El precio del café alcanza niveles históricos: causas globales, impacto local y el nuevo rostro de un mercado volátil
Varginha (Brasil), 23 de noviembre de 2025. – El café, una de las bebidas más consumidas del mundo, ha visto cómo su precio se ha disparado en el último año hasta niveles que no se registraban en décadas.
Desde las plantaciones de Brasil hasta las cafeterías de especialidad en España, productores, distribuidores y consumidores enfrentan una realidad marcada por la escasez, la especulación financiera y la incertidumbre climática.
La situación es el resultado de una compleja combinación de factores que afectan directamente la oferta y la demanda global. En un extenso reportaje del diario El País, de Madrid, Esoaña, publicado el 23 de noviembre de 2025, se detalla con profundidad este fenómeno que está sacudiendo los cimientos de un mercado históricamente estable.
En el corazón cafetalero de Brasil, en la ciudad de Varginha, se encuentra la hacienda Campestre, propiedad de la familia Oliveira. Allí, Mauri Oliveira, productor de 66 años, y sus hijas, Noemia y Naiara, administran con esfuerzo un cultivo que ha estado en la familia por generaciones.
Las manos curtidas por el trabajo de Mauri y la pasión técnica de sus hijas, una de ellas ingeniera agrónoma, representan el rostro humano de una cadena global que comienza en las zonas rurales de América Latina.
Según El País, a pesar de los precios récord que ha alcanzado el grano en la Bolsa de Nueva York —con una saca de 60 kilos que llegó en mayo a los 445 dólares—, los pequeños productores no viven necesariamente tiempos de bonanza. La sequía de 2024, por ejemplo, les hizo perder el 40% de la cosecha.
La explicación es sencilla y devastadora: no hay café que vender. Los precios altos no compensan si la naturaleza impide producir. Así lo expresa Noemia Oliveira, quien señala que preferirían precios más moderados con volúmenes estables a las montañas rusas del mercado actual.
“Mejor tener una saca a 2.000 reales con buena cosecha, que a 3.000 y no tener nada que vender”, afirma. Este tipo de declaraciones revelan el dilema al que se enfrentan miles de productores en Brasil, país que aporta cerca de un tercio del suministro mundial de café.
A esto se suma que el cambio climático ha hecho del calendario agrícola una lotería. En palabras de Mauri Oliveira, “antes llovía cuando tenía que llover, ahora no sabemos qué esperar”.
Los eventos climáticos extremos —heladas, sequías prolongadas, olas de calor— han golpeado de forma consecutiva al mayor productor de café del mundo.
Según información recopilada por El País, entre 2020 y 2024 el sector ha sufrido pérdidas millonarias por causas naturales.
La cosecha 2020-2021 fue la más abundante de la historia brasileña, pero desde entonces las inclemencias del tiempo han deteriorado la producción hasta llevar los inventarios mundiales a mínimos históricos.
Esto ha generado un desbalance en el mercado, ya que la demanda no ha cesado y continúa creciendo incluso en mercados emergentes como China.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos estima que China ya es el sexto consumidor mundial de café. Esta expansión en la demanda, sumada a la caída en la producción de Brasil y Vietnam (los dos gigantes del sector), ha dejado al mercado extremadamente vulnerable.
A lo largo de 2025, la reducción de más de 10 millones de sacas ha representado una contracción del 6% del consumo global. El País apunta que cualquier sacudida, ya sea meteorológica, financiera o política, se amplifica a lo largo de toda la cadena de producción, desde las fincas de los Oliveira hasta las cafeterías de Estocolmo o Tokio.
Además del clima, la política comercial también ha impactado directamente en el negocio. En agosto de este año, el gobierno de Estados Unidos impuso aranceles del 50% al café brasileño.
La medida, que forma parte de un paquete de restricciones comerciales más amplio, provocó una caída inmediata en las exportaciones hacia el mercado norteamericano. Esto obligó a muchos exportadores a buscar alternativas en Europa, siendo Alemania uno de los destinos más beneficiados por este redireccionamiento.
El desequilibrio generado por este cambio estratégico ha dejado al sector cafetalero en un estado de alerta constante.
El contexto actual también está profundamente marcado por la participación creciente de los fondos de inversión. Según El País, estos actores financieros han transformado el mercado del café en un espacio altamente especulativo.
Contratos de futuros, diseñados originalmente para asegurar precios entre productores e importadores, se han convertido en instrumentos de alta volatilidad. La entrada masiva de capital especulativo ha desconectado la cotización del grano de sus fundamentos reales: oferta, demanda y producción efectiva.
Mateo Martínez, fundador de la empresa Xorxios y experto en mercados de café de especialidad, advierte en declaraciones a El País que “la Bolsa de Nueva York ya no refleja la realidad del mercado físico.
Ahora depende de lo que hagan los grandes fondos. Si mañana deciden comprar oro en vez de café, el precio puede caer mil puntos”. Esta afirmación subraya uno de los aspectos más alarmantes del momento actual: la incertidumbre extrema.
