Decisión de Fernández de no ir a comicios urge a peronismo a fijar estrategia
Buenos Aires, 21 abr (EFE).- La decisión del presidente argentino, Alberto Fernández, de no presentarse a las próximas elecciones, en medio de la crisis económica, la caída de su popularidad y la lucha de poder dentro del oficialismo, urge al peronismo, lastrado por el desgaste por la gestión de Gobierno, y aún sin candidatos claros a pocos meses de los comicios, a definir su estrategia electoral.
Aunque en los últimos meses Fernández deslizó en varias ocasiones su deseo de optar a la reelección, este viernes el mandatario, de 64 años, aclaró su futuro en una locución de casi 8 minutos difundida en Twitter pocas horas antes de que el Partido Justicialista, histórica formación fundada por el expresidente Juan Domingo Perón, se reúna para debatir sobre la estrategia para los comicios.
«Desde que comencé a militar política en los años 70, nunca antepuse una ambición personal a la necesidad del conjunto. Como militante peronista, siempre supe que primero estaba la patria, después el movimiento y por último los hombres. Es por eso que voy a cumplir con esta escala de prioridades», indicó el presidente en ese video, y añadió que «el contexto económico» le obliga a dedicar sus «esfuerzos» a atender los «difíciles momentos» que vive el país.
Asimismo, además de defender sus cuatro años de gestión, y repasar las dificultades atravesadas, como la deuda y la recesión heredadas del Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019); la pandemia de covid-19, los efectos de la guerra de Ucrania y la actual sequía que afecta al país, Fernández recalcó que se involucrará «directamente» para que, de las primarias de agosto, obligatorias para todas las coaliciones, salga el mejor candidato oficialista para las generales del 22 de octubre.
ESCENARIO ELECTORAL
El último año de mandato de Fernández se da en un escenario impactado por la endeble economía, con la constante devaluación del peso, la falta de dólares para importar, la inflación más alta en 32 años, la dependencia del Fondo Monetario Internacional -con el que se firmó la refinanciación de un millonario crédito otorgado en tiempos de Macri- y las cifras de pobreza, que sufre el 39,2 % de la población urbana.
Una situación, sumada a la disputa de poder que arrastra el oficialismo, principalmente entre los sectores que lideran el mandatario; la expresidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández; y el ministro de Economía, Sergio Massa, que ha desplomado la imagen presidencial en las encuestas y es aprovechada por una oposición que avizora ya un retorno a la Casa Rosada.
Mientras en el peronismo siguen sin oficializarse precandidatos de peso -Cristina Fernández descartó en diciembre pasado presentarse, presionada por sus causas de corrupción, aunque sus seguidores piden que replantee su decisión-, la principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, cuenta ya con Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de Buenos Aires, y Patricia Bullrich, exministra de Seguridad, como principales postulantes.
Sin olvidar la emergente figura del economista ultraliberal Javier Milei, con un rupturista discurso de gran calado por el descontento social con la clase política tradicional y la dilatada crisis económica.
UN «PASO NECESARIO»
«Es un Gobierno que tiene menos de 20 puntos de aprobación, su imagen negativa es la más alta de todos los dirigentes que medimos y digamos tiene un nivel de aprobación de gestión que no tenía ni Cristina, ni Mauricio Macri cuando perdieron la elección», afirma a EFE Mariel Fornoni, directora de la consultora Management and Fit.
Según la analista, las posibilidades de Fernández eran «muy bajas», y mantenía en el aire su decisión para tener «algo de poder» hasta los comicios. «Pero me parece que el contexto económico lo presionó demasiado», recalca Fornoni en referencia a las turbulencias cambiarias registradas en los últimos días, atribuidas en la prensa, en parte, a la disputa interna en el oficialismo.
«El anuncio del presidente fue algo no tan imprevisto, teniendo en cuenta lo que pasó en las últimas 48 horas, donde se agitaron las internas en el Gobierno, y hubo rumores de la salida de Massa», indicó, por su parte, el analista político Patricio Giusto.
A su juicio, Massa -quien suena como posible precandidato- presionó para «generar certezas» y «aparentemente» la promesa del presidente para que Massa no renunciara fue que él iba a anunciar su renuncia a la reelección, tratando de que eso «allane el camino» a ordenar la interna oficialista y transmitiendo «más certeza a los mercados».
Al conocerse su renuncia electoral, visibles rostros del gobernante Frente de Todos dieron su opinión, entre ellos el canciller Santiago Cafiero, cercano al presidente, que consideró su decisión una «responsabilidad histórica», y el ministro del Interior, Eduardo ‘Wado’ de Pedro, uno de los más afines a la vicepresidenta y otro posible postulante presidencial.
«Es un paso necesario para comenzar a ordenar el peronismo», sentenció.
Rodrigo García