El país camina hacia peligrosa encrucijada

Felipe Ciprián

Santo Domingo, Oct 8 – Si todos los factores adversos que confluyen en el pa­norama nacional se ordenan sobre una mesa de trabajo con bue­na iluminación, los examina un hombre honesto con algo de inteligencia y que sienta afecto por su pueblo, no pue­de llegar a otra conclusión de que República Dominicana va hacia una peligrosa encru­cijada.

Mi enfoque, óiganlo bien señores muy sensibles e in­somnes, no es buscar culpa­bles ni distribuir responsa­bilidades, sino mostrar las características de lo que pue­de golpear duro y motivar re­acciones a tiempo para evi­tarlo. Nada más.

En este momento y lugar hay una inflación golpeando salarios de miseria, combus­tibles a precios paralizantes, la agropecuaria languide­ciendo, las importaciones de alimentos de origen agropecuario en números récord y sin control, hundiendo la pro­ducción nacional sin parar las alzas de precios, las inversio­nes en obras de infraestruc­tura están en anuncios y la impasable reforma fiscal fla­meando miedosa en el am­biente.

La pandemia del Co­vid-19, como fue previsto, es­tá entrando firmemente a su cuarta ola de contagios masi­vos en República Dominicana y encuentra una situación ideal para reproducirse: plan­teles escolares abiertos, rumba y fiesta a todas horas, sin esta­do de emergencia y por tanto sin toque de queda, en un país sin educación sanitaria, sin sa­lud preventiva y con tanta gen­te aguajera y sin escrúpulos que lleva el virus a casa, el tra­bajo, la gallera, el restaurante, el transporte y los centros de esparcimiento.

A esa realidad innegable se agrega el resurgir de los apagones y el taponamien­to de Santo Domingo, la in­seguridad en las calles, los asesinatos escalofriantes por motivos insignificantes. En fin, factores de estrés colecti­vo que nublan la confianza y siembran desesperanza aun en los más optimistas.

Si a esos factores “objeti­vos” a la vista de todos se agre­ga que a través del ministerio público y la Dirección Nacio­nal de Control de Drogas do­minicanos, la Drug Enforce­ment Administration (DEA) de Estados Unidos, operando aquí como si estuviera en Ne­braska, ha descubierto una red de narco política de un poder descomunal en el que partici­pa –al menos- media docena de legisladores y dirigentes po­líticos, estamos viendo un gu­sano perverso agujereando las instituciones y burlándose de los ciudadanos que los eligie­ron para representarlos digna­mente.

Pero como si todo esto no fuese suficiente, llegaron los primeros despachos noticiosos de los más prestigiosos periódi­cos de todo el mundo ponien­do al descubierto los Papeles de Pandora, donde tres presi­dentes latinoamericanos, in­cluido Luis Abinader, aparecen como propietarios de empre­sas off shore en paraísos fisca­les, que entre otras ventajas de negocios, les permite dejar de pagar impuestos en sus pro­pios países.

El gobierno ha declarado que el gobernante está apar­tado de los negocios y eso ha quedado en manos de su fa­milia.

Penoso, muy penoso, el comportamiento doblez de la mayoría de la prensa domini­cana ante este tema tan crucial para la transparencia y para la democracia. ¡Ay Germán Emi­lio Ornes, cuánto te he recor­dado en estos días mirando a tus detractores y paladines del “periodismo progresista”, sor­dos y mudos, llenos de “favor y temor”!

Reforma fiscal

Los dos intentos anteriores de reforma fiscal del gobierno de Abinader han muerto en la cu­na y se afirma que ahora va en serio. Este es el peor escenario para inventar y venir con tecni­cismos teóricos.

Si el gobierno se lleva de la necesidad “técnica” de la refor­ma para enfrentar el déficit y no seguir escalando la deuda, y para eso lanza el aumento de impuestos, que tenga la segu­ridad de que meterá al país en un torbellino social ascendente que arruinará el clima de paz para atraer inversión extran­jera en un momento en que la economía se acerca a equi­librar los niveles de 2019, que no es crecimiento, sino recupe­ración parcial.

Quienes pregonan que “es obligado hacer la reforma fiscal”, no miden consecuencias sociales ni valoran la estabili­dad política, la gobernabilidad y la importancia de seguir el camino de la recuperación sin perturbaciones mayores.

Pero Abinader y los líderes de su partido sí debían tomar esto en cuenta.

Si la reforma fiscal para su­bir impuestos y mejorar las recaudaciones es ineludible, ¿por qué el gobierno está sub­sidiando con hasta 500 millo­nes de pesos a la semana los precios de los combustibles?

El gobierno sabe que la Ley de Hidrocarburos establece que si los combustibles suben en el extranjero, aquí deben subir. Sin embargo, están altí­simos fuera y aquí los subsidia porque la vena política le dice a los funcionarios que si el Gas Propano alcanza precios pro­hibitivos, el transporte y la in­dustria no aguantan y las coci­nas mucho menos.

Esa misma lógica debe im­ponerse a la hora de hablar de reforma fiscal porque he di­cho que aquí no se puede car­gar más a los pobres porque se irían a las calles sin líderes que les pongan límites a su indig­nación, pero mucho menos a los ricos que apoyan a todos los gobiernos y están en éste más cómodos que nunca, para se­guir sangrando al Estado y ga­nando más sin tener que pagar la carga tributaria que les co­rresponde.

Inflación y Covid

Por meses me ocupé de escri­bir pidiéndole a Abinader que se volcara a la agropecuaria para producir alimentos, abas­tecer los mercados, fomentar empleos, ahorrar divisas, au­mentar las exportaciones, pe­ro el fiasco está a la vista y las consecuencias evidentes en la inflación, la quiebra de los pro­ductores y la parálisis de to­dos los proyectos que estaban en ejecución del programa de visitas sorpresas de la pasada gestión.

Solo en la zona montañosa de Baní están paralizados ha­ce más de un año la carretera Peravia-Valdesia, el acueducto múltiple de Iguana para miles de familias, los proyectos de irrigación de miles de tareas de tierra, entre otras, que iban “viento en popa” en agosto del año pasado.

Del Covid, imploré que no se relajaran las medidas, que no se ocultaran las cifras de in­fectados y muertos, ni las ce­pas circulantes, porque a la na­turaleza no se le puede hacer trampas.

Como el mayor interés del gobierno era y es recuperar el turismo –lo que ni este ni nin­gún país logrará por ahora-, aquí se hizo todo lo contrario y la Junta Central Electoral lo puso en evidencia al admitir que las muertes por Covid son el doble de las que registra Sa­lud Pública.

Dando la sensación de que el Covid “fue derrotado” por el gobierno de Abinader, lo que se ha logrado es malograr el Plan de Vacunación y ahora la gente no se vacuna –lógico si no hay a qué temer-, los con­tagios, los internamientos y las muertes vienen en ascenso sostenido y ahí se puede ver a noviembre y a diciembre igua­lito que el año pasado.

Y el gobierno es tan osado que viendo las cifras subir ca­da día, sigue relajando las me­didas preventivas, mantiene las escuelas abiertas y no con­tinuará con el estado de emer­gencia.

El riesgo es de todos, pero la responsabilidad de lo que su­ceda es solo de quien se lanza a la aventura. ¡Buena suerte!

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