El presidente Abinader y la empresa offshore

Miguel Mejía

He seguido este proceso electoral desde las gradas de la organización política a la que pertenezco, por las razones que ya hemos explicado; pero no soy indiferente al proceso en sí mismo ni a los actores fundamentales. Muchos dicen que ha sido un proceso electoral frívolo, falto de motivación, de entusiasmo, y no creo que lo sea, sólo que quienes así piensan no ven que el mundo de hoy vive una era digital y nosotros como nación no estamos ajenos a eso. Hoy, gran parte de las campañas electorales se realizan por la vía digital, lo que elimina bastante las estridencias, la movilidad física y la contaminación visual y auditiva.

En lo personal le presto mucha atención al contenido de la propuesta de unos y otros candidatos, a la forma de conceptualizar y la diferencia de uno y otro en el contenido de la propuesta. No puedo ocultar la decepción que me genera cuando veo a viejos paradigmas de la política haciendo uso de una herramienta obsoleta, baja en contenido y apelando a argumentos que no se corresponden con la verdad. La sociedad dominicana ya ha obtenido un logro, y es que por primera vez se realiza un debate entre los principales candidatos con el propósito de confrontar sus ofertas electorales. Lo que he visto en estos debates es que las diferencias programáticas no son antagónicas, son más bien de forma, casi cosméticas.

Fundamentalmente, lo que me mueve al tema de esta entrega, es haber visto las imputaciones que hace mi viejo amigo, el doctor Roberto Rosario Márquez, al presidente Abinader, de tener más de 70 millones de dólares colocados en paraísos fiscales, específicamente reflejado en los denominados Panamá Papers. También he podido ver la respuesta enfática, categórica del presidente Abinader a estas imputaciones, cuando dijo: “Tenemos mucho tiempo en la política, sabemos cómo es la política, pero cuando hay tanta infamia y los asesores te dicen no respondas, pero llegar uno a tener que responder por el honor y contra la mentira de gente que no tiene la más mínima moral para decir…” “Yo les digo a ese vocero que si encuentran todo ese dinero a nombre de Luis Abinader, en Panamá, o en cualquier otro lugar, yo se los voy a transferir a la Fundación Global, para que los tengan en sus cuentas, que creo los necesitan para algunos pagos.”

El candidato de mi viejo amigo, si cree en esa imputación a su contrincante, debió haberlo llevado al debate, donde tuvo la oportunidad de oro para plantearlo y debatirlo. Creo en la honradez del presidente Abinader y de su familia, con la cual, son de todos conocidos, los vínculos que me unen. Y creo en la veracidad de la respuesta firme, segura y contundente que le dio el presidente al doctor Rosario Márquez. Debe quedar claro que no estoy defendiendo otra cosa que no sea la honradez del presidente Abinader y la honorabilidad de su familia.

Analizar este tema me llevó a consultar a un amigo especialista en la materia y a mí mismo a urgar un poco sobre este tema tan técnico, y encontré lo siguiente:

En primer lugar, las sociedades o empresas offshore son sociedades legítimas, y por tanto, operan como mecanismo financiero para ejecutar negocios de cualquier naturaleza originada en su propia definición.

En efecto, estas sociedades son compañías registradas en un país que ofrece determinadas ventajas fiscales. Por lo general, esas compañías se incorporan en territorios de baja fiscalidad y con leyes que, de cierta forma, apoyan la privacidad de este tipo de estructuras. En la actualidad muchas operaciones de trading financiero realizadas de manera individual e institucional de la República Dominicana son hechas a través de estas sociedades. Y se trata de operaciones financieras que generan en su involucramiento centenas de millones de dólares. En los tradings se utiliza la supervisión del ente regulador de los mercados de valores porque son operaciones online con bolsas de valores de diversos países.

En nuestro país se han realizado grandes transacciones de empresas telefónicas, de minería y de otras actividades, que le han generado al fisco nacional grandes beneficios fiscales por concepto de ganancia de capital con el mecanismo de empresas filiales ubicadas en los llamados paraísos fiscales, tales son los casos de la venta de Codetel, Tricom, Cervecería Dominicana, Placer Dome, Barrick Gold, entre las más conocidas.

La ilegitimidad de las sociedades offshore surge cuando no son declaradas para el cumplimiento de las obligaciones tributarias de sus dueños, o cuando realizan actividades no establecidas claramente en sus estatutos. Asimismo, el cuestionamiento a las sociedades offshore se origina cuando son usadas con fines de servir de instrumentos para el blanqueo de capitales y financiamiento de actividades ilícitas, como el narcotráfico y el terrorismo, entre otras actividades criminales y delincuenciales.

En términos generales, las sociedades offshore tienen ventajas y desventajas. Todo depende del uso que se les dé bajo los criterios normativos establecidos. Ninguna persona individual o jurídica está limitada a ellas. Las dudas sobre las sociedades offshore las han creado quienes las utilizan con fines perniciosos.

Como podemos ver, haber acudido a esta imputación personal como método para desacreditar al presidente Luis Abinader forma parte de una cortina de humo sobre lo que se ha creado en torno a las sociedades offshore, a partir de escándalos internacionales donde se han visto involucradas destacadas figuras de otras naciones, incluida la República Dominicana. Esa franja de la oposición ha debido buscar otros argumentos que le generen mayor rentabilidad política.

El Caribe

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