Desarticulan en Alemania un grupo de extremistas que planeaba un golpe de Estado (Video)
Berlín, 7 dic (EFE).- La policía alemana ha desarticulado este martes una presunta organización terrorista de carácter ultraderechista que planeaba la toma del Bundestag y un posterior golpe de Estado, según informaron hoy el Ministerio del Interior y la Fiscalía General del Estado.
Un total de 25 ultraderechistas fueron detenidos en una macrooperación que se ha extendido por Alemania, Austria e Italia, de los cuales 22 son sospechosos de haberse integrado en la citada organización, vinculada ideológicamente a los «Ciudadanos del Reich», un movimiento que rechaza la legitimidad de la república federal alemana en base a teorías conspiratorias.
Según el estado actual de las investigaciones, la organización estaba constituida por una especie de consejo ejecutivo y un brazo armado, informó Peter Frank, el fiscal general del Estado, a primera hora de la tarde en una comparecencia en Karlsruhe (sur).
Su objetivo era «destruir el orden democrático constitucional en Alemania a través de la violencia y de medios militares», señaló.
El consejo tenía previsto asumir las funciones del Gobierno tras el golpe de Estado y de él formaba parte, entre otros, una exdiputada del partido ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) que se iba a convertir en ministra de Justicia.
En el brazo armado participaban por lo menos tres individuos que en el pasado habían sido integrantes de las fuerzas armadas alemanas (Bundeswehr), uno de ellos miembro del Comando de Operaciones Espaciales o KSK que ya en el pasado había destacado por animar la orientación ultraderechista de numerosos efectivos.
Frank agregó que parte de los detenidos ya han pasado a disposición judicial y que en varios casos -entre ellos el del presunto líder de la organización, al que identificó como Heinrich K. R.-, se ha decretado ya la prisión provisional.
Según los medios alemanes, el citado cabecilla es el aristócrata Enrique XIII, príncipe de Reuss, un empresario activo en el sector inmobiliario y conocido por difundir tesis conspirativas y de carácter antisemita, detenido esta madrugada en su vivienda de Fráncfort (sur).
Según el semanario «Der Spiegel» la agrupación, que comenzó a operar hace aproximadamente un año, era un conjunto variopinto en el que participaban entre otros un chef, un piloto, un maestro techador, un tenor y una doctora, y que se hacía asesorar por dos videntes.
La fiscalía ha señalado además en un comunicado que los detenidos -todos ellos de nacionalidad alemana salvo una ciudadana rusa- habían tratado de establecer contactos con representaciones diplomáticas rusas en Alemania, aunque la embajada rusa en Berlín ha desmentido cualquier vínculo con la organización.
UN VISTAZO AL «ABISMO»
La ministra del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, saludó hoy el éxito de la macrooperación, en la que 3.000 agentes de policía participaron en unas 150 operaciones de registro en 11 estados federados.
Las investigaciones permiten una mirada al «abismo» de una «amenaza terrorista» de parte de los Ciudadanos del Reich, a los que según dijo les unen «el odio a la democracia, a nuestro Estado y a las personas que defienden nuestra comunidad».
No obstante, recalcó que será preciso esperar a que avancen las pesquisas para poder determinar hasta qué punto las «violentas fantasías de derrocamiento» de los detenidos se habían concretado en planes concretos para la toma de poder.
El ministro de Justicia, el liberal Marco Buschmann, informó por su parte de que los detenidos estaban dispuestos a que se hubiera muertos para hacerse con el poder y que planeaban un asalto armado a la sede de la Cámara baja del Parlamento (Bundestag).
Señaló que en este caso no se trata de «historias confusas» de quienes quieren «hacerse los importantes» tras haber consumido alcohol, sino que existen sospechas muy sólidas de que el grupo se disponía a «emprender la acción con violencia».
Por su parte, la ultraderechista AfD criticó por desproporcionada la macrooperación policial y acusó a las autoridades de desviar la atención de los problemas reales y de no invertir los mismos recursos para vigilar los centros de acogida de refugiados.