El Periodismo, un ejercicio que vaticina el exterminio que produce la desinformación

Lina Paulino

Periodista y Psicóloga Clínica.

La profesión periodística era sin duda, el sueño anhelado por muchos, ya que la misma movía a aquellos abanderados ideológicos en busca de la verdad, filósofos de la realidad humana, poetas y escritores por vocación,  quienes con sus narrativas impregnaban esos sentimientos que motivaban a las masas a seguir de cerca los acontecimientos.

 Las cenizas de periodistas como Orlando Martínez, o Narciso González, entre muchos otros nacionales e internacionales,  cuyas plumas ensangrentaron el costo de la verdad, como si de Jesucristo se acordaran, subyacen en el escalofriante frio del abandono.

Pena, vergüenza, indignación, frustración, son tan solo algunos de  los sentimientos que produce el supuesto ejercicio periodístico en la actualidad, el cual,  se ha convertido en un circo en donde curiosamente todos quieren ser los payasos principales.

Ahora entiendo, porque el remanente de aquellos periodistas y catedráticos de ideales que impregnaban en los estudiantes el  interés genuino de redargüir más allá de la información, hoy prefieren alejarse de tan denigrante función.

La verdad es que hoy en día, un celular te convierte en periodista o comunicador y peor aún en “influencer”, sin que hasta el momento nadie haya tomando el control de todo lo que está sucediendo en los también proliferados medios, usados para tales fines.

Hoy la integridad, la dignidad, la privacidad, y la seguridad de los ciudadanos penden de un hilo, sujeto a un poder que está en manos de cualquiera, que sin licencia para ejercer, decide engancharse a la profesión, sin que esto suceda,  en las demás carreras universitarias, salvo algunas excepciones.

El muñeco de siete cabezas que hemos  ido formando con el avance de las tecnologías, vaticinan  sin temor a equivocarme, el exterminio que provoca la desinformación y el uso del poder en manos equivocadas, lo cual debe dejar de ser un juego de solitario, para convertirse en una alarma mundial.

Aunque hay mucho que decir al respeto, término con la aseveración de que, la invasión tecnológica, sumado a la falta de un sistema que regule sus diferentes usos, nos está llevando a una de las guerras más peligrosa de la historia humana, sin que  haya nadie que dirija  las tropas.

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