El fenómeno Zohran Mamdani

Nelson Encarnación

A inicios del año 2007, mientras aguardaba por un tren del Metro de Nueva York, en la estación de Chinatown, unos 20 o 30 jóvenes sorprendieron a quienes esperábamos el transporte, y con mucha amabilidad y cortesía, distribuyeron una propaganda consistente en volantes con la imagen de un simpático político.

Era el rostro de Barack Obama, el senador de Illinois que había irrumpido en la escena nacional estadounidense, al obtener el escaño senatorial de su estado en las elecciones de 2004, con un significativo agregado: fue de los oradores de la noche electoral en la que George W. Bush ganó su reelección.

Durante esa transmisión, un importante líder republicano de Washington Heights me dijo que ese joven recién electo senador daría mucha agua de beber en el futuro.

Esa aparición hizo de Obama una cara nacional con un importante posicionamiento visual, lo que, tres años después, le empujaría frenéticamente a derrotar a oponentes internos de mayor arraigo y notoriedad federal, por ejemplo, Hillary Clinton, entonces también senadora y ex primera dama.

Cuando pregunté a algunos de los muchachos de quién se trataba, reaccionaron con plena seguridad: es el próximo presidente de los Estados Unidos. No estuve de acuerdo, pues para mí ese lugar estaba reservado para Hillary. Me equivoqué, como millones más.

Sin embargo, para el cumplimiento de la previsión del amigo no hubo que esperar más que apenas cuatro años cuando Obama llegó a la Casa Blanca derrotando a un emblemático y respetado John McCain en noviembre de 2008.

Casi 20 años después, y en una escala menos ambiciosa, me parece estar presenciando una situación análoga con la sorprendente y clara victoria del inmigrante musulmán Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York, un auténtico poder en la nomenclatura dirigente de los Estados Unidos.

Según los análisis que he seguido tras su elección, Mamdani fue catapultado por una juventud que ya no confía en el liderazgo tradicional demócrata, auspiciador de su oponente Andrew Cuomo, razón por la cual obtuvo una victoria cómoda en ambas modalidades de elección: el voto directo en las urnas (44 a 36%) y los sufragios reasignados por preferencia (56-44).

El joven nacido en Uganda, actual asambleísta por un distrito de Queens, tiene muchas cosas a su favor. La primera es su discurso que atrae a la juventud, a los trabajadores y sectores menos favorecidos—en Nueva York esto no es cualquier cosa, pese a la fama opulenta de la gran manzana—, y un plus adicional: los tempranos ataques de Donald Trump y los republicanos.

Mamdani es miembro del DSA (Democratic Socialists of America) y crítico contundente de la política de exterminio que aplica Netanyahu en Gaza, de quien dice que dispondría su arresto si visita Nueva York, en atención a la sentencia que emitió en su contra la Corte Penal Internacional (CPI) por los crímenes cometidos contra civiles no beligerantes en Gaza.

A pesar de su discurso de ataque al status quo israelí, Mamdani es apoyado abierta por miles de judíos que no se sienten ni remotamente representados en el gobierno israelí ni mucho menos en Netanyahu.

Mamdani representa la ruptura con una maquinaria demócrata corroída por décadas de decadencia, y ahora enfrenta los ataques, no solo de los republicanos—lo cual es entendible desde la lógica de contrarios—sino por sus propios asociados del Partido Demócrata que se alinean con los republicanos para tildarle de comunista, antisemita, contrario a la idiosincrasia del americano neto y toda una cadena de infundios que solo apuntan hacia una dirección: ganará la alcaldía neoyorquina en noviembre.

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