Ecuador ante las urnas: elecciones en medio de la crisis de inseguridad y la incertidumbre económica

QUITO, 7 de febrero. – Los ecuatorianos acudirán a las urnas este domingo por tercera vez en cuatro años con la esperanza de que el próximo presidente pueda enfrentar y resolver la grave crisis de inseguridad que golpea al país. Asesinatos, secuestros, extorsiones y crímenes violentos se han convertido en parte de la cotidianidad, y la población busca en las urnas una respuesta efectiva para recuperar la tranquilidad perdida.

La contienda electoral cuenta con 16 candidatos, entre ellos el actual mandatario, Daniel Noboa, quien aspira a mantenerse en el poder por cuatro años más, y la excandidata presidencial de Revolución Ciudadana, Luisa González, delfín del expresidente Rafael Correa. Al igual que en las elecciones de 2023, Noboa y González son los favoritos en la carrera, y algunos sondeos sugieren que el presidente podría ganar en primera vuelta sin necesidad de balotaje.

Según la encuestadora Ipsos, Noboa cuenta con un 45,3% de intención de voto, mientras que González le sigue con un 31,3%. Más atrás se ubican Andrea González –excompañera de fórmula del asesinado candidato presidencial Fernando Villavicencio– con un 5,1%, y el líder indígena Leonidas Iza con un 2,4%.

Otra encuesta, de la firma Comunicaliza, realizada el 25 de enero, indica que Noboa obtendría un 47,1% de los votos válidos (sin contar blancos y nulos), frente a un 39,5% de González. El resto de los 14 candidatos apenas suman 13,4% en conjunto.

Por otro lado, el estudio de la firma Negocios & Estrategias coloca a González en primer lugar con un 45% de los votos válidos, frente al 40% de Noboa, lo que anticipa una segunda vuelta el 13 de abril.

Para evitar el balotaje y ganar en primera vuelta, un candidato necesita alcanzar al menos el 40% de los votos con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo, o superar el 50% del total de sufragios.

¿Un mandato completo para Noboa?

Noboa, de 37 años, asumió la presidencia en noviembre de 2023 tras la salida anticipada de Guillermo Lasso. En su breve mandato ha declarado la guerra al crimen organizado y ha puesto en marcha su llamado «Plan Fénix» para combatir la violencia.

El presidente y su equipo aseguran que sus 15 meses en el cargo han resultado en una reducción del 15% en las muertes violentas, en prisiones más seguras y en la captura de líderes de bandas criminales. Por ello, su campaña electoral se centra en la necesidad de un mandato completo para consolidar estos logros y profundizar la cooperación con Estados Unidos, que recientemente sancionó a la banda ecuatoriana Los Lobos.

Sin embargo, sus detractores argumentan que no ha hecho lo suficiente para reducir la violencia. Sus 15 oponentes en la contienda lo han calificado de ineficaz, destacando que la inseguridad sigue siendo el problema número uno del país.

Además, Noboa ha estado en el centro de la polémica por su conflicto con la vicepresidenta Verónica Abad, a quien el Ministerio de Trabajo suspendió de su cargo en una decisión que ella calificó como una violación constitucional.

El presidente también generó controversia al realizar su campaña sin pedir licencia del cargo. La Corte Constitucional anuló sus decretos en los que delegaba el poder a una funcionaria de confianza en lugar de a la vicepresidenta, lo que le habría permitido dedicarse a su campaña sin interrupciones.

El gran desafío: frenar la ola de violencia

Luisa Gonzalez

El próximo presidente tendrá la tarea de enfrentar una crisis de inseguridad sin precedentes. La violencia en Ecuador ha aumentado exponencialmente en los últimos cuatro años, obligando a miles de personas a cambiar sus rutinas e incluso a migrar.

“La inseguridad nos ha obligado a permanecer encerrados”, lamenta Mauricio Bermeo, empresario del sector del acero. “Hemos perdido todo. Ahora hasta para salir a la calle, a cualquier hora, se debe estar atento”.

