Dormir bien evita infarto de miocardio

Por Maura Madé

EF. SANTO DOMINGO, 6 marzo –  Dormimos por la noche para poder estar despiertos durante el día y porque estamos activos y despiertos durante el día, necesitamos dormir.

El sueño es una necesidad básica del organismo que permite restablecer nuestras necesidades físicas y psicológicas.

Durante el sueño, estamos inconscientes, pero las funciones del cerebro y del cuerpo continúan activas. Una de las funciones principales del sueño es regular la temperatura corporal, como si fuera nuestro “termostato”, para mantener la temperatura que necesita el organismo en cada momento y poder realizar los procesos metabólicos u hormonales fundamentales.

Sin este control de la temperatura corporal el organismo moriría. De ahí la importancia de tener un buen sueño.

Sin embargo, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre el 20 y el 48 por ciento de la población adulta española, tiene problemas para iniciar o mantener el sueño.

La luz, el ruido o utilizar dispositivos móviles antes de dormir, pueden ser motivo para no conciliar el sueño.

Cuando no se duerme bien, la consecuencia más normal es la de sentirse cansado, sin embargo, no es la única.

Así como “trastornos cardio-respiratorios y cognitivos por somnolencia diurna excesiva, características muy prevalentes en la población general”. explica el doctor David Pérez Martínez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital La Luz.

Apnea del sueño.

La apnea del sueño es uno de los trastornos más graves ya que la respiración se detiene y vuelve a comenzar repetidas veces mientras dormimos. Esto hace que aumente el riesgo de problemas vasculares tanto en el corazón como en el cerebro.

Existen diferentes tipos de apneas, la más común, ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan y no dejan pasar el aire, por lo que el nivel de oxígeno en la sangre disminuye, entonces el cerebro detecta que no se puede respirar y da la orden de despertar para que se abran las vías aéreas, es la apnea obstructiva del sueño.

Otro tipo es la apnea central del sueño, que sucede cuando el cerebro no envía las señales correctas a los músculos que controlan la respiración, esto significa que no se hace ningún esfuerzo para respirar durante un periodo de tiempo corto, es el tipo de apnea menos frecuente.

Si se suceden los dos tipos de apnea, se produce el síndrome de apnea del sueño compleja.

Los signos más frecuentes de sufrir apnea del sueño son ronquidos fuertes; jadeos al respirar durante el sueño; despertarse con la boca seca; dolor de cabeza por la mañana; insomnio; sensación de sueño durante el día; dificultad para prestar atención o irritabilidad.

La apnea provoca un descenso de los niveles de oxígeno en sangre y por tanto un aumento de la presión arterial y una sobrecarga en el sistema cardiovascular.

Esto hace que el riesgo de ataque cardíaco aumente, así como posibles accidentes cerebro-vasculares, o latidos anormales del corazón como arritmia o fibrilación auricular.

Cardiología y neurología se unen contra los trastornos del sueño

En el Hospital La Luz, los departamentos de Cardiología y Neurología, han puesto en funcionamiento un programa para detectar problemas cardiológicos entre los pacientes que sufren trastornos de sueño.

Con este programa innovador se establece una atención integral que “permite detectar precozmente problemas cardiológicos y reducir el riesgo de problemas vasculares”, añade el doctor Martín Reyes.

Para hacer un diagnóstico de apnea del sueño, se realiza un estudio del sueño (polisomnografía) donde se monitorea al paciente durante el sueño y se controlan los cambios en las ondas cerebrales, los movimientos de los ojos, la frecuencia respiratoria la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca y la actividad eléctrica del corazón y de otros músculos.

Medidas y tratamientos frente a la apnea del sueño

Una vez realizado el diagnóstico, el médico determinará el tratamiento adecuado para evitar los problemas relacionados con la apnea del sueño.

Existen medidas que mejoran los síntomas de la apnea como dispositivos que pueden ayudar a abrir la vía aérea bloqueada.

En algunos casos, evitar el sobrepeso ayuda a evitar que se contraigan los músculos de la garganta, también es importante realizar algún tipo de ejercicio físico diario, como caminar 30 minutos tres o cuatro días a la semana.

Los especialistas también recomiendan evitar el consumo de tabaco, alcohol y cierto tipo de medicamentos como tranquilizantes o pastillas para dormir, si no han sido prescritas por el médico, pues hacen que se relajen los músculos de la parte posterior de la garganta, entorpeciendo la respiración.

Otro consejo es dormir de lado, si se duerme boca arriba, la lengua y el paladar blando pueden apoyarse en la parte posterior de la garganta y bloquear las vías respiratorias.

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