El Miedo versus la Esperanza: La Batalla por el Alma de EE.UU.
Nelson Espinal Báez
Las narrativas no solo estructuran el discurso político, también son la esencia misma de cómo se percibe y se moviliza a una sociedad. La elección presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump no es una simple disputa electoral, es una confrontación decisiva entre dos narrativas poderosas que representan visiones radicalmente opuestas sobre el destino de EE. UU. En esta elección, no solo están en juego políticas, sino también emociones, estados de ánimo y enfoques cruciales que definirán lo que significa liderar una nación en este siglo.
El Miedo como Estrategia de Movilización
Donald Trump ha convertido el miedo en la columna vertebral de su narrativa política, una estrategia cuidadosamente analizada por autores como George Lakoff y Murray Edelman. Para Trump, el miedo no es solo una emoción, sino una herramienta estratégica que moviliza a su base electoral. Según Lakoff, Trump utiliza «marcos de protección y defensa», donde se presenta como el único líder capaz de garantizar la seguridad en un mundo que pinta como peligroso y amenazante. Su retórica sobre la inmigración, alertando sobre una «invasión» de inmigrantes ilegales que, según él, son responsables del crimen y la pérdida de empleos, es un claro ejemplo de cómo explota esas preocupaciones. En sus discursos, insiste en que la inflación es culpa de una élite liberal que ha perdido el contacto con la realidad del estadounidense común.
Murray Edelman subrayó cómo los símbolos y las narrativas políticas pueden moldear realidades percibidas, influenciando la opinión pública y, en última instancia, las decisiones políticas. La narrativa de Trump resuena fuertemente entre votantes ultra conservadores, especialmente aquellos en comunidades rurales y de clase trabajadora, quienes ven en los rápidos cambios culturales y demográficos una amenaza a su estilo de vida. Este enfoque constante de «recuperar el país» de manos de una élite liberal apela a un sentimiento de pérdida y agravio. Frank Luntz, estratega republicano, lo resume con claridad: «Trump no es un candidato de buenas noticias; es un candidato de malas noticias. Va a ser negativo, sin importar qué, pero es necesario ser creíble en los ataques». Esta táctica se basa en proyectar una constante sensación de peligro, eficaz para mantener energizada a su base.
En la teoría de David R. Hawkins, desarrollada en su libro El poder contra la fuerza, el miedo se encuentra en un nivel bajo de conciencia. Aunque el miedo puede ser efectivo a corto plazo, es inestable y limita el crecimiento. En su jerarquía, el miedo pertenece a los niveles donde predomina la «fuerza», que, aunque intensa, es frágil y tiende a generar más conflicto que soluciones duraderas.
La Esperanza como Fuerza Motriz
En contraste, Kamala Harris encarna la narrativa de la esperanza y el cambio positivo, siguiendo la línea de Barack Obama. Su campaña se fundamenta en lo que Walter Fisher llamaría una «narrativa de coherencia», en la cual las personas se conectan con historias que reflejan sus valores y aspiraciones. Harris capitaliza esta idea con un mensaje centrado en la inclusión, la justicia social y la equidad. Su compromiso con la reforma del sistema de justicia penal, abogando por un sistema más justo para las minorías, y su defensa de los derechos civiles para todos los ciudadanos, son ejemplos claros de cómo estructura su narrativa.
En la reciente Convención Demócrata en Chicago, líderes como Barack Obama y Joe Biden subrayaron que la fortaleza de EE. UU. radica en la unión y la resiliencia ante la división y el caos. Este énfasis en la unidad es clave en la narrativa de Harris, quien busca restaurar la confianza en las instituciones democráticas y ofrecer una visión donde la verdad y la transparencia guían la política, en contraste directo con la desinformación y el temor promovidos por su oponente.
Harris también pone en el centro de su discurso la lucha por la justicia social y la igualdad de género, un punto destacado por figuras como Hillary Clinton. Para Harris, estos no son solo ideales, sino componentes esenciales para un liderazgo renovado que redefine la equidad y la inclusión. David Plouffe, estratega clave en la campaña de Obama y asesor de Harris, ha sido crucial en la construcción de esta narrativa esperanzadora. Harris busca formar una coalición diversa y plural que refleje la riqueza cultural de EE. UU., apelando a votantes históricamente subrepresentados, como mujeres, minorías y jóvenes. En tiempos de crisis e incertidumbre, Harris entiende que la esperanza no es solo un ideal, sino un poderoso catalizador para el cambio, especialmente cuando se ofrece una visión positiva y de unidad para el futuro.
En la escala de Hawkins, la esperanza se sitúa en niveles superiores, asociados con el «poder» auténtico, que se caracteriza por ser más estable y efectivo. Mientras el miedo puede generar respuestas inmediatas, la esperanza moviliza acciones sostenibles y resilientes. Según Hawkins, la esperanza pertenece a niveles donde la conciencia está alineada con el crecimiento, la cooperación y la transformación positiva.
Dos Narrativas, Dos Futuros Posibles
Estas dos narrativas no solo representan estrategias electorales, son visiones profundamente distintas sobre el futuro del país. Mientras Trump promueve una visión de un EE. UU. asediado que necesita protección, Harris aboga por un país que avanza hacia un futuro más justo e inclusivo. Como argumenta Chantal Mouffe, la política se centra en la construcción de identidades colectivas, y estas identidades se configuran a través de narrativas que determinan quiénes somos y contra quién nos posicionamos.
En última instancia, esta elección no solo decidirá quién ocupará la Casa Blanca, sino también qué narrativa predominará en la identidad nacional: la del miedo que busca proteger lo conocido o la de la esperanza que aspira a un futuro inclusivo y renovado. Las narrativas colectivas no solo dan forma a nuestras sociedades, sino que también determinan los horizontes posibles. La elección entre Harris y Trump representa dos futuros radicalmente distintos: una elección entre la esperanza y el miedo. Mientras Trump ofrece la promesa de protección en un mundo hostil, Harris invita a imaginar un país donde todos tengan un lugar.
En una nación profundamente dividida, el resultado de esta elección va a definir no solo el rumbo inmediato, sino también la dirección de EE. UU. en las próximas décadas. Como expresa Hawkins, si se busca un poder auténtico y transformador, la esperanza tiene un poder intrínseco superior al miedo, ya que fomenta la unidad, la resiliencia y un progreso sostenible.
Diario Libre