El despertar de un sueño dorado de las criptodivisas en Puerto Rico
Por Elda Cantú
The New York Times
Puerto Rico ha pasado penurias económicas durante buena parte de este siglo. En los últimos años también se ha convertido en una suerte de paraíso para millonarios foráneos.
Y es que una de sus iniciativas de recuperación financiera ha sido ofrecer exenciones fiscales a los inversionistas en criptomonedas y otras empresas del sector tecnológico, una medida que ha atraído una ola de prósperos emprendedores a la isla.
El Times reportaba en 2018:
Puerto Rico ofrece un incentivo fiscal inigualable: no hay impuestos federales por ingresos personales, no hay impuestos sobre las ganancias de capital y hay gravámenes favorecedores para los negocios, todo sin tener que renunciar a la ciudadanía estadounidense.
Los efectos de estos estímulos, aunque inesperados, pronto se dejaron sentir: los boricuas hablan de una crisis de vivienda impulsada por un alza en los precios a causa de la llegada de estos inversionistas. Y este año, un informante del Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos dijo que la autoridad fiscal no vigila de manera adecuada el programa de exenciones, del que se benefician miles de personas.
Entre los recién llegados estaba Brock Pierce, una estrella infantil de películas convertido en inversionista de criptomonedas que ha comprado casas, hoteles, restaurantes, un hospital y un antiguo museo, entre otras inversiones. También ayudó a producir una edición del certamen Miss Mundo y organiza visitas para posibles beneficiarios de la llamada Ley 60.
“Pero la visión de Pierce de un cambio económico impulsado por las criptomonedas aún no se ha materializado, según cientos de páginas de registros judiciales y entrevistas con más de dos decenas de personas familiarizadas con sus esfuerzos en Puerto Rico”, informan los periodistas David Yaffe-Bellany y Laura N. Pérez Sánchez en un reportaje publicado hoy.
“Sus socios comerciales se han puesto en su contra y algunos colegas dicen que se está quedando sin efectivo”, escriben. “No hay pruebas claras de que la llegada de empresarios tecnológicos haya ayudado a la economía local. Por el contrario, los inmigrantes de la Ley 60 se han convertido en símbolos de una nueva era de explotación”.
The New York Times