociedad necesita actuaciones contundentes que le devuelvan la tranquilidad perdida, los ciudadanos no quieren sentir miedo cuando un policía los detiene, pues espera ver en ese agente alguien en quien se pueda confiar.

Pasemos de los enunciados a los hechos

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