Para muchos productores, esta volatilidad se traduce en pérdidas reales. Aquellos que necesitan liquidez inmediata se ven forzados a vender por debajo de los máximos del mercado, perdiendo la oportunidad de beneficiarse de los picos de cotización.
Naiara Oliveira, responsable de las finanzas en la hacienda Campestre, explica que su estrategia consiste en monitorear las cotizaciones diariamente, vender solo cuando sea rentable y mantener un registro meticuloso de gastos e ingresos. “Lo importante es saber cuándo conviene moverse”, indica.
El País señala que esta profesionalización en la gestión no es la norma en el campo brasileño, pero representa una tendencia en alza.
Las nuevas generaciones de caficultores, muchas de ellas mujeres formadas en agronomía, están modernizando prácticas tradicionales e introduciendo conceptos de sostenibilidad, resiliencia climática y eficiencia operativa.
En la hacienda Campestre, por ejemplo, han comenzado a aplicar técnicas de agricultura regenerativa como la siembra intercalada, el uso de abonos naturales y la reducción de pesticidas. Estas medidas no solo mejoran la calidad del producto, sino que también reducen la huella ambiental de la producción.
La mecanización ha sido otro factor clave en la transformación del sector. En regiones como el sur de Minas Gerais, las fincas están invirtiendo en maquinaria especializada para la recolección, lo que reduce la dependencia de mano de obra estacional y aumenta la eficiencia.
No obstante, como detalla El País, aún existen grandes disparidades entre productores medianos y grandes latifundios empresariales, con capacidad para implementar tecnologías avanzadas, y pequeños caficultores que luchan por mantenerse a flote.
Una de las grandes preocupaciones en las zonas rurales brasileñas es el aumento de robos de café, impulsados por el alza de precios.
Los productores están tomando medidas preventivas, como enviar el grano lo antes posible a las cooperativas, donde queda asegurado.
En la cooperativa Cocatrel, con sede en la ciudad de Três Pontas, los sistemas de evaluación y pago han sido digitalizados para ofrecer transparencia y rapidez.
Según testimonios recogidos por El País, en menos de 24 horas un productor puede saber el precio y la calidad de su café a través de una aplicación móvil.
Desde el otro lado del Atlántico, la situación también se siente con fuerza. En España, el precio del café ha subido un 15% en los primeros siete meses de 2025, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística.
Los bares y cafeterías han tenido que ajustar sus precios, mientras que en los hogares, los consumidores enfrentan la “reduflación”: paquetes más pequeños vendidos al mismo precio.
A pesar de ello, el consumo no ha caído. Según el informe sectorial del café 2023-2024, en España se consumen unas 550 tazas por persona al año, lo que equivale a aproximadamente dos cafés diarios.
Esta situación ha coincidido con el auge del café de especialidad. Según El País, cafeterías como Toma Café en Madrid han sido pioneras en ofrecer productos de alta calidad, cultivados de forma sostenible y con trazabilidad completa.
La demanda por cafés con notas afrutadas, fermentación controlada y tuestes precisos ha crecido notablemente, especialmente entre consumidores jóvenes.
Marcos Zoya, formador de baristas, explica que hoy sus alumnos preguntan por el proceso de fermentación, por los perfiles de sabor y por el origen de cada lote. “La cultura del café ha cambiado. Ya no es solo una bebida amarga”, afirma.
Marisa Baqué, propietaria de BB’s Café en Bizkaia, también ha percibido esta transformación. Tostadora y catadora con décadas de experiencia, asegura que la mayoría de sus clientes ya toman el café sin azúcar, apreciando sus matices naturales. Para Baqué, el consumo responsable y consciente es la clave para sostener una industria que enfrenta presiones crecientes desde todos los frentes.
El País destaca que en 2023, el segmento de café de especialidad creció un 15% en España y se espera que lo siga haciendo al menos un 10% anual en los próximos años.
Sin embargo, este crecimiento no está exento de desafíos. La pregunta que flota en el aire es hasta qué punto el consumidor está dispuesto a pagar más por una taza de café.
Mateo Martínez advierte que el sector podría estar llegando a un punto de tensión. “La industria ha absorbido gran parte del sobrecoste, pero si esto continúa, habrá que trasladarlo al consumidor”, señala.
La sostenibilidad económica del modelo depende, en última instancia, de que todos los actores de la cadena —desde el caficultor hasta el consumidor final— encuentren un equilibrio justo.
En las noches de luna llena, Mauri Oliveira y sus amigos siguen cabalgando por las colinas de Varginha, como lo hacen desde hace décadas.
Sus conversaciones ya no giran solo en torno a la lluvia o la cosecha. Hoy hablan de aranceles, aplicaciones móviles, certificaciones sostenibles y fondos de inversión. El precio del café ha cambiado sus vidas, no siempre para bien.
Pero como recuerda El País, detrás de cada taza de café hay una historia de esfuerzo, incertidumbre y esperanza. Y esa historia se escribe, cada día, en las fincas de Brasil y en las cafeterías del mundo.
Fuente: Diario El País (España), con redacción de lapropuestadigital.com

