El caso de las visas
Juan Guiliani Cury
Si el comercio binacional entre Haití y República Dominicana, según cifras extraoficiales, alcanza ya los $8 mil millones de dólares a pesar de la informalidad de gran parte de este comercio, las autoridades dominicanas deben pensar en establecer una plataforma comercial ágil que beneficie a nuestra economía y por ende a la haitiana. Me refiero a las visas comerciales. El comercio binacional reviste cada día más importancia para la industria dominicana que es la mayor beneficiaria. Pero resulta que a los comerciantes haitianos – quienes son los que compran- se le hace difícil obtener una visa de negocio dominicana.
Estas restricciones que deberían ser revisadas por las autoridades consulares produciría un aumento sustancial en el comercio de mercancías en los tramos intrafronterizos. No se justifica que, si el comercio es tan lucrativo y beneficioso para muchas empresas dominicanas que dedican parte de su producción de productos industriales para venderlos a comerciantes haitiano, existan aun estas trabas de orden técnico y burocrático. Esto evitaría, según, entendidos en asuntos fronterizos el macuteo y la extorción a que son víctimas estos comerciantes haitianos. El comercio tiene que desarrollarse en forma ordenada, legal y transparente.
Una vez cambie la situación de marras, la frontera dominico-haitiana se convertiría en un centro de comercio bilateral para beneficios de los dos países. Hay quienes llegan más lejos y abogan por un Acuerdo de Libre Comercio con Puerto Príncipe o de Complementación Económica. Se ha hablado de eso, pero las cosas solo han llegado a puros deseos. También, tenemos que resolver algunos conflictos aduaneros y me refiero a trabas aduaneras que se han impuesto a productos manufacturados en Haití que quieren ser vendidos en el mercado dominicano.
De igual forma, decimos de las trabas del gobierno vecino a 23 productos dominicanos con restricciones de acceso al mercado haitiano por la vía terrestre. En cuanto a recibir turismo e inversiones haitianas, son otros renglones que nuestro país se puede beneficiar. El turismo con poder adquisitivo de la clase dinerada haitiana es un pastel que no debemos desperdiciar. Ya existen importantes inversiones de capitales haitianos en territorio dominicano.