Economía del calor
JUAN ARIEL JIMÉNEZ
Y si este año ya difícil, los próximos se esperan peores. Según la Oficina Mundial de Meteorología, a nivel mundial es casi seguro que en los tres años siguientes se rompa el récord del año más caluroso registrado desde finales de los 1800s hasta el presente. Lo que es peor, el incremento de la temperatura en el planeta es solo uno de los tantos efectos que traerá el cambio climático.
Como consecuencia del calentamiento global y el cambio climático, en el futuro se experimentarán temperaturas extremas con mayor frecuencia (tanto fuerte calor como intenso frío), incremento del nivel del mar y mayor ocurrencia de eventos atmosféricos extremos (huracanes, inundaciones, sequías). En el caso particular de la República Dominicana, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo realizado en el 2020, se prevé que en las próximas décadas nuestro país tenga un aumento de la temperatura promedio entre 1-4 grados Celsius y una reducción de hasta 20% en los niveles de lluvia en los meses de verano.
Todo lo anterior tendrá serias repercusiones en la economía, sobre todo a nivel de producción agropecuaria, servicios turísticos y precios de los alimentos.
El estudio del BID previamente mencionado estima que la productividad de la habichuela se reduciría en un 35% y la del arroz bajaría un 3%. Asimismo, el país pudiera perder cerca del 57% del terreno apto para el cultivo de plátanos y bananas, mientras que la reducción de terreno cultivable de café rondaría el 27%. Todas estas disminuciones en la producción agropecuaria generarían un incremento en el precio de los alimentos en el mercado local, sobre todo en los productos de mayor consumo de los dominicanos.
En lo que respecta al turismo, un informe de 2010 de la CEPAL calcula que la región del Caribe pudiera perder hasta 22% de sus ingresos por turismo como consecuencia de una mayor ocurrencia de eventos atmosféricos extremos. Por otro lado, el Centro para el Cambio Climático de CARICOM realizó un estudio donde encontró que las playas del Caribe pudieran experimentar una reducción de hasta un 38% debido al aumento del nivel del mar, lo cual representa un alto riesgo para la industria turística de las economías caribeñas.
Viendo todos estos riesgos, surge la pregunta de qué podemos hacer al respecto.
Un primer elemento sería realizar fuertes inversiones en obras de infraestructura para la adaptación al cambio climático, a fin de reducir la vulnerabilidad de los sectores productivos ante la ocurrencia de eventos atmosféricos extremos. En particular, las infraestructuras de manejo del agua son de vital importancia, pues permiten almacenar mayor cantidad de agua durante los meses de fuertes lluvias, para luego usar el agua acumulada durante los meses de sequía. Estas inversiones incluyen presas, reservorios, canales de irrigación, entre otras.
Asimismo, hay infraestructuras hídricas verdes que facilitan el almacenamiento del agua, tales como pantanos, lagos y acuíferos, las cuales deben ser construidas en las zonas donde se proyecta mayor vulnerabilidad de eventuales sequías.
Al respecto, el Plan Nacional de Infraestructura 2020-2030 realizado por el Ministerio de Economía y el Banco Interamericano de Desarrollo en los años 2019-2020 identifica una serie de obras de infraestructuras que son fundamentales para mejorar la resiliencia de los distintos sectores productivos del país, siendo esta una carta de ruta esencial a la hora de abordar el tema.
Un segundo elemento incluye el uso de tecnologías para reducir el consumo de agua en los procesos de cultivo agrícola, lo cual permitiría un mejor aprovechamiento del recurso hídrico. Desde inversión en nivelación con láser de los terrenos agrícolas hasta la introducción de semillas genéticamente modificadas más resistentes a la sequía, es mucho lo que se puede lograr si se tecnifica la agricultura dominicana.
En lo que respecta al turismo, la diversificación de la oferta turística nos haría más resilientes a eventuales modificaciones de la zona costera. En pocas palabras, se hace urgente reducir la dependencia del turismo de “sol y playa”, y esto solo es posible si se desarrollan otros modelos como el turismo de retiro, el turismo cultural, el turismo ecológico, el turismo de salud, entre otros.
En conclusión, el calor de las últimas semanas puede que sea desesperante, pero lo más preocupante es el efecto que el cambio climático tendrá en la economía dominicana en los próximos años. Solo si desarrollamos las estrategias adecuadas y realizamos importantes inversiones en infraestructura de adaptación al cambio climático podremos enfrentar exitosamente los riesgos medioambientales que nos esperan.
Fuente Listín Diario