El futuro del dinero

Leonel Fernández

El dinero no siempre ha existido como lo conocemos hoy. Es el resultado de una larga evolución en el tiempo. Tomó miles de años para que la humanidad se adaptase al uso del dinero como medio de realización de transacciones.

Además de papel moneda y en metálico, surgieron diversas modalidades de dinero, como el cheque, la nota promisoria, el pagaré, los bonos, las acciones; y más recientemente, la tarjeta de crédito y el pago electrónico.

Ahora, lo que está en debate es si nos aproximamos al fin del dinero, tal como lo empleamos en la actualidad. Ya, en países como Suecia y China, el uso del efectivo está en declive. Cada vez más se utiliza el teléfono móvil con frecuencia para hacer pagos electrónicos y el uso del dinero convencional se ha ido convirtiendo en algo anticuado o anacrónico.

Así pues, todo parece indicar que nos encontramos en los albores de una nueva revolución financiera en la que la naturaleza del dinero tiende a transformarse.

De hecho, desde el 2009, en el contexto de la crisis financiera global, surgió una nueva modalidad de activos financieros, cuyo uso se ha ido extendiendo a nivel internacional. Se trata de las criptomonedas o monedas digitales, de las cuales se estima que en estos momentos hay cerca de 12 mil, entre las cuales se destacan bitcoin, ethereum, dogecoin y tether.

Las criptomonedas han pasado de ser una curiosidad y un enigma, para transformarse, en la actualidad, en una reconocida fuerza en los ámbitos de las finanzas, el comercio y la tecnología.

Todos podemos identificar lo que es un dólar norteamericano o un peso dominicano, y sabemos lo que es un centavo o un chele. Lo que no resulta claro es cómo se ve una criptomoneda.

CRIPTOMONEDAS

Una criptomoneda es un código de fuente abierto de computadora, generado por un software, que permite a los usuarios almacenar y enviar valores en línea. Se ejecuta a través de una extensa red de computadoras privadas en todo el mundo.

El código verifica y agrupa las transacciones en un registro conocido como Blockchain. Es un archivo grande que contiene todas las transacciones que se han realizado.

El valor de las criptomonedas generalmente se determina con relación al dólar norteamericano. Ese valor puede variar enormemente. Ha estado tan bajo como la décima parte de un centavo de dólar y tan alto como 60 mil dólares por bitcoin en su momento de mayor esplendor.

A pesar de su volatilidad, una variedad de sectores participa diariamente en ese tipo de mercado digital, desde importantes instituciones financieras, como bancos comerciales y de inversiones, gerentes de activos, bolsas de valores, hedgefunds, hasta plataformas electrónicas de intercambios y especuladores individuales.

La industria de las criptomonedas está en auge, creando y destruyendo grandes cantidades de riqueza, al mismo tiempo. Millares de proyectos se diseñan y ejecutan cada día. Ha elaborado su propio lenguaje, que puede resultar confuso e incomprensible para los que no participan de la dinámica de sus operaciones.

Por consiguiente, surgen preguntas inevitables: ¿Qué es un ecosistema criptográfico? ¿Qué es una cadena de bloques o blockchain? ¿Qué es un activo digital? ¿Qué es una moneda estable o stablecoin? ¿Qué es un Coinbase? ¿Qué son protocolos comerciales DeFi? ¿Qué son las aplicaciones Web3?

Las criptomonedas tienen capacidad para crear disrupción en el sistema financiero global. Se calculan como inversiones y se utilizan para adquirir de todo en el mercado: desde alimentos, inmuebles, servicios y envío de remesas. Se transfieren en forma rápida y anónima, incluso más allá de las fronteras nacionales, sin que un banco pueda intervenir para bloquear la transacción o cobrar un cargo.

En estos momentos, el mercado de criptomonedas está valorado en alrededor de 1.75 trillones de dólares. Eso significa que si fuese un país sería, después de Brasil, la economía más importante de América Latina.

En los Estados Unidos, el 20 por ciento de sus ciudadanos y el 36 por ciento de las nuevas generaciones, de los millennials, participan de la diversidad del mercado de las criptomonedas.

En la República Dominicana, aunque se encuentra todavía en su etapa de infancia, aumenta el número de personas que cada día realiza operaciones de intercambio a través de las criptomonedas.

LA CONTROVERSIA

Sin embargo, se trata de un fenómeno que genera grandes controversias. Por un lado, se encuentran los cripto-optimistas y por el otro, los cripto-escépticos.

Los primeros son aquellos que consideran que debe existir un sistema monetario descentralizado y privado, independiente de los gobiernos, especialmente de los bancos centrales y de los intermediarios financieros.

Es el caso, por ejemplo, de Facebook, que en el 2019 lanzaría su propia moneda digital, Libra, la cual podría alcanzar a sus 2 mil millones de usuarios.

Por otro lado, como hemos dicho, se encuentran los cripto-escépticos, que son aquellos que se caracterizan por su falta de fe y de confianza en el mercado de las monedas virtuales.

Estiman que las criptomonedas se prestan para la realización de actividades ilícitas, como el lavado de activos, el hackeo a las cuentas, la compra de bienes y servicios prohibidos y el fomento del terrorismo.

En fin, que las criptomonedas constituyen un engaño o una estafa, por lo que están condenadas al fracaso.

Entre los países también hay actitudes divergentes respecto a auspiciar o frustrar el establecimiento de los criptomercados.

El Salvador, por ejemplo, ha sido el único país en el mundo en haber adoptado el bitcoin como moneda de curso legal. China, por el contrario, y numerosos otros países lo han declarado ilegal o les han impuesto restricciones a los bancos para realizar transacciones.

Como reacción a la autonomía y descentralización de los mercados de criptomonedas, han surgido, por un lado, tendencias hacia su regulación; y por el otro, hacia la creación de monedas digitales nacionales por parte de los bancos centrales.

De esa manera, se habla, por parte de China, de un yuan digital. Se discute en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la posibilidad de la creación de un dólar digital; y de igual manera, en la Unión Europea, de un euro digital.

Tal vez, en algún momento, se podrá debatir sobre un peso digital dominicano.

El dinero está inmerso en una evolución constante. La humanidad avanza hacia sus nuevas formas de representación, al igual que a profundas transformaciones de la arquitectura financiera internacional.

Publicado originalmente en Listín Diario

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