El cardenal Leopoldo Brenes ve desmejorado al obispo arrestado en Nicaragua
Managua, 19 ago (EFE).- El cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, vio este viernes «desmejorado» al obispo Rolando Álvarez, arrestado esta madrugada por agentes policiales que irrumpieron a la fuerza en la curia episcopal de la Diócesis de Matagalpa (norte), donde estaba confinado desde hacía 15 días, en medio de una escalada estatal contra la Iglesia católica.
«Si bien su condición física esta desmejorada, su ánimo y espíritu están fuertes», afirmó la Arquidiócesis de Managua, que dirige el cardenal Brenes, en una declaración pública.
La Arquidiócesis de Managua explicó que Brenes «tuvo la oportunidad de visitar y conversar con monseñor Álvarez en su residencia familiar», donde se encuentra bajo «resguardo domiciliario» por la Policía Nacional, en la que patentizó «su estima fraterna en nombre de nuestra iglesia nicaragüense».
Según la Arquidiócesis, Álvarez le manifestó al cardenal nicaragüense «su confianza en la oración de todos ante esta difícil situación que vivimos en comunión eclesial».
«Conscientes que la oración es la fuerza del cristiano, invitamos a continuar implorando a Cristo que interceda y vele por éste su pequeño rebaño», abogó
«Esperamos que la razón, así como el entendimiento respetuoso, abran camino a la solución de esta crítica y compleja situación para todos», agregó.
ARQUIDIÓCESIS DE MANAGUA: ACONTECIMIENTO TRISTE
La Arquidiócesis de Managua también reiteró «su solidaridad y cercanía con la hermana Diócesis de Matagalpa, ante el acontecimiento triste vivido la madrugada de hoy», particularmente con el obispo Álvarez, los sacerdotes y laicos que le acompañaban.
Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, fue arrestado esta madrugada dentro del Palacio Episcopal provincial, junto con cinco sacerdotes, dos seminaristas, y un camarógrafo, tras 15 días confinados.
La Policía de Nicaragua confirmó que «la madrugada de hoy se realizó, en las instalaciones de la Casa-Curia de la ciudad de Matagalpa, un operativo que permitió recuperar la normalidad para la ciudadanía y las familias matagalpinas».
«Durante varios días se esperó con mucha paciencia, prudencia, y sentido de responsabilidad una comunicación positiva del Obispado de Matagalpa, que nunca llegó a darse y que, al persistir las actividades desestabilizadoras y provocadoras, hizo necesario el citado operativo de orden público», indicó.
La Policía dijo que «las personas que permanecían en esa Casa-Curia fueron trasladadas, con respeto y observación de sus derechos, a la ciudad de Managua para las indagaciones de Ley».
«El Señor Obispo (Álvarez) se mantiene en resguardo domiciliar en esta ciudad capital y ha podido reunirse con sus familiares esta misma mañana», afirmó.
Asimismo, la Policía informó que el cardenal Brenes visitó a Álvarez «y ambos han conversado ampliamente».
En tanto, los demás detenidos «fueron trasladadas a Managua continúan cumpliendo las diligencias respectivas en la Dirección de Auxilio Judicial», donde funciona la cárcel conocida como «Chipote», agregó.
GOBIERNO PENDIENTE DE «TRANQUILIDAD»
Por su parte, la vicepresidenta y primera dama de Nicaragua, Rosario Murillo, dijo a través de medios oficiales estar «pendientes de esa tranquilidad que nos toca resguardar a cada uno de nosotros, los nicaragüenses que queremos vivir en paz, tranquilos».
La captura de Álvarez, precedido por el arresto de tres sacerdotes, es el capítulo más reciente de una historia de 43 años de desencuentros entre la Iglesia católica nicaragüense y los sandinistas encabezados por el presidente Daniel Ortega.
El mismo dirigente ha calificado de «terroristas» a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional que buscaba una salida pacífica a la crisis que vive Nicaragua desde abril de 2018.
La situación en Nicaragua ha empeorado tras las controvertidas elecciones de noviembre pasado en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con Murillo como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.