Economía de Guerra
Ruddy L. González
A las puertas de la conclusión de los rigores económicos que por dos años impuso la pandemia del Covid-19, el mundo sufre los estragos que produce la guerra, que por muy lejano que parezca el escenario militar del conflicto, sus efectos repercuten por todo un universo hoy interconectado e interdependiente. Los dominicanos, en particular, tras dos años de serias restricciones económicas y sociales, tras aportar una foja de 4,374 fallecidos y 576,698 infectados por la pandemia, procuramos recuperarse de los altos niveles de desempleo, cierre de negocios en medio de una recomposición de las cadenas de desarrollo.
Y cuando comenzamos a levantar la cabeza, a recomponernos, surje la agresión de Rusia contra Ucrania, un acontecimiento que afecta las economías de los poderosos y, con más razón, y más duro, la de los más débiles, como la nuestra. De ahí, entonces, que las medidas que ha dispuesto el Gobierno –diez principales, anunciadas por el Presidente Luis Abinader en su discurso al país el 7 de marzo pasado- presenta una realidad del escenario en que vivimos y si bien debemos socializarlas, discutirlas, ver los pro y contras, no tenemos de otra que poner por delante la realidad de que si no actuamos como nación, como sociedad, todos empujando hacia un mismo destino, caminamos hacia el abismo. Ciertamente, el subsidio a los combustibles, asumido por el gobierno la semana pasada que ascendió a $1,357 millones de pesos, lo que proyecta un desequilibrio multimillonario en el presupuesto de este año. Hoy estamos, entonces, frente a la realidad de que vivimos en una economía de guerra. Una economía que nos impone las penurias que sufrimos.