Según el gobierno, el problema se debe al crimen organizado ligado al narcotráfico, que ha convertido a Ecuador en un centro clave para el tráfico de drogas. La ubicación geográfica del país, entre Colombia y Perú –los mayores productores de cocaína del mundo–, lo ha vuelto un punto de tránsito estratégico para los carteles.

En enero de 2024, tras la fuga de un líder criminal y la irrupción de un grupo armado en un canal de televisión en plena transmisión en vivo, Noboa declaró el conflicto armado interno, lo que permitió el despliegue de militares en las calles y dentro de las prisiones.

A pesar de estos esfuerzos, los resultados no han sido suficientes. En 2024, la tasa de homicidios alcanzó las 38,78 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, una de las más altas de la región. Además, 294 toneladas de narcóticos fueron incautadas, y las extorsiones y secuestros se dispararon: pasaron de 379 y 204 casos en 2019 a 19.473 y 1.761 en 2024.

Aunque los homicidios bajaron un 16% respecto a 2023, el número sigue siendo alarmante. En enero de este año se registraron más de 600 muertes violentas, un 56% más que el año anterior, con un promedio de una víctima cada hora.

El experto en seguridad Mario Pazmiño advierte que el problema radica en una justicia ineficaz. “Tenemos una justicia de impunidad permanente, a la que se debe hacer una reestructuración total”, señala. La policía ha denunciado en múltiples ocasiones que los delincuentes capturados en flagrancia recuperan su libertad en cuestión de horas.

Economía en crisis y cortes de energía

Pero la inseguridad no es el único problema que enfrentan los ecuatorianos. En los últimos meses, el país ha sufrido apagones eléctricos de hasta 14 horas diarias, afectando gravemente a la población y la economía.

Según el gobierno, los cortes fueron causados por una sequía extrema y la falta de mantenimiento en las centrales térmicas. Sin embargo, la incertidumbre sobre la estabilidad del sistema eléctrico sigue latente.

Las cámaras de producción y comercio estiman que los apagones han generado pérdidas por 7.500 millones de dólares. Para las familias, la falta de electricidad se tradujo en problemas cotidianos.

“Durante los apagones me sentía en un pueblo atrasado”, dice Carla Méndez, asistente de enfermería. “Mis hijos tuvieron que hacer sus deberes a la luz de las velas. Los alimentos se dañaban en la heladera y había que gastar más para reponerlos”.

Además, el desempleo sigue siendo una gran preocupación. En el último año, Ecuador perdió 132.000 empleos plenos, reduciendo la tasa de empleo adecuado del 35,8% al 33,7%, mientras que el desempleo aumentó al 3,7%.

Impacto en la educación y la juventud

Los cortes de energía y la inseguridad también han golpeado duramente al sector educativo. La deserción escolar ha aumentado en zonas de alto riesgo, como la ciudad de Durán, donde el 29% de los jóvenes mayores de 14 años han abandonado la escuela.

Según el exministro de Educación Milton Luna, la crisis eléctrica y la inseguridad han empeorado la calidad educativa. “La educación en Ecuador no es buena y se ha deteriorado en la última década. Falta inversión y el sistema está obsoleto”, advierte.

Ecuador enfrenta una crisis múltiple que va más allá de la seguridad. La violencia, los apagones, el desempleo y la educación deteriorada son solo algunos de los desafíos que deberá enfrentar el próximo presidente.

A días de las elecciones, Noboa ha propuesto reformas para endurecer las penas contra el crimen organizado y garantizar la prisión preventiva para los acusados de terrorismo. No obstante, los ecuatorianos se preguntan si estas medidas serán suficientes para devolver la estabilidad al país.

El 9 de febrero, Ecuador decidirá su rumbo. ¿Será Noboa quien reciba el mandato para completar su plan de seguridad, o la ciudadanía optará por un cambio de liderazgo? La respuesta estará en las urnas.

Con datos del diario La Nación

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