El cuento de un muro mal hecho

Julián Padilla

Desde el inicio de la gestión del cambio se anuncio la construcción de un muro en la frontera con Haití. De inmediato comenzaron las criticas, por el tipo de muro, el material utilizado, la fragilidad de ser violentado, la rapidez del proceso y tal vez lo mas critico, el haber fijado el limite donde se coloca en muro no en el borde con la frontera con Haití sino metros más hacia la República Dominicana, dejando los pilotines de separación fronteriza fuera y una franja aun dominicana, luego del muro.

No solo surgieron las críticas por esta construcción del citado muro, sino que de inmediato comenzaron a patrullar soldados dominicanos en esa franja entre el muro y los pilotillos, lo que provoco la excitación de los haitianos, quienes entonces comenzaban a reclamar e indicar, que nuestros soldados no tenían derecho a estar de aquel lado del muro.

Una provocación franca del gobierno del cambio quien desde ese mismo momento sentaba las bases para un desacuerdo, entre los que defendemos nuestra soberanía y territorialidad y el mismo pueblo haitiano, quien aun no era sometido a la violencia que hoy padece para las denominadas y financiadas bandas.

Se vuelve a mencionar la continuación de la construcción de ese muro fronterizo y nos preguntamos seriamente, si estamos conservando el territorio dominicano, si se continuara desarrollando esta construcción dejando terreno dominicano fuera del muro, es decir, sin su protección.

Honestamente, desde que se hizo el primer aguaje con el muro y se produjo el enfrentamiento entre dominicanos que fueron agredidos por haitianos, ya que fueron a vender productos de aquel lado del muro, pero dentro del territorio dominicano, desde ese mismo momento dijimos, ese muro hay que derribarlo y reconstruirlo al límite, específicamente donde están los pilotillos. Que no existan dudas de la territorialidad de ambos países y que eso inspire el respeto debido a la custodia fronteriza y los habitantes de ambos países.

El cuento del muro, debe dejar de ser un tema político. Es más, tal vez es el tema menos importante en relación a la alimentada y deseada situación de Haití, sino precisamente, revisar y derogar cualquier ley, que sugiera o abra la puerta a la migración ilegal y al asentamiento de refugiados haitianos.

Debido al accionar que se ha visto, y a la cantidad de indocumentados que supuestamente son deportados, pero que al día siguiente han regresado y hasta acompañados. Cabe pensarse seriamente, de que existe un interés marcado, en propiciar con violencias generalizadas en Haití, la existencia de ciento de miles de migrantes ilegales y que ahora se etiqueten como refugiados, y reciban entonces el apoyo de la comunidad internacional perjudicando la soberanía nacional.

Desde un principio lo dijimos claro, imperio es imperio, y la visita de Marcos Rubio al país, lejos de buscar lo mejor para la nación dominicana, y eso a pesar de sus discursos, precisamente podrían condicionar al país, a no ser penalizados, y como siempre tener que aceptar refugiados, o ceder recursos naturales, tal cual son descritos como Chacales, por el antiguo agente devorador y auto calificado sicario económico, John Perkins.

Pero ese despojo de la soberanía de aquellos países que tienen recursos naturales apetecidos por el imperio, no viene dado de forma gratuita. Viene acompañado de la contra parte traidora, que por acceder o mantenerse en el poder, en cada turno al bate, han sabido vender su alma al diablo. Con contratos onerosos, cesión de recursos, precios de vaca muerta, aceptación de sobornos.

Por eso esta tan importante lograr la instauración y restitución del Soberano Mandante, y que surja una nueva constitución que prohíba para siempre y en todos los cargos electivos la reelección presidencial.

Pero que además asegure una distribución equitativa, sin concentración del poder, en las cámaras legislativas y las salas capitulares, de forma tal, que el equilibrio permita llevar el barco de la nación dominicana con una real representatividad.

Esa concentración de poder, añorada, añoñada y promovida por la excelsa partidocracia nuestra, permite a cualquier gobierno traidor, entregar el país de alguna manera, y hasta producir leyes que luego impliquen sus cumplimientos, pero sin defender el interés nacional.

La nación dominicana peligra mas, no por la invasión haitiana, sin por el enemigo interno que crece sin parar, y fruto de su insaciable ambición de poder y de riquezas mal habidas, olvidan el sagrado propósito, que es defender en todo terreno la independencia y la soberanía nacional.

Listín Diario

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