Desolación y contaminación en Santo Domingo Norte: La lucha de sus residentes

Santo Domingo Norte, 6 de julio – Las condiciones en las que se encuentran algunos sectores de Santo Domingo Norte son deplorables. Las constantes lluvias inundan las casas, las calles son intransitables por la basura y el estado de extrema contaminación exacerba la situación. Los residentes claman por ayuda para mejorar su entorno.

Un recorrido por los sectores de Ponce de Guaricano, La Jabilla, La Barquita y La Lila en Los Tres Brazos revela el desasosiego en que viven sus habitantes. En Ponce de Guaricano, las calles deshechas y el agua estancada son el resultado de la falta de un adecuado sistema de drenaje. Leonardo Toribio, residente de la zona, explica cómo él y su esposa se ven obligados a encerrarse en su hogar para evitar que el agua entre a su casa. «Yo lo que hago es que me tranco con mi esposa y así el agua no entra a la casa», comenta Toribio, quien sufrió las consecuencias del huracán Beryl.

En La Jabilla, los vecinos expresan su frustración ante la inundación de sus viviendas. Cada vez que llueve, el agua entra a sus casas, dañando muebles y enseres. Elena Sánchez, una residente del sector, tuvo que construir un muro para evitar que el agua invadiera su hogar y dañara sus pertenencias. «A mí me entra agua a la casa cada vez que llueve y tuve que poner un muro para que el agua no entre y no me dañe los trastes», relata Sánchez.

Ramona Martínez vive en una constante desesperación. Después de que su casa quedara completamente cubierta de agua, se vio obligada a deshacerse de sus pertenencias dañadas. Incluso, su esposo enfermó de dengue tras una inundación provocada por el huracán Franklin. «Se me llenó la casa de agua y los que tenía de inquilinos se mudaron de una vez… Donde vivo también se llenó y tengo que dormir arriba del agua», confiesa Martínez con la voz entrecortada.

En La Barquita, situada en las zonas bajas cerca del río Ozama, las calles se inundan regularmente, y el agua estancada no tiene por dónde drenar. Los niños juegan en el agua sucia mientras gritan pidiendo ayuda para que se arreglen las calles. El deterioro es evidente: las calles sin asfaltar, llenas de caliche, crean un ambiente propenso a la contaminación, especialmente durante las lluvias.

La situación en La Lila, en Los Tres Brazos, es igualmente desalentadora. Cercana al río, el área sufre una gran inundación y el agua contaminada entra en las casas. La basura flota entre el desastre, y el mal olor es lo primero que se percibe al entrar a la calle Orlando Martínez. Erick Thomas, residente del sector, describe cómo el mal estado de la calle ha afectado sus pertenencias, su barbería e incluso su salud debido a la fetidez que emana de la cañada. «Sin llover, aquí siempre hay agua… Aunque no llueva aquí, siempre tenemos agua posada que no se seca», lamenta Thomas, preocupado por el impacto continuo en su negocio y hogar.

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