El empleo es otra baja causada por la guerra en Ucrania

GINEBRA (IPS)  – En Ucrania se han perdido desde la invasión rusa el 24 de febrero 4,8 millones de empleos, dentro de una fuerza laboral estimada en 20,3 millones, indicó este miércoles 11 un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El estudio asegura que si las hostilidades se intensificaran, las pérdidas de empleo aumentarían a siete millones. Sin embargo, si los combates cesaran inmediatamente sería posible una rápida recuperación, con el retorno de 3,4 millones de puestos de trabajo, lo que reduciría las pérdidas de empleo a 8,9 %.

La economía ucraniana se ha visto gravemente afectada por el conflicto y más de 5,2 millones de sus 44 millones de habitantes han huido a los países vecinos, mientras que internamente se han visto obligadas a desplazarse unos ocho millones de personas, según informan agencias del sistema de Naciones Unidas.

Los refugiados son principalmente mujeres, niños y personas mayores de 60 años. Aproximadamente 2,75 millones están en edad de trabajar y 43,5 % de ellos, es decir, 1,2 millones, trabajaban anteriormente y han perdido o dejado sus empleos.

La OIT indicó que “el gobierno de Ucrania ha realizado esfuerzos considerables para mantener operativo el sistema nacional de protección social”, garantizando el pago de las prestaciones mediante la utilización de tecnologías digitales.

De los más de 20 millones de trabajadores ucranianos, 60 % se empleaba en el sector servicios, 24 % en la industria y 16 % en agricultura. Del total, 54 % recibieron educación avanzada y 36 % estaban sindicalizados, según cifras de la OIT.

El informe dice que la crisis en Ucrania también puede crear disrupciones laborales en países vecinos, sobre todo en Eslovaquia, Hungría, Moldavia, Polonia y Rumania.

Si las hostilidades continúan, los refugiados ucranianos se verían obligados a permanecer en el exilio durante más tiempo, lo que supondría una mayor presión sobre el mercado laboral y los sistemas de protección social de esos Estados vecinos, y un aumento del desempleo en muchos de ellos.

Por otra parte, las importantes perturbaciones económicas y de empleo que afectan a Rusia tienen importantes efectos en Asia Central, especialmente en los países cuyas economías dependen de las remesas que llegan desde la Federación Rusa, como Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.

Esos cuatro estados se encuentran entre los 10 principales países de origen de los emigrantes en Rusia. Si las hostilidades y las sanciones contra Moscú provocan la pérdida de sus puestos de trabajo, y esos trabajadores migrantes regresan a sus países de origen, habrá graves pérdidas económicas en toda Asia Central.

La agresión en Ucrania también ha afectado a la economía mundial, complicando aún más la recuperación de la crisis generada por la covid-19, y es probable que afecte el crecimiento del empleo y de los salarios reales, y ejerza una presión adicional sobre los sistemas de protección social.

En muchos países de renta alta, que han experimentado recientemente signos de una recuperación del mercado laboral, las consecuencias de la crisis ucraniana pueden empeorar las condiciones de ese mercado y revertir algunos avances conseguidos.

Y la situación es especialmente difícil en los países de renta baja y media, muchos de los cuales no han podido recuperarse totalmente del impacto de la crisis de la covid.

La OIT se ha sumado a los pedidos para que cesen la agresión rusa y las hostilidades, y subrayado su preocupación por los informes sobre víctimas civiles y ataques a instalaciones con “graves consecuencias para los trabajadores y empresarios que arriesgan su vida para seguir laborando”.

Entre las medidas inmediatas, la OIT recomienda facilitar las iniciativas de las organizaciones de empleadores y trabajadores para que presten apoyo humanitario y garanticen la continuidad del trabajo, cuando sea posible.

Asimismo, proporcionar apoyo al empleo específico en zonas relativamente seguras de Ucrania, respaldar el sistema de protección social para garantizar que siga proporcionando prestaciones, incluidas las transferencias de efectivo, y preparar una estrategia de reconstrucción posconflicto que promueva la creación de empleos.

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