Débiles espículas de algunos hitos turísticos
Información es patentemente confusa porque, según la Presidencia, el proyecto alcanzará en su primera fase una inversión total de US$2,245 millones. De estos US$1,300 millones serán invertidos en la construcción de 4,700 habitaciones. pero no se define quien hará esa inversión. ¿Será el Estado? ¿O el Estado solo aportará los terrenos?
Por JUAN LLADO
El presidente Abinader visita a Pedernales hace 18 meses.
Después del estruendo publicitario que aquí rodeó la celebración de FITUR 2022, el comienzo de este año turístico se ha visto aderezado con algunos hitos muy positivos. Entre ellos importa destacar: 1) la formalización mediante decreto del Gabinete Turistico, 2) la puesta en circulación de una Guía de Inversión Turística de la autoría de la OMT y la presentación del Plan Maestro para el Desarrollo Turístico de Pedernales. Aunque todas son señales auspiciosas para la consolidación del sector, conviene apuntar sus aparentes deslices y omisiones.
La creación del Gabinete Turístico no es más que una reiteración. Fue el presidente Fernández quien creó el primer Gabinete Turístico en el 2004, mientras el presidente Abinader lo incluyó en los diez gabinetes que creó en el 2020. Con él se reconoce la naturaleza multifacética del producto turístico. Pero en el decreto No.46-22 del nuevo Gabinete (2022) las atribuciones y membresías son más extensas y, aunque lo preside el presidente de la República, quien convoca sus reuniones es el ministro de Turismo. Esto último podría debilitar la convocatoria y a las reuniones solo asistir subalternos de los titulares. Lo ideal sería que solo se convoque para asuntos de gran trascendencia y que lo haga el presidente.
La misión del Gabinete de Turismo es “diseñar y proponer las políticas públicas relacionadas al sector turístico, a fin de estimular el desarrollo del mismo y garantizar su fortalecimiento.” Su primera atribución es la de “coordinar el diseño de las políticas públicas del sector turismo”. Pero en esa concepción se contradice la potestad del MITUR, otorgada por su Ley No.84 del 1979, para “planear, programar, organizar, dirigir, fomentar, coordinar y evaluar las actividades turísticas del país, de acuerdo con los objetivos y metas de la política nacional que determine el Poder Ejecutivo”. No es pues el Gabinete sino MITUR quien formula la política turística y los miembros del Gabinete solo pueden ser llamados a consulta sobre la misma.
Lo propio del Gabinete es la articulación de las agencias de su membresía para apoyar la aplicación de esa política. El decreto bien lo dispone de la siguiente manera: “b) Articular con las instituciones miembros los planes y proyectos relacionadas al sector turismo. c) Establecer las acciones que deben ejecutar sus miembros derivadas de los planes y proyectos consensuados y que sean inherentes a las funciones y atribuciones de estos.” El primer trabajo del Gabinete debe entonces ser un plan de articulación que vincule recurrentemente las acciones del MITUR con las demás agencias. En esto podría ayudar el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.
Respecto a la Guía de Inversión Turística debe ante todo señalarse que aparenta un documento muy profesional. Aunque la Dirección General de Alianza Publico-Privadas no figure entre sus patrocinadores, tambien resulta oportuno en vista de que las guías previas (Pellerano & Herrera, AMCHAMDR, USAID, etc.) están obsoletas. La información presentada sobre el desempeño de la economía y el flujo nacional y regional de la inversión extranjera directa está bien lograda. Parecería, sin embargo, que a los autores se les fue la mano en materia de fotos y paisajes; el duro ojo del inversor no esta tan interesado en eso.
Lo que le falta a la Guía es un capítulo sobre el mismo sector turístico. Sorprende, por ejemplo, que no haya presentado datos sobre la evolución y composición del flujo de las llegadas internacionales. Eso hubiese provisto una idea sobre los mercados emisores y sus perspectivas. Asimismo, falta información sobre quienes son las empresas inversoras extranjeras en el sector turístico, especialmente en lo relativo a las cadenas hoteleras. Hubiese sido deseable también conocer el número de empresas del sector y como clasifican en los diferentes subsectores. En especial, debió incluirse las estadísticas de la evolución ocupación hotelera por región, los niveles de satisfacción de los clientes y, si posible, indicadores de la rentabilidad de la inversión. Para esto último es inútil recurrir a la DGII porque todos los hoteleros tienen años reportando solo perdidas.
También debió figurar un directorio de otras guías como la del MITUR –acoplada sobre las perspectivas de segmentos del mercado turístico que todavía nos faltan por desarrollar como el medico, comunitario, ecoturístico, etc.– y de guías generales recientes como la de Holanda y la de Guzmán Ariza. Resulta inexplicable como la Guía de la OMT no fue publicada en inglés, el idioma universal preferido por los inversionistas. Parecería que la misma está destinada al mercado español solamente.
La Guía incluye información muy relevante y completa sobre los incentivos fiscales a la inversión turística y el régimen impositivo existente. Además, fue correcto perfilar las áreas donde el gobierno tiene mayor interés en que se desarrollen proyectos turísticos. Pero hubiese sido deseable que también se incluyera información sobre los 432 kilómetros de playa que poseemos, los atractivos de nuestras montañas y otros recursos de potencial explotación turística. Información complementaria hubiese provisto detalles sobre la política de cielos abiertos, las perspectivas de la conectividad aérea y los servicios internos de transporte terrestre. En fin, la Guía no debe ser para promover el turismo hacia nuestro país sino para convencer al huidizo inversionista.
Según nuestra Embajada en España, para el 2019 el país contaba “con un stock de IED de más de 23,000 millones de €, de los cuales más de 1,708 millones (6,7%) corresponden a inversiones españolas realizadas entre enero 2010 – diciembre 2019. España es el cuarto inversor en nuestro país luego de Estados Unidos, Canadá, y Brasil”. Están radicadas en nuestro país unas 24 cadenas hoteleras españolas, “propietarias de 98 hoteles compuestos por 46,142 habitaciones correspondientes al 56% del total de la oferta turística dominicana. Entre estas empresas podemos destacar: Meliá, Ríu, Barceló, Iberostar, Be Live (Globalia), Bahía Príncipe, NH, Paladium, Catalonia, H10, Fiesta, Piñero, BlueBay, Majestic, Sirenis, Occidental y Martinon.” Las cadenas hoteleras españolas están actualmente muy afincadas en el Caribe.
De especial distinción fue la presentación en FITUR ‘22 del Plan Maestro de Desarrollo Turistico de Pedernales. Como no ha sido colgado en internet y quien escribe no ha recibido respuesta a su petición por el documento, no es posible aquí hacerle muchas observaciones. Pero lo primero que sorprende es que ese plan se elaboró bajo la égida de la Dirección General de Alianzas Público-Privadas (DGAPP) y no del MITUR. Se asume que el Fideicomiso de Pedernales recientemente aprobado por la Cámara de Diputados sería el ejecutor por parte del Estado. Con los debates que se han suscitado en torno al Fideicomiso de Punta Catalina y el anuncio del presidente Abinader de que presentará un anteproyecto de ley ante el Congreso sobre los fideicomisos públicos las perspectivas son de que lo que aprobó la Cámara tendrá que revisarse.
Según la página web de la DGAPP, el Estado “tendrá una participación de un 66% del patrimonio” al traspasársele al Fideicomiso 38 millones de metros para el proyecto (de unos 350 millones de la parcela estatal). Sin embargo, esta información es patentemente confusa porque, según la Presidencia, el proyecto alcanzará en su primera fase una inversión total de US$2,245 millones. De estos US$1,300 millones serán invertidos en la construcción de 4,700 habitaciones, pero no se define quien hará esa inversión. ¿Será el Estado? ¿O el Estado solo aportará los terrenos?
El pasado año las autoridades informaron que había doce cadenas hoteleras interesadas en el proyecto. Pero en FITUR ‘22 se informó que son solo seis las que han firmado una carta de intención. Lo que todavía queda por aclararse es quien haría la inversión en los hoteles. ¿Serán esas cadenas meros gerentes y el Estado el inversor? Por otro lado, no se conoce si la delegación de cataríes que visitó el lugar hace poco hará alguna propuesta de inversión, pero a la escala del proyecto le vendría bien un inversor global de bolsillos profundos.
Sin duda, los hitos turísticos del nuevo año mueven al entusiasmo, aun cuando algunas de sus espículas no estén muy firmes. De especial regocijo es la firme intención del presidente Abinader de hacer una realidad el cansado estribillo de que “llegó la hora del sur”, lo cual el pasado gobierno dejo pendiente. Abinader ha declarado que en este año se comenzará a construir unas 9,000 habitaciones hoteleras y, a juzgar por los grandes proyectos que se rumoran en los corrillos turísticos, el sector turístico podría tener un año espectacular. Crucemos los dedos para que los virus nos suelten…